No aguanto esto, de veras.
Elsa lleva una semana metida en mi casa, lo que sería genial si estuviésemos las dos solas y por supuesto, que no pasara más tiempo con Alonzo que conmigo. No sé, pero siento que los estoy perdiendo o me están ignorando… o Elsa definitivamente ya no me quiere.
Lo único bueno es que Alfonzo ayer me habló —¡por fin!— para preguntarme dónde estaba Elsa, pero de todos modos…
¡Soy patética!
Y entre más pasan los días, más me convenzo. Ha llegado la hora de reconocer lo irreconocible, de aceptar lo inaceptable. De convivir con lo inconvivible, si es que existe esa palabra…
Me gusta Alfonzo de Luca.
No sería tan malo si también le gustara yo. Después de todo, ya falta poco para la boda… boda que está arreglada, lo que le quita toda la magia.
Es imposible que
