Aiyana G.
Nunca antes había bailado con tanta gente de espectador, me sentía algo incómoda al sentir la mirada de tanta gente sobre mí…, Todo era tan extraño
Acaricio un poco mi cabello en señal de nerviosismo, me estiro un poco para evitar que mañana no me doliesen los músculos a causa del baile, minutos después estoy otra vez en la barra tomando mi Martini.
—Me gustó mucho tu baile mascota.
—Gracias —le respondo dándole otro sorbo a mi Martini—, Hacía mucho que no practicaba, lo deje de hacer por un tiempo.
—¿Por qué? Se te ve muy hermoso y artístico, no me pareció tan obsceno tu baile y créeme que he visto muchas cosas.
—¡Gracias!
En ese momento veo como la vista del bartender se pierde en el fondo del club, donde se encontraba una chica de cabello rojizo tinturado y un hombre con traje elegante, cabello café perfectamente peinado.
—¿Quiénes son ellos? —preguntó.
—Es mi esposa: Sarah y Lysandro. Ella por mucho tiempo a deseado tener una noche con Lysandro, aunque él la ve como una hermana o una amiga.
—¿Eso te da celos?
—La verdad, me gustaría que no fuese así, pero no estoy tan acostumbrado a este tipo de sexo, pero lo hago y lo disfruto por mi esposa, pero no sé si sea capaz de disfrutar de ver como otra persona lo hace con mi esposa.
—Lo entiendo.
—Voy al almacén, ya vuelvo.
Asentí viendo cómo se alejaba.
—Hola mascota, ¿Cómo estás? Me gustó mucho tu baile— dijo un hombre a mi lado, ni siquiera noté en qué momento había aparecido ahí.
—¡Oh! ¡me alegra mucho! —le digo intentando mostrarme amable.
—Me encantaste desde el primer momento que entraste a este club, ¿estás segura de que no buscas un amo?
—No, lo siento, como lo dice mi collar: solo vengo a observar.
Él soltó un gruñido.
—¿Estás segura pequeña? Te prometo que te divertirás mucho… —dijo tocando las puntas de mi cabello mientras yo retrocedía, todavía no me acostumbraba a la presencia de hombres y mucho menos que me tocaran—, Soy muy paciente, hace mucho que no tengo una sumisa, no tengo problemas en tener una mascota a la cual adiestrar.
—¿Qué parte de NO, no fui clara? —pregunto fuera de mí, mientras fruncía mi ceño furiosa, como odiaba a los tipos como él, pero de cierto modo me sentía intimidada por el hecho de que él era mucho más alto que yo—, Ya es hora de que te alejes de mí.
—Mmm... vamos, cariño, déjame ser tu Amo.
—Aléjate de ella ahora mismo —habló una voz dura a sus espaldas.
Una extraña sensación de paz se instauro dentro de mí, a la persona que me había salvado un extraño escalofrío recorrió mi columna vertebral al ver al mismo chico que estaba con Sarah.
—¡Pero solo estamos hablando Hombre! —le dijo el tipo pagándose mucho más a mi—, No te lo tome a mal Lysandro, pero mi sumisa y yo queremos privacidad.
—¿Eso es así? —me pregunto aquel chico posando sus ojos en mí.
—No señor O´Donel.
—Solo señor, señorita…
—Grevov.
—¡Oh! ¿es usted italiana?
—Si…
—Dame un segundo, muñeca —yo asiento—, Tomás, ya deberías de saber que no voy a aceptar que nadie rompa las reglas de mi propio club, y mucho menos cuando me creen tonto cuando yo se lo que vi y oí.
—Este… ¡Amigo! Este es un malentendido —se intenta excusar.
—Recuerda que: ❝La persona sumisa no es un ser débil y sin opinión propia, su voluntad no se destruye: se cede❞. Sabes que jamás se les obliga a ser Sumisas y ceder su todo de ella a alguien que no quieren, esto es una actividad s****l consensuada, no obligada o violenta.
—Eso lo sé… mejor ya me retiro para evitar problemas.
—Idiota —musito molesta viendo como él se va.
—Este no es lugar para chicas como tú —me suelta de la nada.
—¿Chicas como yo? ¿Cómo se supone que soy? Eso a ti no te importa —espeté duramente.
—Debería darte un par de azotes —
Entonces me percaté de algo—. ¿Eres un Dom? —pregunté nerviosa y curiosa.
—Ni siquiera debes saber en lo que te estás metiendo, el b**m no es un mundo de colores y amor, a pesar de que intente que todos los Dom sean respetuosos, no todos lo son, este no es un ambiente para ti, si es que tenías en mente encontrar un Amo, sin tener el mínimo conocimiento básico te doy el mejor consejo que te pueden dar: da la vuelta y vete. Esto no es para ti.
—¿Y tú que demonios vas a saber lo que es para mí? Ni siquiera me conoces —mascullé molesta.
Él hizo una mueca y se acercó peligrosamente a mí.
—Sí, tienes razón… no te conozco, pero como Dom, tengo que estudiar el comportamiento de mi sumisa, y soy muy bueno estudiando a las personas gracias a eso.
—Sí, sí, como digas. Gracias por la preocupación… ¿Por qué en vez de quejarte entonces no me enseñas? Me vendría bien tener sexo con alguien, y experimentar un poco.
—Esto no es un experimento, es un tipo de vida. Para que entiendas mi punto, ¿estarías dispuesta a arrodillarte ante mí ahora mismo si te lo pidiera? ¿a comportarte como mi mascota y obedecer sin titubear? —inquirió mirándome serio.
—Si, hasta te la chuparía frente a todo el mundo —una vez solté aquello, implore que existiera una máquina del tiempo.
Él me mira atónito, ya que no esperaba mi respuesta, se quita su chaqueta y la pone sobre mis hombros y es allí donde recuerdo que todavía estaba en ropa interior.
—Vamos, te llevaré a tu casa.
—Pero…
—Obedece.
Como si yo fuese una niña pequeña me cruzo de brazos y empiezo a caminar junto a Lysandro.
Tenía que la tierra me tragase, pero mi orgullo era mucho más grande como para dejar que me humillara con su: “esto no es para ti”.
¡Eso me pasaba por ser orgullosa!