1

1000 Words
Bastian Las personas correctas para nosotros son difícil de encontrar. Aun así excaves hasta el último rincón de la tierra, ellas se esconden de todos. Te eligen si saben que eres bueno para ellos. Serás afortunado si lo hacen. Porque desde el momento que ellos te escogen por sobre de todos, tu mundo cambia. Ya sea para bien o para mal. Pero algo si es seguro, el cambio no tiene retorno. Lo supe cuando la escogí a ella. Cuando la vi, no pude ver nada más que sus ojos y su sonrisa. Fue mi centro del mundo y lo será para siempre. Lina Dicen que el destino tiene preparado algo para ti. Nadie puede saberlo. Pero sabes lo que te estuvo preparando por mucho tiempo porque lo sientes, sientes cuando es correcto y es más grande que todo lo que hayas hecho en toda tu vida. Llega como si un terremoto arrasara con todo a su paso. No respeta nada en su camino, y si no estás atento te mata. Te mata lentamente y de la peor forma que encuentre. Se puede sobrevivir con tres cosas: Mantente atenta. No salgas de tu zona de confort. Y la última pero más importante, no abras tu corazón a cualquier persona.      Las personas hacía preguntas estúpidas todo el tiempo. Pero él hizo la pregunta más estúpida que había escuchado en mi vida. *** Me sentía incómoda parada allí como si fuera una tonta, sin pareja. Even me dejó sola al momento que Ray se apareció. La magia que hacía los hombres con mi amiga era frustrante. Tararee la canción que sonaba del fondo de la fiesta. Tomé de mi bebida y fue cuando sentí sus ojos en mí. Instintivamente posé mis ojos en él.  Le sostuve la mirada, para que se diera cuenta de que no era una presa fácil de conseguir. Y si pensaba acercarse a mí, tendría que a tenerse a las consecuencias. Le transmití en mis ojos que no se me acercara porque no respondería si decía o hacía algo que le molestara.  Pero como siempre Bastian nunca escuchaba. Él era de esas personas que si le dices que no haga algo que está mal, va y lo hace. Nunca le digas lo que no debe hacer, porque lo va hacer solo para molestarte. -Hola. –Saluda con una sonrisa. -Hola, -respondo cortante.  -¿Qué haces? –me atrevo a preguntarle. -Saludándote. –Dice –Y quería preguntarte si querías bailar conmigo. –Una sonrisa se asoma en sus labios. Realmente era una hermosa sonrisa, muchas veces me había desmayado pensando en que me sonriera. Pero nunca había llegado ese momento hasta hoy. Y ahora ya no quería sus sonrisas, lo quería fuera de mi vista en este momento, porque su sola presencia me repugnaba. -No, gracias. –Un ceño aparece en su hermoso rostro. Era obvio que no esperara que lo rechazara. Claro está que era un mentiroso y el que más anotaciones tenía con las chicas. Esa no era la razón por la cual no le aceptaba el baile. Mi repugnancia por él venía desde mucho antes, de la infancia. Bastian y yo, habíamos estudiado juntos desde el preescolar. Nos llevábamos muy bien, y compartíamos todo. Éramos los mejores amigos. Éramos es una palabra muy adecuada a lo que fuimos Bastian y yo. A veces extraño lo que fuimos, pero no quiero caer otra vez en ello. No quiero sufrir por él de nuevo. No quiero que me vea como una desconocida, porque duele cuando quieres a una persona y ésta te mira con indiferencia. -¿Por qué no quieres bailar conmigo? –pregunta escéptico por mi respuesta. -Supéralo. No todas las chicas quieren estar a tu lado. –Me di la vuelta para dar por terminada la conversación. -¿Superarlo? Claro que no. Responde la pregunta que te acabo de hacer. –Se puso enfrente de mí. -Ya te dije que no quiero bailar contigo. Fin de la conversación, -me moví de la multitud para ir al exterior, creí haberlo perdido pero me di cuenta que me seguía. -¿Quieres dejar de perseguirme? -Te he observado desde hace mucho tiempo, y me he dado cuenta que eres la única a la que no le caigo bien. Siempre me evitas, dices cosas de mí que no son ciertas, me das miradas fulminantes como lo estás haciendo ahora, y lo peor de todo es que no sé qué te hice, para que no quisieras ser mi amiga o al menos tener un baile conmigo. –Su voz se había alzado unas milésimas fuera de la fiesta. -¿Te caigo mal? Quería la respuesta, se la daría. -Porque te odio. –respondí inmediatamente. No esperaba eso. Su ceño se profundizó más. -¿Me odias? –preguntó. -¿Por qué? Me quedé en silencio por unos segundos. Tenía que enlistarle las cosas por la que lo odiaba con todo mí ser. -¿Por qué me odias? –volvió a preguntar pero su serenidad se había evaporado. -¡Responde la maldita pregunta! ¿Qué te he hecho para que me odiaras? –su tono de voz era molesto. -Odio todo de ti. La forma que caminas, que hablas, que sonríes, odio todo lo que haces y dices. –Grité. Algunas personas a nuestro alrededor se giraron para mirar la disputa. –Odio esos malditos chinos. -¡¿Por qué?! –gritó él más fuerte que yo. -Porque simplemente hay razones para hacerlo, y tú las sabes muy bien. –Esta era una disputa para ver quien gritaba más fuerte. Era como lo veía. -¡No sé nada! –Se agarró de los cabellos tratando de recordarlo. Su mirada se veía perdida. Sentí pena por él, en la forma que lo atacaba con mis palabras. Hacía años que no cruzaba palabras con él. -¡No sé de qué me hablas! -Si no lo sabes, entonces no hay nada de qué hablar. –Le di la espalda. -¡Hey, espera! ,-vino detrás de mí tomándome otra vez de la mano para detenerme. -¡Deja de hacer eso! –le grité enojada y frustrada. Mi corazón latía fuertemente en mi pecho como un imán hacia él, pero también estaba el rencor y odio. -¿No vas a decirme por qué te caigo mal? –Miré hacia abajo donde se encontraban nuestras manos tomadas. -¡Vete a la mierda! –me solté de su mano y seguí caminando.    
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD