Capítulo 15.Miradas

1429 Words
Sebastián colgó la llamada cuando la vio justo en el pasillo por el que él había llegado. Respiró profundamente y saco el aire lento, más no como un suspiro, sino como un gruñido que nadie escucho. Caminó hacia ella, con calma, una calma que podría haber asustado a cualquiera que realmente lo conociera, porque su mirada estaba llena de oscuridad, un rasgo que pocas veces salía a la luz porque él sabía cómo controlarse, pero cuando alguien provocaba su más violento instinto, ese alguien seguramente pagaría muy caro las consecuencias. —¿Aún no comienza el evento?— sonrió la señorita Olivia sin darse cuenta del aura oscura que rodeada el humor de Sebastián. Él no respondió, pero tomo a Olivia del brazo, no de forma brusca, ya que había personas ahí, pero sí lo suficientemente firme para que ella lo siguiera a un lugar más privado donde no pudieran verlos. —¿Puedo preguntar que haces aquí?—expreso Sebastián tratando de contener su frustración. Olivia frunció ligeramente el ceño, porque en su imaginación, ella había visualizado una bienvenida completamente diferente, quizás una sonrisa o un beso en la frente mientras Sebastián la acompañaba a buscar un asiento, pero en vez de eso, él parecía estar algo molesto por verla ahí. —Quería darte una sorpresa ¿Hice mal en venir?—Cuestiono levantando la vista hacia su rostro porque a pesar de que llevaba zapatos de tacón delgado, Sebastián seguía siendo un hombre alto y fornido, su pequeño cuerpo delgado se escondía con el cuerpo de Sebastián cubriéndola contra la pared. —Debiste avisar que vendrías, no me gustan las sorpresas—expreso Sebastián soltando un suspiro largo, gruñendo como lo había hecho antes. Olivia lo noto, pero cuando él se apartó de ella y soltó su brazo con cierta delicadeza, quiso pasar por alto su actitud creyendo que, tal vez, Sebastián, que era extranjero, no estaba acostumbrado a la espontaneidad de la gente latina. —Lo lamento, yo pensé que no te gustaba este tipo de eventos y tal vez estar con alguien conocido sería menos tedioso para ti— expresó Olivia al ver que Sebastián pasaba sus dedos por encima de su cabello, parecía algo frustrado y realmente lo estaba porque, él quería aprovechar esa tarde para acercarse a Mariana, pero con Olivia colgando de su brazo y Camila acechando en las sombras, se sentía incapaz de hacerlo, al menos naturalmente. —Si vine es porque tuve que hacerlo, pretendía volver a casa cuando esto terminara— se justificó Sebastián como si tuviera que darle una justificación razonable, no para decirle que no tenía nada que temer en caso de que una chica le coqueteara, sino porque quería que ella se fuera en ese momento. Las chicas europeas eran mucho más comprensivas que las latinas. Si Sebastián les decía que no y que tenía que volver a casa, aunque les hubiera tomado todo el día arreglarse para él, ella no se quejaban, sino que aceptaban su decisión, pero aparentemente Olivia no tenía ninguna intención de irse. —Pero si ya estoy aquí, porque no voy a sentarme y te espero, la verdad hoy no tenía nada que hacer, solo quería pasar el tiempo contigo— sonrió Olivia, pero Sebastián la miro con cierto desdén contenido. En ese momento, mientras Sebastián dirigía su mirada hacia el pasillo, Mariana paso por ahí un par de segundos, tiempo que Sebastián aprovecho para pensar que haría. Quería pasar tiempo con Mariana, pero hasta ese momento ella ni siquiera había notado su presencia y eso lo frustraba, ser alguien en el mundo, pero nada para Mariana. —Claro— dijo Sebastián mientras soltaba un suspiro— quédate, te acompañaré a casa cuando todo esto termine. Olivia sonrió, pero fue una sonrisa amarga, porque se había arreglado para él, quizás con la esperanza de salir mar tarde a algún lado, pero no sería fácil convencerlo. Sebastián acompañó a Olivia a sentarse, ya había muchas más personas que al principio, seguramente familias de los deportistas o quizás amigos que iban a verlos. —Te veo en el estacionamiento cuando el evento termine—le indico antes de irse al escenario donde los profesores ya estaban tomando su lugar. Sebastián aspiro aire llenando sus pulmones mientras avanzaba hacia el escenario, pasando su mirada hacia donde se encontraba los equipos. Ahí como si nada, como si él no existiera, Mariana mantenía la vista sobre su teléfono, Sebastián se sintió aun más molesto, por seguir siendo para ella, tan solo un mediocre profesor qué le daba clases extras. Se ajusto la chaqueta del traje y subió al escenario, sentándose en el asiento vacío qué habían dejado para él. El evento había comenzado entre aplausos y felicitaciones a los equipos que habían obtenido un buen rendimiento el año pasado. Algunos habían recibido un reconocimiento por el mejor puntaje y mientras el presidente de la asociación deportiva de la universidad hablaba, Sebastián pretendía observar al público. Había encontrado a Olivia con la mirada, la pobre parecía estar algo decepcionada, pero Sebastián no se sentía del todo culpable porque él había sido sincero con ella. Al menos en esa situación, no sé había atrevido a contarle qué solo la quería para reemplazar a la loca de Camila en la cama, pero estaba contemplando la idea de decirle todo si seguía insistiendo en tener una relación más allá de solo sexo. Cuando apartó la vista de ella, inmediatamente busco la figura de Mariana y la encontró sentada no muy lejos de Camila y por primera vez lo estaba observando, no al hombre que tenía el micrófono en la mano, no a los demás profesores, sino a él. Por un momento, Sebastián creyó qué su mirada tal vez se había desviado por el discurso tan aburrido y tedioso del hombre gordo y bajo qué estaba perdiendo parte de su cabellera, pero Mariana parecía estar muy atenta a él, incluso, en medio de tanta gente y ruido de aplausos, Sebastián pudo ver una tenue sonrisa que se dibujaba en los labios rosados de Mariana y eso por un instante, lo dejo inmóvil porque aquel gesto espontáneo era la primera señal qué Mariana le daba y aunque fuese tan solo un acto de cortesía para él era más placentero qué haberse acostado con dos mujeres que ya lo reclamaban como suyo. Aquella conexión de miradas fue interrumpida por el hombre al frente qué había presentado a Sebastián para que diera su discurso y cuando se dio cuenta de lo que ocurría, Sebastián se levantó de su asiento mientras improvisaba algo para los estudiantes, algo para que Mariana escuchara y se impresionara. Se aclaró la garganta y empezó a soltar palabras elogiando el deporte y a quienes lo practicaban e incluso, aprovecho ese instante para poder presumir un poco de su deporte favorito y lo que compartía con esos estudiantes, porque no solo era por la salud física, sino porque en el deporte encontraban disciplina, adrenalina y paciencia. El discurso de Sebastián fue corto, pero bastante emotivo para algunos, porque era joven y atractivo, además tenía un cuerpo atlético, por lo tanto, algunos se identificaron con él o desearon ser como él. Cuando el público comenzó a aplaudir, él miró de reojo a Mariana, quien no había dejado de observarlo durante todo ese tiempo. Sebastián imaginó que lo había hecho porque todo el mundo lo hacía, por inercia, pero había estudiado muy bien a Mariana, ella solía distraer su mirada, aunque él estuviera hablando en clase, no necesitaba mirarlo directamente para escucharlo y, sin embargo, ahí estaba, observándolo, como si sus palabras hubieran encendido en ella una pequeña llama de interés y darse cuenta de ello, le hizo olvidar toda la frustración y enojo que tanto Camila como Olivia le habían hecho sentir. Él volvió a su lugar y poco después de que cortaran un listo rojo para inaugurar el nuevo ciclo de prácticas deportivas y entonces el profesor, que llevaba un uniforme deportivo a su lado, se acercó a su oído mientras el lugar estallaba en aplausos: —Habrá una fiesta en un bar que los muchachos contrataron para celebrar el nuevo ciclo. Está invitado si gusta venir. —¿Los alumnos también irán?— quiso saber, con una mínima esperanza de poder acercarse a Mariana en la intimidad que podría ofrecer un bar. —Por supuesto, ellos planearon todo.— le respondió el hombre con cierta duda, pero al ver a Sebastián tan serio y pensativo, intuyo que tal vez era eso lo que lo molestaba, la presencia de los alumnos.
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