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4359 Words
2 meses después. La última vez que hablé con él fue hace 2 meses. He agradecido a Dios, porque él no volviera a cruzar palabra conmigo. Su mera presencia me incomoda y me pone tensa, llegué a odiarlo. Lo odié tanto que dolió. Ahora solo queda un pedazo de ese odio, y rencor. Eso es lo que nunca desaparecerá; rencor. El rencor de que me lastimara y me ignorara. Odio cuando se hace el idiota de que no sabe por qué lo odio. Es tan molesto que se tome esa actitud conmigo, sabiendo cómo fue desde la primaria. -¿Vas a ir, entonces? –Even me mira con cara de cachorro apaleado. Sus ojos color aceitunas me dan ternura con su flequillo colgado en su frente. Mi mejor amiga es linda y tierna, pero cuando se lo propone puede ser un grano en el culo, y de esos que no dejan de chingar hasta que lo exterminas. -No quiero ir. No quiero verlo, he tratado de evitarlo desde que tuvimos la disputa. -Eso hace desde meses. –Respondió. -Tú sabes porque lo evito. No quieras montar una trampa para que lo vea, -negó con la cabeza. -Sabes que no lo haría. Quiero ir a la fiesta, porque allí estará Ray, -solté un suspiro de resignación. Even no tenía remedio. Ella había estado suspirando por el mejor amigo de Bastian, desde que estamos en secundaria. Conocí a Even cuando comencé la secundaria y nos hicimos amigas con una conversación de música, al parecer no era la única de la clase a la que le gustaba Porta, un solista de rap. Muy bueno si me preguntan. -Ray, ni tan siquiera mira en tu dirección, -puntualicé. Si tenía que decirle la verdad a mi amiga tendría que hacerlo ahora antes de que cometiera un grave error y se avergonzara a sí misma, para eso estaban las amigas. Para decirle la verdad a sus mejores amigas en lo que ellas no querían ver. –Sabes la fama que tiene aquí en la escuela, ¿Qué rayos esperas a cambio? –me fulminó con la mirada. –Y no me mires así. Te estoy diciendo la verdad, y tengo que decírtelo, así te duela. Pero es la verdad, -su mirada cayó a sus pies, no quería hacerla sentir mal.  La llevé a mis brazos y le besé la coronilla, -Perdón por ser dura contigo, pero tienes que saberlo. No quiero que nadie te lastime. Y mucho menos que te usen, sabes lo que significas para mí. Se apartó de mí y vi que sus ojos estaban derramando lágrimas, se las limpió rápido y sonrió. –No dejaré que nadie me lastime, te lo prometo. –Negué con la cabeza. -No me lo prometas a mí, prometelo a ti misma. Es la única forma de saber que tu corazón está protegido. Y que nadie te va a lastimar, -sonreí triste. Solo esperaba que cumpliera lo que me estaba diciendo. -Está bien. –Asintió en acuerdo. -Vamos a clases, -la tomé de la mano. Una manía que tenía de hacer con ella. *** -No puedo creer que me arrastres aquí, -le susurré al oído a Even. -Gracias por venir. –Respondió, –Te debo una. Fuimos directo a la cocina, y nos servimos dos sodas, ninguna de las dos tomaba alcohol, y mucho menos lo haríamos en una fiesta donde era segura aparecer al otro día en una cama de un desconocido. Le di un sorbo a mi soda refrescando mi garganta. La música sonaba a todo volumen en toda la casa, una canción movida sonó y mis extremidades gritaban que les diera su tiempo. Obedeciendo a mi cuerpo llevé a mi amiga al centro de la sala y comenzamos a bailar. La fiesta era de uno de nuestra clase de cálculo y sus padres se encontraban de viaje. Era lunes por la noche, y por lo tanto no debería estar en esta fiesta. Puesto que le prometí a mi madre que llegaría hasta las once y que no bebería. Mi madre y yo, tenemos una confianza absoluta entre ambas, y sabe que cumpliré lo que le dije. La música cambió a otra y fue un ritmo más tecno. Nos habían dicho unos chicos en otra fiesta, que mi amiga y yo, nos veíamos sexys bailando. Que ver a una mujer con otra mujer bailando, se excitaban. Mi mano aplastó su mejilla con un ruido sordo. Lo siguiente que hicimos fue irnos de esa fiesta. Ningún hijo de puta me iba a decir vulgaridades y salirse con la suya. Cualquiera que se atreviera a decir una palabra enfrente de mí que no me gustaba, tenía que atenerse a las consecuencias. -¡Oh por dios! Ahí está, -miré hacia donde mi amiga me señalaba. Ray acababa de pasar hacia la cocina junto con Bastian. Me tomó de la mano y sin previo aviso me arrastró a la cocina. Dentro había varias personas bebiendo y en el centro se encontraba Ray y Bastian, riendo con unas chicas a sus lados. La mano de Bastian, yacía en la cintura de la rubia que se encontraba muy a gusto con el minivestido rojo que portaba. Even fue al barril como pretexto para acercarse a Ray. Yo me quedé en la puerta observándola; cómo se le dificulta servir la cerveza del barril, puse los ojos en blanco porque ni tan siquiera podría hacer eso bien. No era tan difícil, solo jalar y salía el líquido. Pero luego capté que lo estaba haciendo para que Ray le ayudara. Y en efecto, así fue. Ray que estaba justo al lado del barril vio que a mi amiga se le dificultaba servir una simple cerveza. -Déjame ayudarte, -Even encantada de escuchar esas palabras se hizo a un lado con una sonrisa. -Es que no sale nada, -se excusó. -No importa. Para eso estoy aquí, -le guiñó y al parecer las bragas de Even cayeron al suelo. Reprimí una sonrisa, hasta donde llegaban las técnicas de mi amiga. Ray jaló, pero no salió nada. –Creo que se ha acabado. –Revisó el barril, -Claro ha sido eso. –Rio –Pero si quieres te puedo invitar otra cosa, ¿qué tal vodka, ron? –Even negó con la cabeza. -No bebo, -dijo rápidamente. Vi el error que había cometido. Cerré los ojos pidiendo una plegaria para que Ray al menos no se diera cuenta que Even estaba solo acercándose al barril por él. Ray levantó una ceja, -¿No bebes y estabas queriendo servirte una cerveza? –Even era color rojo tomate. Me encantaba cuando se ponía roja, la hacía ver adorable de una forma hermosa. Ray sonrió cuando la vio sonrojarse, era el efecto que tenía en todos. -La cerveza era para mi amiga, -señaló a mi lugar. Ray miró a mi dirección y luego a la de Bastian. -Amigo, mira a quién tenemos aquí. –Tragué saliva esperando lo peor. –La chica que no para de mirarte en el instituto como si quisiera matarte. Bastian, miró en mi dirección y su sonrisa se desvaneció al verme. Yo me mantuve recta y seria manteniendo su mirada hasta que Even llegó. -¿Qué crees? Ray dice que podemos ir a otra fiesta con ellos. –Dijo alegre. -¿Qué? –pregunté. -Iremos en el auto de Bastian, ándale vamos. –Me tomó de la mano rogándome. Mi amiga era como una niña de nueve años. Sentía que debía protegerla y al menos mantener su felicidad a mí alrededor. -No podemos. Sabes que no quiero estar en el mismo lugar donde se encuentra él, te lo dije y lo sabes. –Mi voz sonó más firme de lo esperado. Ella se cohibió. -Son las nueve, -miró su reloj. –No hay nada interesante aquí. -Si quieres puedes ir tú, pero no me meterás en el mismo auto con Bastian–Fue ese momento cuando Ray se acercó a nosotras. -¿Listas? –Even negó con la cabeza resignada. -Solo seremos nosotros. Lina no quiere ir, -se encogió de hombros. Ni por todos los chocolates del mundo iría dentro del auto con esos dos. Even se fue con ellos, miré su espalda mientras partían de la fiesta. Solté un suspiro de frustración, habíamos ido las dos juntas para que ella ligara con Ray y lo había logrado, mi amiga se estaba yendo con Ray en su auto en estos momentos. -¿Enserio te dejó? –la voz de la chica con la que se encontraba ante Bastian  llegó a mis oídos. Ellas no se habían dado cuenta que seguía allí. -El idiota de su amigo se ligó a una chica y le dijo que se fueran para que echara un polvo –La de vestido rojo frunció los labios molesta de que Bastian Pudiera irse con él. –Hoy iba a dormir con él, pero antes de que me lo ligara llegó Ray. –Cruzada de brazos la vi con una cara de molestia absoluta ¿Por qué Bastián Había pedido irse con él? ¿Por qué rechazó un buen polvo con la rubia? De pronto caí en la cuenta que mi mejor amiga se había ido con él. Todo era mentira de la dichosa fiesta, quería llevársela para follarla en la parte trasera de su auto. Salí corriendo pidiendo a Dios de que no se hubiera ido, para cuando me encontré afuera de la casa el auto ni mi amiga se encontraba. -¡Mierda! –volví dentro de la casa para investigar a qué dichosa fiesta según había ido. Encontré que si había otra fiesta a unas cuantas cuadras de la que yo me encontraba. Muy pocos parecían entusiastas en ella. Agradecí a mi madre de que me diera el auto para venir. Me puse el cinturón de seguridad, mi amiga estaba en problemas y yo iba como un superhéroe para salvarla. La casa estaba más llena de personas de la que me encontraba anteriormente. Bajé de mi auto encontrando el de Ray estacionado fuera de la casa, eso quería decir que si venían a la fiesta. Tal vez era una de las tácticas de Ray pero yo lo conocía bien, bueno al menos de los chismes que decían las chicas de él con las que había estado. Como un halcón miré por todos lados tratando de encontrar a mi amiga. Así que fui directo a la cocina de donde salían todos con vasos en las manos: pensé que lo primero que harían todo es ir por una bebida. Entré con la multitud en la puerta de la cocina, tuve que abrirme paso a empujones y con falta de aire. Me maree de ver a tantas personas en ese espacio tan pequeño que me faltó el aire. No me gustaba estar en lugares tan pequeños y con demasiadas personas a mí alrededor, me atosigaba y hacía que me faltara el aire. En la cocina tampoco se encontraban, salí de ese pequeño lugar que me asfixiaba y me dirigí a la pista, parejas bailaban al ritmo de una música techno. No sabía por dónde buscarla más. -Creí oír haber escuchado a tu amiga que no vendrías a la fiesta, -una voz seductora y ronca me habló por detrás de mi espalda. Sentí que había cambiado mucho su voz desde que hablé con él. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo instalándose en mi vientre. Tuve que empuñar mis manos para no caer de rodillas. No quería verlo a la cara, no quería tener sus ojos en los míos y mucho menos quería cruzar una palabra con él. Tuve que apretar los dientes y girarme lentamente para prepararme a lo que venía. De pie junto a mí con unos pantalones negros, botas del mismo color y una camiseta blanca, llegué hasta su cara. Una cara que sin duda alguna haría a cualquier chica pelear por él. -¿Qué? –pregunté. -No pareces ser el tipo de chica de fiestas, -puntualizó. –La última vez te fuiste muy temprano. -Pues tú no parecías ser el tipo de chico engreído y grosero, y mírate ahora lo estás haciendo. –Sonreí, -y el día que me fui de la fiesta fue porque tú estabas en ella. –Sus facciones eran serias y no podía ver sus ojos con la poca luz que se hallaba en la habitación. -Todas las personas nos sorprenden día con día, -Reflexiona. –Y tú eres la que más me haz sorprendido. –Alcé las cejas hasta el nacimiento de mi cabello. -¿Y eso por qué debería serlo? Abrió la boca pero la volvió a cerrar con una sonrisa instalándose en sus labios. -¿Por qué no mejor te lo digo pero con un baile? –me ofreció su mano. Negué con la cabeza. -Nunca. –Solté. -¿Nunca te han dicho que no digas nunca? –preguntó burlón. Empuñé las manos. –Solo un baile, y te lo diré. -No me importa lo que pienses de mí. –Me crucé de brazos. -¿Segura? –Asentí. –Entonces solo concédeme el baile por gusto. –Su mano seguía extendida hacia mí, pero no la tomaría. Aun así un huracán llegara en ese momento, no la tomaría. -No pierdas tu tiempo. No te daré un baile, solo quiero encontrar a mi amiga e irme. -Entonces, si me das un baile te diré dónde está ella. -Dímelo, -ordené. -No, si no me das un baile. -Ya te dije que nunca bailaría contigo.  -Lo he escuchado muchas veces, pero a lo último terminan en mis brazos, -lo fulminé con mis ojos, ya sea que no me estuviera viendo o si lo hiciera. -Idiota. -Eso también lo he escuchado muchas veces, y el resultado sigue siendo el mismo. -Patán. Su sonrisa se volvió más grande. –Esa es una nueva palabra para mí. Nadie me la había dicho. -Dime en donde se encuentra mi amiga. Espero que tu sucio amigo tenga alejada las manos de ella porque si no se las verá conmigo. -Ray la tiene a salvo, no te preocupes. –Miré su mano sospechosamente que seguía extendida hacia mí. -No me confío de ninguno de los dos, -escupí. –Están cortados con la misma tijera. -Somos como hermanos ¿Qué puedo decir? –su hipocresía no tenía límites. –Toda mi vida lo he conocido. Es el único que fue mi amigo en la infancia cuando nadie lo quería ser. Abrí la boca para decirle que eso era mentira. Ray,no era su mejor amigo de la infancia, lo fui yo. Él fue después de que….algunas cosas pasaran. -Deben ser muy unidos entonces. Se han de compartir los secretos de cama. Negó con la cabeza. –Eso es privado y respeto a las mujeres. –Reí. Enserio reí fuertemente. -La mejor broma de mi vida, me haz hecho la noche. –Su cara era seriedad absoluta. No parecía agradarle que me estuviera riendo en su cara. -¿Qué rayos sucede contigo? ¿Qué concepto tienes de mí? –molesto bajó la mano. Al parecer se le había quitado las ganas de bailar conmigo. -El único que varias personas desconocen, –Afirmé. -¿Quién te ha llenado la cabeza de mierda sobre mí? –preguntó. -Yo sola lo he descubierto. -¿Y según tú que haz descubierto? –Se cruzó de brazos. -La persona falsa que eres. -Guau. Me sorprendes, ¿Qué piensas, entonces que soy? Negué con la cabeza. –No eres la persona que dices ser. Llevas doble vida, y nunca haz recuperado la verdadera persona que eres. –Frunció el ceño y cruzó sus brazos. -¿Qué? –parecía confundido. -¿Cómo sabes? -¿Cómo se algo que todos desconocen? –pregunté divertida. Sabía muchas cosas de él, el tipo de persona que era y el que decía ser. Una persona falsa que aparenta algo que no era, y se ganaba el amor de todos por ser alguien que realmente ni él mismo conocía. –En la vida existen personas más observadoras de las que crees. -Eso quiere decir, ¿que me haz estado vigilando? –enarcó una ceja con una sonrisa en sus labios. Reí fuerte. –No eres tan interesante para dedicar mi vida a hacer eso. -Ajá, -sonrió engreído. -No lo eres. –Reafirmé. -Sí, lo que tú digas, -la frustración me invadió. Empuñé las manos lista para darle un golpe en su rostro. -Deja de jugar conmigo. Y dime dónde está mi amiga. Se encogió de hombros. -No lo sé. -Pero me dijiste que sabías dónde encontrarla, me engañaste. -Sí, lo hice. -Eres un mentiroso. –Salí de la pista molesta y lo empujé a un lado. Claro que no se movió. Respire aire puro cuando salí de la casa. Bastian había cambiado mucho. Odiaba que me mintieran las personas. Odiaba que él se hubiera convertido en una de ellas, que el antiguo Bastian desapareciera. ***  -Creo que las personas nunca van a dejar de mentir. –Argumentó. –Todos los adultos mienten. –Me dijo esa tarde cuando estábamos en el patio de su casa acostados en el pasto bajo un árbol chupando una paleta de hielo. -Los adultos siempre nos mienten, –Confirmé. Recordaba cuando mi tía me había dicho que íbamos al parque de diversiones, para que yo me bañara. No fuimos al parque de diversiones, fuimos al dentista. No la perdoné desde entonces, y no volví a creer en lo que me decía. -Mi mamá me dijo que santa Claus existía y era mentira. –Lo miré abriendo los ojos tan grandes. -¿Ya te lo dijo? –frunció el ceño. -¿Ya lo sabías? –preguntó dejando que se derramara su helado en la hierba. -Mi mamá me lo dijo hace unos días y me enojé con ella que no le hablé por una semana. –hice una mueca. También nos había mentido en eso, me molesté porque me arruinó la navidad de todos los años. Ya no esperaría a Santa Claus,por las noches esperando que dejara un regalo para mí, sino que ya sabría que eran mis padres que lo compraban. -Todas las personas mienten, y odiaría convertirme en una de ellas algunas vez,cuando crezca. –Se acostó nuevamente en el pasto y miro el cielo. Yo también lo odiaría si se convirtiera en una de esas personas. *** Me metí al auto y dejé escapar un suspiro, apreté el volante tan fuerte que mis manos se pusieron blancas. Llamé varias veces al celular de mi amiga,pero me mandaba al buzón. Finalmente me rendí y me fui de ahí. A la mañana siguiente cuando vi su auto en el aparcamiento de la escuela corrí dentro para saber qué había pasado con ella, le había dejado miles de mensajes que no contestó. La encontré en la entrada -¿Qué pasó contigo anoche? Te dejé varios mensajes , te llamé y tú nunca te dignaste a responder mis llamadas o mandarme un texto de que estabas bien. -Calma, Lina. Estoy bien, aquí estoy. –Me dio una gran sonrisa y caminamos hacia dentro del instituto. -¿A dónde fuiste con Ray,anoche? Después de que se fueran los seguí a la fiesta y no te encontré. -Estuve con él unos minutos y después me fui sola a casa, -fruncí el ceño. -¿Por qué? ¿Acaso te hizo algo? –me alarme. Sacudió la cabeza. -No. No me hizo daño, se portó muy bien conmigo y no trató de hacer nada que no quisiera. -No parece ser el mismo Ray que conozco del que me hablas. -Él no es tan malo como crees. -¿Y piensas que ya lo conoces porque ayer estuviste con él por unos minutos? –negué con la cabeza. –No conoces a una persona en ese tiempo, Even, nunca es tiempo suficiente para conocer a nadie. -Llevas diciendo eso desde que íbamos en la secundaria. -Y te lo seguiré diciendo para que nadie te decepcione. -Lina en esta vida sino hay decepciones, entonces no haz vivido,porque cada momento con cada persona que conoces se vive una experiencia y si no la haz vivido si no te han decepcionado,entonces tu caso es muy grave. -Me han decepcionado y es por ello que te lo digo, el proceso es muy desgarrador si proviene de la persona que más quieres. -Lo sé. Pero dale una oportunidad a Ray, y también dásela a Bastian. Todos merecemos una segunda oportunidad en la vida. –Me dio una mirada lasciva y se fue. No era fácil dar segundas oportunidades, y mucho menos dársela a Bastian,quien era la persona que más odiaba y le tenía rencor. *** La únicas clases que llevaba con él era cálculo y física, y era muy bueno en ambas materias. En casi toda la clase participaba sobre física, yo participaba más en cálculo. Podría decirse que era una competencia lo que a él le causaba gracia,porque siempre que comentaba o pasaba a resolver un ejercicio miraba en su dirección y lo encontraba mirándome con un desliz de humor en su rostro. -La próxima vez estudia la ley de los exponentes. –Dijo cuándo me iba a sentar en mi silla. Apreté mi puño para contenerme. Solo había sumado mal los exponentes por lo cual el resultado me salió mal. -La compañera tiene un error en su resultado, ¿Alguien que quiera corregirlo? –Bastian,se levantó y caminó a lo que yo llamaría la venganza de verme hacer algo mal en clase delante de todos. Lo corrigió y el profesor le agradeció. Lo vi sonreír cuando se sentó. Solo no podía soportarlo más, no veía el día en que me graduara de esta preparatoria y saliera de aquí para no volverlo a ver en toda mi vida. La graduación estaba a solo unos  meses y eso me frustraba, cada día que me lo encontraba en los pasillos lo evitaba a toda costa o si miraba en mi dirección que era rara la vez lo fulminaba con la mirada. Los recuerdos eran más intensos cada noche atormentándome, solo no podía olvidar todo el daño que le hizo a mi corazón. En la cafetería yacía con su grupo de amigos riendo, me senté a lado de Even. -¿Qué sucede con él? –le di una mirada rara a Ray quien no paraba de mirar en la dirección donde mi amiga se encontraba sentada. -No lo sé. –Subió un hombro y lo dejó caer nuevamente. -Pues creo que le daré una servilleta porque está babeando. Puse los ojos en blanco,a lo que ella rio. -No te preocupes por él, es un chico encantador. -Mhm. -¿Por qué solo no le das una oportunidad? Volvía con lo mismo. -No discutiré eso contigo ¿Ok? Así que déjame almorzar a gusto. Pasé todo el día tratando de concentrarme en mis clases siguientes sin la pregunta que me rodeaba la cabeza que me había hecho Even. ¿Por qué no darles otra oportunidad? Era algo que no veía que iba hacer, darles otra oportunidad significaba enterrar todo el pasado y los malos recuerdos que él me había hecho pasar. Las lágrimas derramadas cada noche desde que era una niña. Eso no se olvidaba fácilmente, no se borraba como un error hecho en un cuaderno de un niño. Nada de ello se iba a borrar hasta que no consiguiera respuestas y el pasado se enterrara, solo entonces iba a encontrar la paz y a dejar que mi corazón se liberara de todo el odio y rencor que lo consumía. Pero para entonces tenía que hablar con él y desenterrar todo lo que por alguna razón parecía no recordar, debía de ser un juego de él para hacerme sufrir más. -¿Lista? –preguntó cuándo entró a mi auto. -¿Para qué? -El viernes en la noche hay una fiesta en casa de Ray y quiero que estés ahí. -No sueñes. -No estoy soñando, es un hecho. -Even, -advertí. Ella estaba jugando sucio y se comenzaba a pasar de la raya. -¿Qué estás tratando de hacer, eh? -Sacándote a una fiesta como la amiga que soy ¿Cuándo fue la última vez que te divertiste? -Justo ayer leyendo un libro y viendo una película con mi mamá comiquisima. Me dio una mirada de soslayo. -Eso no es ni de lo cerca que está de divertirse. Así que el viernes en la noche pasaré por ti,para ir a esa fiesta. -Ni de coña. Chasqueó la lengua. -Ya lo veremos. Encontré a mi mamá en la sala viendo una película, me senté a su lado y hundí mi cara en su costado. -¿Qué sucede mi core?  Mamá me decía core como apodo porque realmente era de ascendencia  coreana por parte suya. Hice un puchero, apagó la televisión y me jaló más cerca de ella. -Even quiere que vaya a una fiesta con ella el viernes. -Eso es bueno. -Pero es en la casa de Ray y es seguro que estará Bastian. -No lo quieres ver. Sacudí mi cabeza. -¿Cuándo enfrentarás el pasado con él? Volví a sacudir mi cabeza. -Core, eres una adulta y necesitas enfrentar tus problemas. Y lo único que haces es evitarlos ¿hasta cuándo? -Hasta cuando vaya a la universidad y no lo vea nunca más. -Estás hablando como una cobarde y yo no críe a una hija así, –reprendió. -Mamá, conoces la historia y sabes lo que me hizo no sé por qué tú y Even insisten en que hable con él o vaya a una fiesta donde él estará. -Debes empezar a confrontar tu pasado con él o tarde o temprano el pasado te confronta a ti y no será divertido. Sentí mi vista cristalina. Había sido mala idea decirle sobre la fiesta. Me zafé de su agarre y corrí escaleras arriba sin antes escuchar a mi mamá gritarme que fuera valiente. Esa palabra había sido una de mis peores motivaciones. *** -Dile mañana que quieres hablar con él, cítalo en algún lugar de la escuela o en la tarde. Sé valiente. Lo había hecho durante la secundaria. Había sido valiente y eso me costó mi corazón roto junto con mis esperanzas. Lo enfrenté en el pasillo de la secundaria solo por suerte no estaba rodeado de sus amigos. -Bastian, -me paré frente a él nerviosa de que me rechazara la invitación. Su rostro se frunció en un ceño. -¿Eh si? Eres…-estaba recabando en todos sus pensamientos tratando de recordar mi nombre. –Lina Han -Sí, soy Lina  –sonreí tímidamente. -Bueno Lina ¿Qué sucede? -Eh,yo quería preguntar si podíamos hablar hoy en la tarde. Su ceño se profundizó. -Sé que no vamos en el mismo salón y lo único que tenemos en común es a una amiga. Pero tengo que hablar contigo sobre un tema muy importante, sé que si no quieres ir no pasará nada,pero esto es muy importante para mí. -Iré. Dime la hora y el lugar. Le escribí un papel con la dirección y me despedí con un ‘gracias’ porque estuviera accediendo a hablar conmigo. Ese día fue el último donde perdí las esperanzas con él. Ese día él me decepcionó más de lo que una persona podría hacer en tanto tiempo. Ese día terminó para mí. Ese día él no llegó. *** Lo recordaba muy vívidamente, el mismo dolor que me causó al no ir. Y nunca me dio una excusa del por qué no fue al lugar donde habíamos quedado. Al día siguiente siguió como si nada y nunca miró hacia mí, su aspecto había cambiado y se veía cansado, quise preguntarle sobre por qué no llegó pero pensé que no debía tener ese derecho en él y no lo tenía. No éramos nada. No volvimos hablar, desde ese momento el antiguo Bastian que yo creí seguía en el fondo,murió para mí y todo lo bueno que creía que todavía había que salvar en él se esfumó. Bastian había muerto para mí.  La única persona que veía todos los días era a un chico engreído, arrogante, superficial y egoísta. Valiente,no significa siempre que obtendrás la fuerza de soportar con el dolor o la decepción.  Valiente,es una palabra que para mí carecía de valor.
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