Capitulo 15

1678 Words
Me levanté feliz, una sensación de cálido amor envolvía mi corazón, ya que había pasado una noche maravillosa con Joe. Al girar en la cama, lo vi dormido a mi lado, y su rostro era tan tierno, tan sereno. —Buenos días, hermosa —susurró, todavía con los ojos entrecerrados. —Buenos días, amor —respondí, sonriendo. No podía evitar sentirme afortunada. Me levanté de la cama y fui directamente al baño. Mientras el agua caía sobre mí, reflexionaba sobre lo afortunada que era. Pero al salir, noté que Joe no estaba en la recámara, así que decidí buscarlo. Baje a la cocina, pero tampoco encontré señales de él. Apreté el paso hacia la sala y allí lo vi: estaba sentado, con un enorme oso de peluche y un ramo de rosas en sus manos. —¡Sooorpresaaaa! —exclamó con una sonrisa que iluminaba su rostro. —Feliz San Valentín, mi amor —le dije mientras corría hacia él, llena de emoción. Me lancé a sus brazos y lo besé, sintiendo el amor que nos unía. El oso tenía una caja atada con un hermoso lazo. Con manos temblorosas, la abrí, y ahí estaba: un anillo brillante que capturaba la luz de la habitación. —Sé que es muy pronto para esto, pero hace tiempo que quería decirlo. No quiero perder más tiempo separados de ti. Quiero que seas mía, que seas mi esposa. Así que, Scarlet, ¿te quieres casar conmigo? —¡Sí, acepto! —grité con lágrimas de felicidad, sintiendo que mi corazón rebosaba de amor. Lo abracé con fuerza, desencadenando un torrente de besos románticos. Esa tarde, estábamos sumergidos en nuestro amor, hablando de un futuro juntos. A medida que pasaban los días, nuestra relación crecía con cada conversación sobre los hijos que deseábamos tener. Joe quería una familia numerosa, hablando de ocho hijos y sus nombres, mientras yo reía y le decía que dos serían suficientes, y quizás uno más adoptado. La imagen de nosotros criando a nuestros hijos en un hogar lleno de amor y risas me llenaba de alegría. Una tarde, después de una larga conversación, estábamos viendo una película, pero mi mente divagaba. Visualizaba a nuestros hijos corriendo y jugando, a Joe lanzando a nuestro pequeño al aire en un juego de “avioncito”. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que de pronto, un escalofrío recorrió mi cuerpo. De repente, me volví hacia él. Joe tenía la mirada intrigada, el control remoto en mano, y presionó el silencio en la tele. —¿Qué te pasa? —preguntó, con una mezcla de preocupación y curiosidad. —Cásate conmigo —lo solté sin pensar, con la urgencia de un corazón que ardía de amor. —Pero, si hace una semana que te lo pedí —respondió sorprendido. —Lo sé, pero quiero que esto suceda pronto. Sé que prometimos esperar un año más, pero no puedo contenerme. —Está bien, pero nos casaremos en seis meses. Necesitamos tiempo para planear la boda perfecta. Seis meses después… **Día de la boda.** *Narra Monse:* Ahí estaba ella, sentada en la silla que debería ocupar yo. Llevaba el peinado que debía ser mío, vestida con el vestido que había soñado, mirándose al espejo con ojos llenos de esperanza. Era la imagen del sueño que siempre había deseado, pero que de alguna manera, me había robado. El resentimiento subía por dentro, una mezcla de tristeza y frustración. Siempre parecía tenerlo todo. Poniendo la carita tierna, siempre lograba lo que quería, mientras yo sentía que debía luchar con cada paso que daba. Pero esta vez, era diferente. Esta era mi oportunidad. Scarlet me sacó de mis pensamientos. —¿Amiga, por qué estás llorando? —preguntó, con esa inocencia que tanto me irritaba. —No, nada, amiga —respondí, forzando una sonrisa tan falsa como mi alegría. —Te ves hermosa, viviendo tus sueños. Pero no quiero arruinar mi maquillaje, saldré a checar que todo esté bien —dije, mientras mis pensamientos se enredaban en la rabia. Salí rápidamente y me dirigí hacia el coche, buscando el lugar donde el chofer esperaba. —Oye, Scarlet necesita tu ayuda —dije, intentando sonar natural. —Está bien, señorita, con permiso Aunque sé que no debería sentir odio hacia ella, la verdad es que Scarlet tiene lo que más deseo en el mundo: su amor. La idea de que sean felices juntos me consume por dentro. No puedo permitir que eso suceda. Mañana, haré que él me ame a mí, haré que la olvide como si nunca hubiera existido. Abro el capó del coche, mis manos temblorosas buscan los cables de freno. Con un gesto rápido, los desconecto, sintiendo una mezcla de nervios y satisfacción. Sacudo mis manos, obligándome a relajarme mientras esbozo una sonrisa que no refleja lo que realmente siento. Quito la expresión culpable que amenaza con delatarme y entro de nuevo a la habitación donde está Scarlet, preguntándome si necesita algo, tratando de que no sospeche nada. —Hey, hay que darle un poco de dignidad, al menos que muera bien arreglada —suena mi voz, cínica, mientras me acerco a ella. **Narra Scarlet:** —¿Todo bien, Monse? —Todo perfecto —respondo, sintiendo una felicidad inmensa. Aquí estoy, a punto de casarme con el hombre que amo, y mi mejor amiga está a mi lado, apoyándome en cada paso de este día tan especial. —¿Irás conmigo en la limosina? —pregunto con ilusión. —No —responde tristemente—. Es que Margaret no tiene con quién irse y la tengo que llevar. Además, tengo que pasar por algo a mi casa. —Está bien —contesto, la desilusión apretando mi pecho. Voy en camino a mi boda, sentada en los sillones de cuero de la limosina, recordando que, aunque soy joven, ya soy adulta y esta es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Mientras subimos una colina, un tráiler aparece detenido en medio del camino. De repente, la limosina comienza a bajar a gran velocidad. El chofer no frena y el pánico se apodera de mí. —¡¿Por qué no frena?! —grito, sintiendo que el corazón se me acelera. —¡No funcionan los frenos! —me grita el chofer con voz desesperada, instándome a ponerme el cinturón de seguridad. Su voz se apaga mientras me dice que rece, que rece por mi vida. Empiezo a temblar y, en medio del caos, me encuentro rezando. Y luego, un impacto. Todo se vuelve n***o y un zumbido ensordecedor inunda mis oídos. **Narra Joe:** El tiempo avanza, pero Scarlet no llega. Me siento perdido, consumido por la ansiedad y la desesperación, así que decido marcarme a un bar a olvidar. La gente llama, preocupada, pero en mi mente solo hay una idea fija: me ha dejado plantado, se ha ido con otro. —Si no llegó, es porque el destino nos quería juntos —interrumpe Monse, cuyo tono me desconcierta. —¿Qué? —respondo, tratando de comprender. —Sí, como lo oyes, tú me gustas, Joe —confiesa, y sin pensarlo, sus labios se encuentran con los míos, llevándome a un torbellino de emociones. En un momento de confusión, un instante de rabia, dejo que el impulso me lleve a besarla de nuevo, creyendo que eso podría borrar la angustia que siento por Scarlet. Pero a medida que nuestros labios se separan, la sensación de traición me abruma. Monse me busca ansiosamente, nuestra conexión ardiente oculta el tormento que hay en mi interior, el hecho de que me siento un traidor. Pero en medio de ese conflicto, acepto su invitación para salir y olvidar, aunque solo sea por un instante. Horas después, entre risas y complicidad, mi teléfono suena, interrumpiendo el momento. —¿Bueno? —contesto, mi voz tensa. —Usted es familiar de la señorita Johnson, soy el agente Smith —dice al otro lado, y un frío helado recorre mi cuerpo. —Sí, soy su prometido. ¿Qué sucede? —pregunto, la voz apretada. —La señorita Scarlet ha estado involucrada en un accidente de tráfico. Sufrió heridas graves. Está en camino al hospital, pero sólo he podido contactar a usted. —Muchas gracias por avisar. No se preocupe, avisaré a su familia —respondo mecánicamente, el cariño que sentía por Monse olvidado en un instante. Me levanté rápidamente y fui a donde la tenían a ella. Estaba totalmente enojado conmigo mismo porque el hecho de imaginarme que se había ido con otro y el que terminé engañándola fui yo. Lo peor es que en verdad sí se quería casar conmigo, soy un estúpido por haber caído en la trampa de Monse. Esa angustia me consumía y cada segundo que pasaba fuera de su habitación se sentía como una eternidad. Entré al hospital, con el corazón acelerado y la mente llena de culpa. Cuando llegué, pregunté por ella a la recepcionista, tratando de mantener la calma, pero mi voz traicionaba mi ansiedad. Lo único que me pudo decir fue que estaba operándola, ya que sufrió grandes heridas. Una sensación de desesperación se apoderó de mí; no podía imaginar el dolor que debía estar sintiendo. Cada herida que sufría en su cuerpo se sentía como un golpe directo a mi conciencia. Aproveché para hablarle al hermano de Scarlet, sabiendo que él debería estar tan preocupado como yo. A pesar de que éramos cercanos, la situación entre nosotros siempre había sido compleja. Le conté en breves palabras lo que había sucedido, la traición que había cometido y cómo no podía perdonarme. Sus ojos estaban llenos de preocupación, pero también de reproche. Entendía su enojo, era un reflejo del mío propio. Mientras aguardábamos noticias, se formaba un silencio pesado entre nosotros. La culpabilidad y el arrepentimiento pesaban más que nunca. Deseaba tener el poder de retroceder en el tiempo, de hacer las cosas diferentes, de haberle mostrado a Scarlet el amor y la lealtad que realmente sentía. Pero ahora solo podía esperar, deseando con todas mis fuerzas que ella saliera de esta.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD