Capítulo 7. Lección 2

2615 Words
Mariana no era una chica común. Eso lo había visto a lo largo de los días. Sebastián había decidido mantener un perfil bajo mientras trataba de averiguar quien era ella, es decir, sus gustos y deseos, pero conforme preguntaba sutilmente, se dio cuenta de que muy pocos o casi nadie sabía mucho sobre Mariana. La poca información que había conseguido en el transcurso de una semana, era qué ella tenía treinta y dos años, que su cumpleaños era el 31 de mayo y que asistía a terapia muy regularmente con la señorita Olivia, por lo menos una vez a la semana, lo cual era mucho para alguien que se veía relativamente normal. No es que alguien que fuese a terapia, tuviese qué verse físicamente inestable, pero Mariana era demasiado sería y reservada, demasiado. Sebastian intuyo que Mariana debía tener un serio problema emocional, uno que tal vez tenía que ver con ese antiguo novio qué él suponía qué la había dañado tanto como para sacar de su mente qué necesitaba un hombre para sentirse satisfecha. Eso lo frustraba, porque en ese caso, cualquier cosa que hiciera para conquistar a Mariana sería en vano y solo perdería el tiempo. Necesitaba saber si sus conjeturas eran ciertas o solo eran inundadas por su propio miedo a ser rechazado por ella. Ninguna chica en la qué él hubiese puesto el ojo había hecho algo similar y cabía la posibilidad de que Mariana fuese la primera. Caminaba hacia su última clase en el grupo de Mariana. Una tormentosa hora, sintiendo su mirada y recibiendo su atención, pero no de la forma en la qué a él le gustaría. —Buenos días, profesor Sallow—Lo saludo de pronto la voz de la señorita Olivia. Se detuvo cuando todos sus pensamientos se apagaron, giro hacia ella y sonrio al ver que su atractivo seguía siendo efectivo para algunas en la universidad. La señorita Olivia lo miraba como a pedazo de pastel, uno demasiado rico aunque demasiado caro para poder comprarlo. —Buenos días—se acercó a ella y repaso su cuerpo antes de mirarla a los ojos. Llevaba puesto una falta corta, medias negras, zapato de tacon altos y puntiagudo. Camisa blanca y un par de gafas qué no estaban bien acomodadas, como si su mirada lo estuviera incitando a ir a su oficina a realizar un acto indebido—disculpe que la moleste, pero tengo algunas preguntas sobre la alumna qué me indico deseaba qué le diera clases adicionales. La sonrisa de la señorita Olivia se desvaneció por un momento, se aclaro la garganta y se acomodo las gafas para mirarlo a los ojos, su expresión lucia sería. —¿Hay algún problema con ella? ¿No ha asistido a sus clases?—cuestiono enseguida y entonces Sebastián negó con la cabeza mientras meditaba si Mariana le habría exteriorizado qué no quería sus clases adicionales. —Para nada, ella es una buena alumna, es muy inteligente y astuta, aunque poco sociable—expresó Sebastián mientras pensaba en una manera de halagar la sin qué la psicóloga escolar se diera cuenta de las intenciones qué tenía para ella. —Si, ella tiene algunos problemas para socializar, pero hasta la fecha ningún otro profesor mostró algún inconveniente por ello—declaró extrañada. —Oh, no me mal entienda, el problema no es si es sociable o no, es solo que he notado cierto comportamiento de su parte qué me ha intrigado—expresó Sebastián sin desvanecer su carismática sonrisa—y me gustaría discutirlo con usted. —¿Conmigo?—frunció el ceño. —Si. ¿Qué le parece si la invitó a cenar esta noche como a eso de las nueve? —propuso con el fin de no tener que hablar sobre su interés en una alumna en medio de un pasillo de la universidad, qué a pesar de que Mariana era mayor de edad, en realidad no era ético tener que discutir con su psicóloga, cuales eran sus problemas emocionales. La señorita Olivia entendió que el tema de Mariana era tan solo una excusa para invitarla a salir. Entonces, su esbozo una sonrisa amplia y asintió con la cabeza. —Por supuesto, será un placer—se dio media vuelta, pero antes de comenzar a caminar, le dedico una mirada que por un breve instante, intimidó a Sebastian. Estaba rompiendo sus propias reglas solo por conocer los secretos de Mariana, pero no tenia de otra si quería saber si podía tener una oportunidad con ella. Tal y como él lo había intuido, la clase qué dio, fue técnicamente un tormento porque Mariana lo miraba de vez en cuando, solo cuando él detenía su explicación para hacer una pregunta. El bolígrafo de Mariana se detenía y solo entonces ella levantaba la mirada para ver si diría otra cosa, luego cuando volvía hablar, ella lo ignoraba. Sebastián comenzaba a detestar la manera en como lo miraba, de hecho, miraba con más emoción el libro que había estado leyendo últimamente. Él la había estado observando, siempre qué tenía un momento libre, se sentaba bajo la sombra de ese árbol en medio del jardín, leía como si el tiempo no pasará para ella y luego cuando un profesor llegaba a su salón, volvía a la realidad. Era la primera vez que Sebastián se interesaba por una chica así, solitaria y callada. Las chicas que él solía frecuentar era relativamente lo opuesto, sonrientes, amigables y muy sociables, de hecho, solían ser porristas, atletas reconocidas, modelos e hijas de papi, con hermosas sonrisas qué cautivaban a cualquiera, pero Mariana era un enigma. —Señorita Aguilar—se acercó a ella cuando termino la clase. Mariana lo miró encorvado un poco el ceño. Sebastián le hizo un ademán con la cabeza para indicarle qué saliera con el hacia el pasillo antes de que llegara el siguiente profesor. Mariana llevaba un vestido de lana de color blanco, junto con un abrigo color beige, botas negras y un bolso qué convinaba perfectamente con el estilo qué llevaba ese día. —Discúlpeme qué no hubiésemos tenido clases esta semana, tengo otro empleo del cual no pude librarme temprano estos últimos días—expresó y Mariana solo asintió como si fuera nada—¿La veo esta noche? —¿A la misma hora?—cuestiono. —Tengo un compromiso esta noche, así que será un poco más temprano. ¿Le parece bien a las siete y media?—propuso y Mariana solo asintió sin mostrar ninguna expresión emotiva por su próximo encuentro. Mariana desvió la vista hacia su derecha, justo al jardín y a su lado paso Camila, quien los había estado observando todo ese tiempo. Había mirado a Mariana con desdén y a su profesor con molestia. Desde que ella había vuelto, Sebastián había cambiado abruptamente y aunque hasta el momento él o Mariana le habían dado una mísera pizca de que estuvieran aprovechando sus clases extras para otra cosa, no podía evitar sentir celos de que Sebastián se estuviera prestándole atención a otra persona que no fuera ella. Al pasar junto a Sebastian, lo golpeó en el hombro al pasar, sin siquiera disculparse por el golpe. Mariana miró la escena, alzó las cejas y siguió la figura de Camila hasta que doblo el pasillo. Luego miró a Sebastian y cuando él captó un extraño brillo en sus ojos, como si sospechara qué entre los dos había ocurrido algo, él tenso el cuerpo y oscureció la mirada. —Bien, hasta entonces—dijo con seriedad dando media vuelta para seguir con su camino. Luego de un minuto, giro para ver si Mariana seguía ahí, ella ya había entrado de nuevo a su salón de clases, por lo que desvió su camino hacia el camino por el cual Camila se había marchado. Había ido al baño, pero el letrero qué indicaba qué era el baño para damas no lo detuvo. Cerro la puerta cuando llego y miro a Camila con desdén. Ella estaba lavando se las manos y cuando vio su reflejo en el espejo, sintió cierta excitación. Sebastián recorrió el pasillo de los sanitarios, viendo por debajo de cada cubículo para verificar que no hubiese nadie y al confirmar que estaban solos acorralo a Camila en la pared y la tomo por el cuello con cierta severidad. —¿Eres idiota o qué?—se quejó conteniendo sus ganas de cerrar aun más su tráquea con la fuerza de su mano—no quiero que nadie se atreva a insinuar nada sobre nosotros y tu te atreves a empujarme sin disculparte. ¿Qué crees que va a pensar Mariana Aguilar? Camila entrecerro los ojos y luego le dirigió una mirada mordaz. —¿Te molesta que alguien sospeche qué tuvimos algo o lo que en realidad te molesta es que ella lo sepa?—replicó colocando sus manos sobre la suya para que la liberará. —No digas estupideces—impugnó mientras oprimia su cuello con más fuerza—si vuelves hacer algo como eso, te juro que me encargaré de que tu padre sepa la clase de golfa qué tiene por hija. Sebastián la soltó y sin perder más tiempo, salio de ahí. Camila finalmente respiro, lo hizo con un sollozos porque si su padre recibía una queja como esa lo único que Sebastián lograría sería qué su padre le diera una fuerte bofetada no por lo que Sebastián dijera de ella, sino porque su padre esperaba que ella logrará engancharlo. *** El día de Sebastián fue muy atareado luego de la universidad, apenas había tenido tiempo de pensar en Mariana, pero cuando dieron la siete de la tarde, él salio del poder judicial sin darle explicaciones a nadie a excepción de su secretaria, ella solo sabía que su jefe tenía pendientes en la universidad, pero no sabia que o con quien se reunía, pero antes de salir se había perfumado y arreglado su cabello, preparado para una cita. Cuando llego a la universidad y vio a Mariana esperándolo, una sonrisa amplia se dibujo en sus labios. —¿Llego temprano?—cuestiono Sebastián al ver la hora, eran las siete con veinte minutos, él también había roto récord al cruzar varios kilómetros solo para verla. —Si—respondió sin darle muchos detalles, luego ambos entraron a la biblioteca y la siguiente clase adicional comenzó en la mesa qué Sebastián había elegido la última vez. A pesar de que Mariana seguía sin prestarle mucha atención a sus comentarios graciosos o su sutil coqueteo, estaba tranquilo porque esa noche sabría la verdad sobre ella, estaba preparado para embriagar a la psicóloga si hacia falta o incluso llevarla a la cama, siempre y cuando le contara los secretos de Mariana. —¿La llevo a su casa?—propuso, pero Mariana negó con la cabeza. —Hoy eligió un buen horario así que aun hay transporte público, no hace falta—le recordó y Sebastián se sintió frustrado por ello. —De acuerdo, entonces la veré el lunes—expresó levantándose de su lugar para extenderle la mano, algo que no habría hecho con nadie de no tener la urgencia de tocar su piel al menos una única vez. Mariana lo miró extrañada y se la estrecho. Cuando Sebastián tomo su mano se dio cuenta de lo suave qué era su piel, se notaba qué usaba mucha crema humectante y bloqueador solar. Si algo había aprendido de las mujeres, era qué las qué tenían esos detalles con ellas mismas es porque se preocupaban por la imagen que proyectaban a los demás y claro porque se querían a si mismas. Las mujeres gustaban de ser admiradas, no solo por hombres sino también por mujeres y Mariana era la viva imagen de lo que una mujer que se amara a si misma tenía que ser. No arrogante o vanidosa, sino ella misma. Mariana soltó su mano y luego se marchó de la biblioteca. Sebastián volvió a casa para alistarse para la cita y justo a las ocho de la noche, marco el número de la psicóloga para saber donde debía recogerla. La señorita Olivia había intentado cazar a Sebastian casi desde el primer día que lo había conocido, tanto así que le dio su número en caso de que necesitará qué alguien le mostrará la ciudad. Eso nunca ocurrió, pero Sebastián había guardado el número solo en caso de emergencia. Al final ambos habían quedado de verse en un restaurante a las afueras de la ciudad, un lugar que alguna vez había sido una antigua hacienda, pero hoy en día la utilizaban como restaurante y un salón de eventos porque el lugar era amplio y hermoso. Sebastian de gustaba un vino español cuando la señorita Olivia llego luciendo un vestido rojo ajustado con un escote pronunciado qué dejo a Sebastian con la boca abierta; sin embargo, su m*****o permaneció inmóvil porque ella no era el objetivo al qué Sebastián se había aferrado. —Disculpe la demora, me perdí un poco—expresó la señorita Olivia cuando se aproximó a su mesa. Sebastián como el caballero qué su madre le había inculcado ser, se levantó de su asiento y le ayudo a tomar asiento e incluso llamo a un camarero para que tomarán su orden. El inicio de la velada empezó con tranquilidad, no quería mostrarse desesperado al preguntar directamente por Mariana, así que empezó por preguntarle por su carrera, sus gustos y deseos. Información qué en realidad fue irrelevante para él, pero tenia que aparentar interés para que ella se mostrará abierta a romper su voto de confianza profesional al hablar sobre Mariana. Después de una hora y media hablando, habiendo terminado la cena y dos botellas de vino. Sebastián finalmente vio la ocasión para hablar. —Sobre lo que le comente en la universidad—menciono aclarando se la garganta—sobre el comportamiento de la señorita Aguilar. —Oh, si, para eso venimos a cenar ¿Verdad?—respondió en tono sarcástico mientras colocaba su mentón sobre su mano —¿Qué es lo que le molesta de Mariana? —He notado, además de lo poco sociable qué es, que su mente parece estar en otro sitio, aunque me ha sorprendido poniendo bastante atención a mis clases ¿Eso es normal? La señorita Olivia soltó una carcajada al ver a que se refería. —No debería decirle esto, pero me alegra que pregunte sobre su forma de ser—comentó la señorita Olivia con una sonrisa pícara—aunque creo que solo era cuestión de tiempo para que usted también notará lo que la hace ser única. —¿Única?—cuestiono Sebastián, al darse cuenta de que ella había pronunciado la palabra como si Mariana fuese una especie de bicho raro e incomprendido, eso por un momento lo alarmó—¿A que se refiere con eso? —Bueno, en realidad se trata de un transtorno, aunque hoy en día las personas que poseen un transtorno prefieren qué las llamen neurodivergentes—explicó sin dar una respuesta qué él logrará entender. —¿Qué tipo de transtorno?—cuestiono mientras tenia una discusión consigo mismo entre continuar con su plan de seducción o dejarlo debido a la vulnerabilidad de Mariana, bien podía ser una loca mucho peor que Camila. —Transtorno de déficit de atención e hiperactividad—respondió y se llevo la copa de vino a sus labios mientras Sebastián procesaba la información en su cabeza—Mariana ha progresado mucho desde que empezamos con las terapias, de eso hace dos años, pero aun hay algunos aspectos qué seguimos trabajando para que ella pueda desenvolverse bien en un mundo qué no esta diseñado para ella.
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