CENA

1718 Words
Esparzo gel de baño por mi cuerpo buscando quitar de este el cloro de la piscina pensando en la extraña conversación que tuve con Luckyan. Sonrio divertida negando con la cabeza ante el recuerdo mientras termino, rápidamente me enfundo en el conjunto deportivo dejando mi cabello suelto antes de salir de las duchas. Camino a la salida justo cuando mi celular suena y al ver que se trata de mi madre ruedo los ojos, pero decido contestar ya que si no lo hago seguirá insistiendo. - Estoy bien – respondo en cuanto contesto. - ¿se te olvido la educación? – pregunta ella del otro lado de la línea - ¿esa es forma de saludar a tu madre? - ¿Qué quieres? - Saber cómo estas, ¿es mucho pedir? – habla molesta - Te envíe un mensaje, ¿Qué más quieres? - ¿Por qué no has utilizado la tarjeta que te di? - La tire – respondo sin más – si es todo, vuelve a desaparecer y te prometo enviarte un mensaje dejándote saber que estoy bien. - Viorica… - advierte, pero antes de que pueda hablar cuelgo la llamada. Guardo el celular en la mochila siguiendo mi camino, pero no doy ni dos pasos cuando Scott aparece frente a mí. - Sigo esperando respuesta a mi mensaje de esta mañana – habla mirándome a los ojos lo que me hace sonreír. - A tu mensaje le falto tu número de celular – respondo a lo que él asiente con la cabeza. - Mi error – lo veo tomar su celular extendiéndomelo - ¿me das tu número? – lo tomo marcando mi número haciendo una llamada perdida para tener el suyo. - ¿vayamos a cenar? – pregunta regalándome una sonrisa que me acelera el pulso, paso saliva bajando la mirada al reloj en mi muñeca viendo la hora. - ¿no nos meteremos en problemas si nos ven juntos? – pregunto empezando a caminar – estoy aquí por una beca, no quiero perderla. - ¿Qué te gustaría comer? – pregunta guiándome hasta su auto que se encuentra en la acera. - Sorpréndeme – respondo accediendo subiéndome al auto cuando me abre la puerta. Cuando lo veo rodear el auto para subir vuelvo la mirada a la entrada de la piscina veo al imbécil enarcar una ceja antes de darme una sonrisa maliciosa, cuando nos ponemos en marcha aparto la mirada con una sensación extraña en el pecho, pero decido ignorarla concentrándome en el hombre que se encuentra junto a mí. - ¿entonces? – pregunto girándome un poco observándolo - ¿no nos meteremos en problemas? - Dependerá de ti – se vuelve a verme guiñándome un ojo haciéndome sonrojar. - ¿te gusto? – pregunto haciéndolo reír. - Desde el instante en el que entré al salón y te vi – responde dejándome perpleja – luego de la primera clase me encontraba ansioso por que llegara el día de verte buscando un indicio de que yo pudiera gustarte… - ¿enserio? - Sí y estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario – dice deteniendo el auto para mirarme a los ojos – quiero que tengamos una relación, noviazgo o como quieras llamarlo. – paso saliva sintiendo mi pulso acelerarse – soy consiente que eres mucho más joven que yo y recién inicias la universidad, por eso iré a ritmo que tú quieras. - ¿A dónde vamos a cenar? Pone el auto en marcha iniciando una trivial conversación hasta que un rato después el auto vuelve a detenerse en un estacionamiento subterráneo, me vuelvo a verlo que sonríe bajando del auto rodeando el mismo abriéndome la puerta. - No creo estar vestida para el lugar al que creo que vamos – comento caminando a su lado al ascensor. - Para mi te ves hermosa – sonrio cuando las puertas de este se abren por lo que entramos. - ¿Cómo quieres que lo hagamos? - No quiero poner en riesgo mi beca – respondo mirándolo a los ojos – podemos mantenerlo en secreto. - Hare lo que tú quieras – toma mi mano dejando un beso en esta, de repente mi celular empieza a sonar, por lo que lo tomo frunciendo el ceño al ver que se trata de un número desconocido, así que rechazo la llamada poniéndolo en silencio. Cuando las puertas se vuelven abrir observo el lugar viendo lo hermoso de este, tomados de la mano caminamos hasta la recepcionista que observa a Scott antes de posar sus ojos en mi haciéndome reír ya que soy consciente de lo diferente que somos y lo extraño que debemos vernos ante los demás. él se encuentra enfundado en un traje sin corbata en color n***o, mientras yo me encuentro vestida con un conjunto deportivo en color n***o y tenis blancos. - Buenas noches – saluda ella con una falsa sonrisa - Tenemos una reserva a nombre de Scott Lee - Por aquí por favor – nos guía por el lugar hasta una mesa para dos junto a la ventana. - Estabas seguro que vendría – digo cuando él me corre la silla para que me siente. - No, pero si aceptabas quería impresionarte – responde dejando un beso en mi cabeza antes de sentarse en su lugar – si no aceptabas, solo debía llamar y cancelar la reserva. - ¿así de simple? – pregunto divertida a lo que él asiente con la cabeza. - Créeme que realmente quería que aceptaras – toma mi mano sobre la mesa. Luego de que pedimos la cena empezamos hablar de trivialidades, nos reímos de cosas sin sentido y mientras cenamos lo observo pensando en lo diferente que somos. Sin embargo, debo admitir que siempre he tenido una fascinación por hombres como él, siempre he soñado con pasar mi vida junto a un hombre como Scott. Un hombre mayor, inteligente, que sepa lo quiere y que sea estable. Solo tengo dieciocho años, desde que junto a mi padre elegimos a que universidad iría me concentre en estudiar para entrar a Yale, nunca tuve una relación ya que los chicos de mi edad jamás llamaron la atención hasta que… “Quién en su sano juicio se detiene a mitad de la vía” el recuerdo de ese idiota viene a mi mente haciéndome fruncir el ceño, porque no debería ser él quien debería estar en mi mente. Sacudo un poco la cabeza concentrándome en Scott que me cuenta una de sus anécdotas mientras estuvo en la universidad. Un par de horas después estamos de vuelta en la universidad, me vuelvo a verlo cuando detiene el auto en la entrada de la residencia. Scott me observa mientras lentamente se acerca mi mirándome a los ojos, pero cuando pienso que va a besarme toma algo de la guantera antes de apartarse poniendo una caja de cartón frente a mi. - Un recuerdo de esta noche – bajo la mirada a la caja en su mano quitando la tapa de está encontrándome con una espera de cristal, la saco viendo que dentro de esta hay una rosa en color blanco. - Hermosa – miento tratando de ocultar el hecho que no me gustan las rosas blancas. Sonrio de forma fingida tratando de que no se cuenta y al parecer lo logro – gracias – vuelvo a meterla en la caja poniéndole la tapa volviendo la mirada a sus ojos. – debo irme – beso rápidamente su mejilla. - Nos vemos mañana – asiento con la cabeza antes de bajar del auto. Camino al interior de la residencia con una enorme sonrisa que continua cuando entro a la habitación encontrándome con April sentada en su escritorio, al escucharme se vuelve a verme quitándose los lentes que usa cuando esta frente al computador o estudia. - ¿Dónde estabas? – pregunta divertida a lo que yo niego con la cabeza cambiando a mi cama donde dejo mi bolso y caja antes de ir al closet por mi pijama. - Fui a nadar – respondo desnudándome – y tuve un muy cliché encuentro con tres chicas que me exigieron alejarme de los hermanos Sinclair. - ¿Quién? – pregunta emocionada a lo que yo ruedo los ojos. - Solo escuche el nombre de la que supongo es la abeja reina – respondo poniéndome el pijama – Siena – abre los ojos perpleja - ¿Qué? - ¿Siena Belfort? – frunzo el ceño confundida a lo que ella toma su celular buscando algo en este antes de venir hacia mi - ¿ella? – me enseña una foto de la chica. - ¿Belfort? – pregunto divertida – dime por favor que su padre es el lobo de Wall Street – April estalla en una sonora carcajada negando con la cabeza. – seria lo único impresionante que tendría. - No es hija de Jordán Belfort, pero su padre si tiene una empresa de corredores de bolsa. - Qué triste – respondo haciéndola reír mientras se sienta en el borde de la cama tomando la caja de cartón. – curioso que siendo la abeja reina palideciera ante la niña Sinclair. - ¿Irisa? – pregunta sorprendida - La salvo de visitar un cirujano plástico – respondo a lo que ella enarca una ceja a modo de pregunta – pretendía abofetearme - Esto cada día se pone mejor – comenta abriendo la caja sacando la esfera – que hermosa, amo las rosas blancas. - Quédatela – digo a lo que ella me observa curiosa – yo las odio, me recuerdan el peor día de mi vida. – continua con la misma mirada esperando que siga - ¿Por qué se pone interesante? - Irisa vino buscándote - ¿Qué? ¿Por qué? - No lo sé, me pidió tu número - ¿se lo diste? - Es Irisa Sinclair, ¿Por qué no se lo daría? - se encoge de hombros como si nada - ¿Quién te la dio? - Es un secreto – respondo sin más haciéndola reír. - ¿Qué harás en acción de gracia? – pregunta tomándome por sorpresa. - Estudiar - ¿no iras a casa? – pregunta confundida a lo que yo niego con la cabeza. - No tengo una “casa” a donde ir…
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