Alessandro.
Después de trabajar todo el día busco a Raven, ella terminó su clase con la mujer que le enseña a cocinar hace como media hora, o al menos eso espero. La busco por todos lados, voy a la cocina y tampoco esta. Sé en donde puede estar, voy a mi habitación y ahí está ella.
¡¿Qué está haciendo?! Ella mira mi álbum.
—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Dame eso, no tienes permitido tocar esto! ¡¿Por qué te metes en lo que no te importa?!
Sus ojos se llenan de lágrimas rápidamente.
—Lo siento, no pensé que te molestaría. Solo quería una foto tuya para llevármela, mi amor.
—Lo siento, no debí gritar, linda, perdóname. Es solo que no me gusta que toquen mi álbum.
La tomo de la mano, me siento en la cama y le pido a ella que se siente en mis piernas. Acaricio su cabello, después limpio sus lágrimas.
—Tranquila, linda.
Beso su cuello y mejillas, hasta que deja de llorar.
—¿Puedo hacerte una pregunta, mi amor?
—Sí, linda.
—Jura que me dirás la verdad, y responderás lo que sea que pregunte.
—Está bien, lo juro, ¿qué quieres saber?
—Solo tienes una fotografía de cuando eras un niño, por cierto, muy lindo y tierno, ¿qué edad tenías?
—Diez años.
—¿Por qué solo tienes esa fotografía? ¿Tienes alguna de cuando eras bebé?
—No, no tengo, como lo dije antes, crecí en un orfanato, creó que tenía algunas otras, pero las perdí en el camión de mudanza.
—¿Por qué en la parte trasera de fotografía dice Genko MC-Daniel? Tú eres Alessandro Tamar.
—Había un pequeño niño en el orfanato, murió a los diez años en ese maldito lugar, creó que solo fue una confusión, ese niño es Genko MC-Daniel.
—¿Qué le pasó, mi amor?
—¿En verdad quieres saberlo, Raven?
—Sí, sí quiero.
—Te lo diré. Genko era un niño muy lindo y amable, nunca supo sobre sus padres, desde que tuvo uso de razón fue abusado por tres niños tres años mayor que él. Lloraba todas las noches, soñaba con encontrar una familia que lo amará y tener un hermano menor o mayor.
»El acoso fue horrible, esos tres malditos niños lo dejaban sin comer por días, lo golpeaban y pateaban hasta que lo veían vomitar sangre. Lo acusaban de cosas que no había hecho y la directora les creía, fue catalogado como un niño problema y por esa razón nunca lo adoptaron. El niño que era como el líder del grupo, sus futuros padres adoptivos le regalaron un lindo conejito blanco. Un día por la tarde el pequeño fue a la cocina por Elena, una hermosa mujer que era la cocinera, ella fue la única mujer que lo trataba con amor, lo más cercano a una madre.
»Cuando entro a la cocina Genko, se encontró con una escena horrible. Esos demonios querían cocinar vivo a ese pobre conejito, trato de interferir, pero ellos quemaron sus manos, sus gritos de dolor fueron desgarradores. Hasta que llego Elena, ella lo salvo y le curo las manos. Los chicos fueron castigados, pero solo por una noche sin cenar. Al día siguiente, Genko fue despertado por la directora y los tres chicos frente a su cama. Ellos lo acusaron de matar a ese pobre animalito, lo degollaron bajo su cama y lo culparon a él. La directora encerró a Genko, lo llevaría a otro orfanato para niños agresivos, pero antes de que eso pasará Genko mato a la directora, después robo un poco de dinero de su oficina y una navaja y fue a su habitación por un poco de ropa, pero antes de poder escapar entraron a la habitación esos tres demonios, Genko corto a todos con una navaja y huyó. Nunca se supo de él, dicen que murió, yo creo que fue así.
—Pobre niño, espero que esos chicos hayan tenido su merecido, sé que ahora deben ser adultos, pero qué asco de personas.
—No es así, el líder de la banda tiene una hermosa familia, es millonario y muy conocido. Y los otros dos hombres también tienen buenas vidas.
—Espero que ese niño, en donde sea que se encuentre, sea feliz.
—Yo también espero lo mismo, Raven, te haré una pregunta, ¿qué pensarías si Genko quisiera vengarse con la hija del líder de esa pandilla? Solo imagina que él conoce por casualidad a la hija de uno de sus agresores, la chica se enamora de él, pero él solo la usa para vengarse, ¿qué le dirías tú a Genko si estuviera aquí?
—Qué no es justo, los hijos no deben pagar por los errores de sus padres, y me sentiría mal por la chica. Ella no es culpable de nada, más que solo amarlo. ¿Tú qué piensas, mi amor?
—No lo sé, linda. Pero de algo estoy seguro, y es que esos tres chicos pagarán muy pronto.
—Alessandro, tú tienes quemadas las manos, ¿a ti te paso algo igual?
—No, no me pasó eso, yo me quedé por accidente, linda.
—Qué alivio, por un momento pensé que tú habías pasado por lo mismo.
Escuchamos un celular timbrar, es él de ella.
—¡Hola, mamá! ¡¿Qué es?! Está bien, pediré permiso en la academia y estaré ahí lo antes posible, nos vemos, te quiero.
—¿Pasa algo?
—Es mamá, sé que es temprano, pero debo irme, dicen que tendremos un invitado sorpresa esperando en casa, iré por mi bolso a mi habitación.
—Está bien.
Salgo de mi habitación y espero a Raven abajo.
Ella baja por las escaleras, se despide y después se va.
Contar esa historia me revolvió el estómago.
Raven.
Llego a casa y bajo del taxi, estoy a punto de abrir, pero la puerta se abre.
—¡Hola, cariño!
—¡Tío, Gabriel!
Abrazo al tío Gabriel.
—Hablemos adentro, Raven.
Nos sentamos en el sofá a platicar.
—¿Cómo estás tus padres?
—Muy bien, mi papá ya no es modelo, se convirtió en fotógrafo profesional y mamá ya sabes que es dueña de una marca de lencería y otros artículos. Les va muy bien en este momento.
—Me alegro por ellos, Dante, su esposa Carina y sus dos hijas, Damla y Cassie, ¿cómo están?
—Muy bien, tío Gabriel. Dante es veterinario y Damla estudia arquitectura y Cassie ciencias naturales, Carina es abogada.
—Me alegro por todos ellos, hija.
—¿Tú a que te dedicas, tío?
—Seré el director en una de las mejores universidades de este país, por eso me mudaré y otra vez estaremos todos unidos. Sabes que tu padre, Dante y yo crecimos juntos en un orfanato y somos como hermanos, y tú eres mi sobrina favorita, no le digas a Damla y Cassie.
—¿Crees que Cassie aún está enamorada de ti?
—No me recuerdes eso, ¿recuerdas cuando se me declaró? Era solo una niña y me canto una canción frente a todos, fue tan vergonzoso.
—Tiene novio, y 21 años, debe haberlo superado, han pasado diez años desde que te fuiste.
—Eso espero, o Dante me matará, ¿qué te parece si invitamos a toda la familia y hacemos una cena deliciosa?
—Está bien, será como en los viejos tiempos, pero antes de eso, saldré por un momento y volveré, tú prepara la cocina y espérame. De todas formas, a penas son casi las cuatro.
—Está bien, tío Gabriel.
Él me da un abrazo y se va.
Alessandro.
Ha pasado una hora desde que ella se fue, cenaré temprano y me iré a dormir. Por alguna razón me siento triste, y sé que la extraño, pero solo es por sexo, nada más.
Bajo por las escaleras, el timbre suena y me dirijo a abrir. Cuando lo hago me sorprendo al ver...
—Alessandro, ¿podemos hablar? ¿Me recuerdas, verdad?
Es el bastardo de Gabriel.
Continuará...