Sonrío abiertamente y saludo con la mano a mis amigas cuando las veo. Me acerco a ellas y las abrazo porque las he echado de menos. Estar fuera de casa era duro, pero más lo era si estabas en un país que no conocías. Otro idioma, otras costumbres… adaptarse a una nueva vida siempre era difícil, y más, lejos de tus seres queridos. — ¿Qué tal el vuelo? —Pregunto ayudando a sostener alguna de las maletas que traen. — ¡Qué largo! —Se queja Jennifer— Ha sido una tortura. — Y el asiento del avión otra —dice Blanca—, pero ya estamos aquí. ¿Sabes dónde está nuestro hotel? —Me pregunta. — Sí, le dije a James que me enseñara a llegar desde el aeropuerto, así que no nos perderemos —sonrío y abro el maletero para meter las maletas. — ¿Ya tienes el permiso de conducir? —Pregunta Jenni