Prólogo

1021 Words
Es increíble como en cuestión de segundos nuestro destino puede tomar otro rumbo, me pregunto quien estará manipulando nuestras vidas tanto a su gana. Aunque soy de las personas que creen en el Dios todopoderoso, pero no podemos echarle la culpa de todo a Dios, ¿o sí? ¿Acaso será la voluntad de Dios que me hayan arrebatado la vida de esa manera?, no lo creo, tal vez simplemente confié en la persona equivocada. Siento como mis manos resbalan de los hombros de aquel hombre al que llamé “amor de mi vida” lo peor fue ver en sus ojos la indiferencia ante tal confesión. Quería limpiarme los oídos, despertar de esa pesadilla, pero era real, tan real que estaba sintiendo el dolor correr por mis venas. —¿Me vendiste? —le cuestioné sin poder creerlo todavía. Se quedó mirándome fijamente a los ojos sin decir palabra alguna, no encontraba excusa, o tal vez sólo no iba a decir nada porque está más que claro que le da igual. Eso me llenó de rabia, empuñé mis manos sintiendo el coraje recorrer todo mi cuerpo, sentía que moría, y la ira era lo único que salía de mí en ese momento. —¡Contéstame! —le exigí. —, vamos —empujé su pecho lejos de mí, verlo quedarse estático solo aumentó mi furia, y de un momento a otro me encontraba golpeándolo sin querer parar, porque dolía, y mucho, quemaba. Me ardía verlo ahí, como si nada, tanto esperé este día, porque confié en que había sido mentira, confié con todo mi corazón que él desmentiría todo, y vendría a salvarme de este infierno, pero veo que me equivoqué. No sólo era decepción, me había roto el corazón. —¿Por qué? —pregunté, fijé mis ojos en los suyos sintiendo el salado de mis lágrimas llegar a mi boca. —. Sólo eso —hice un gesto de indiferencia con la mano. —Dijiste que ella no sabría nada —abrió la boca sólo para referirse al hombre que nos veía desde una pequeña distancia, me estaba ignorando. Prefería ignorarme, ¿estaba acaso arrepentido? ¿O no se esperaba verme tan destruida? ¿Creyó que iba a ser feliz así? —¡Te esto hablando! —le grité tirando de su brazo. —. Mírame, y respóndeme de una maldita vez, ¿puedes? —sacudí su brazo. —. ¿Eh? ¿Puedes ser un hombre? Remojó sus labios nerviosos, se removió inquieto sin saber que hacer, pasó su mano por su cabeza respirando hondo. —Las cosas no pasaron como piensas, linda —me aseguró, intentando tocarme, pero ya me daba asco. ¿Linda? ¿Todavía tenía el descaro de llamarme así? —¿Y cómo pasaron, Mateo? A ver, explícame, ¿no es lo que te he estado pidiendo? Una explicación… Escuchamos un suspiro del susodicho que asistía la telenovela que estábamos montando, porque para serles sincera, no puedo creer que esto sea verdad. —¿Puedes decirle de una buena vez que me debías y decidiste pagarme con lo más preciado que tenías? —dijo aquel, en tono de burla. Era frío como un hielo, no de esos supuestos fríos que por dentro eran una ternura, él lo era realmente, tanto por dentro como por fuera, es alguien que nunca querrías tener cerca, mucho menos meterte con él. —Déjame a solas con ella —pidió, es más, exigió, mi supuesto novio. Giré lentamente la cabeza hacia él, apenas pude levantar la mirada, se cruzó de brazos y suspiró. Algo dentro de mí me decía que no haría eso, y no tenía porque hacerlo. —¿Sabes? —inquirió enarcando una ceja. —. Me tiene harta esa mierda tuya —espetó. —. No es mi culpa que se haya enterado, fuiste un maldito estúpido, yo soy un hombre de palabra, y ahora te exijo que termines con este teatro y te largues de mi propiedad, no funciono con gente como tú —escupió sin piedad. No lo entendía, él se creía el más, no sé, sé que tiene mucho poder, pero no es para que se crea el mejor. Siempre habrá alguien mejor que tú. Lo detesto completamente. Me solté del agarre de Mateo, me distraje tanto que ni lo sentí. —Perdóname, Melisa —regresé mi mirada a él, ya no estaba sorprendida, era más que claro que era culpable, su silencio y su actitud, pero como siempre, queremos escucharlo, queremos matar la pizca de esperanza, de confianza que nos queda en esa persona. Di varios pasos hacia atrás poniendo distancia entre nosotros, no lo quería tener cerca. —¿No que te querías casar conmigo? —pregunté. —Nos iban a matar —se apresuró en decir. Me reí. —Y yo fui la oveja perfecta para sacrificar —afirmé señalándome, consternada. —Sí. Un simple sí que me dio como una navaja en el corazón, ¿Por qué dolía tanto? ¿Por qué si ya lo sé? Por un momento sentí la necesidad de agarrarme de algo porque ya me estaba dando algo, tal vez no era tan fuerte como pensaba, esto me estaba matando, sentía que se me iba el aire de sólo querer asimilar todo esto. Sí, tal como en las películas. —Pero te lo puedo explicar, eso es lo que deseas ¿no? —farfulló acercándose. Me alejé inmediatamente. —No, tú y yo ya no tenemos nada de que hablar, ¿okay? A partir de ahora, estoy muerta para ti —puntualicé. —. Cuando vendes algo, te olvidas de él, fácil y sencillo, no te costará hacer eso, ¿verdad mi amor? —expresé sarcástica. —Puedo solucionarlo… Me coloqué al lado de mi comprador, dejando en claro mi posición. —Supongo que no diste garantía. Esperé su respuesta y nunca llegó, por lo que suspiré y asimilé su silencio como un “no” —Claro que no, ni siquiera eres un buen vendedor —me reí sarcásticamente. —. No sé que esperaba —lamenté más para mí que para él.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD