6: Esto es algo inusual. Parte 1

2311 Words
—¿Rich? —lo miré, él estaba buscando una bolsa en mi cocina, al parecer quería guardar la pistola o qué se yo. —¿Uhm? —me miró. —¿Porqué ese hombre dijo que volvíamos a estar juntos? Tú y yo. Le había estado dando vueltas y era extraño ya que, que yo recuerde, jamás había venido a Inglaterra. Era mi primera vez. Rich volvió a lo que estaba haciendo. —Jhons no sabe lo que dice —responde—. Porque, que yo sepa, jamás he ido a América y tú no has venido a Inglaterra, ¿o si? —me miró. Tenía en mano una bolsa negra, allí metió el arma. No, por supuesto que no había venido, y ese era el asunto, no recuerdo nada. En realidad, no recuerdo parte de mi niñez. —No, jamás —puse mis labios en una sola línea. Rich se sentó junto a mí en el comedor. Sus cabellos rubios cayéndoles por la frente eran tan tentadores, quería tocárselos. —¿Qué fue lo que te dijo el oficial hoy? —cambió de tema. Resoplé. —Sólo me estuvo haciendo preguntas acerca del día de ayer, ya sabes, cuando defendí a Lucy —expliqué—. Respondí lo que sabía. Además, yo no sabía que Lucy era su hija, se sorprendió cuando le conté todo. En especial de que la estaban molestando. —Así que Kate fue la que te inculpó —comentó, tomando un mechón de mi cabello. —Eso fue lo que dijo —asentí, sintiendo un cosquilleo en mi cabeza. Sonreí ante el tacto. —Las personas no deberían hacerte daño —murmura a lo bajo—. Ni Jay, ni tu padre, ni Jhons, mucho menos Kate —añade. Fruncí el ceño ante sus palabras—. Estoy seguro de que tendrá lo que merece. La luz de la luna que se reflejaba por la ventana hacía que el ambiente se tornara un poco más íntimo y privado, más cuando todas las luces estaban apagadas. —Kate se merece un castigo —dije sin pensar, pero era cierto, me vengaría de ella. Rich me observó atento. —¿Segura? —Si, mañana pondré en práctica mi plan. —medio sonreí. Tenía unas cuantas ideas de cómo vengarme de la estupida de Kate. Y no me interesaba si estaba de luto o no. Rich baja la mano y se pone de pie. —Así que ésta es tu casa... —murmura—. Jamás había entrado, sólo la había visto de lejos. —No es la gran cosa —me puse de pie también. Ahora recuerdo la primera vez que lo conocí, mirándome desde los árboles mientras yo me sostenía del puente. Lo recuerdo como si fuera ayer. Pues si fue ayer, mensa. Quise reír ante mi comentario pero no lo hice. A veces suelo ser un poco tardía. —¿Te gusta caminar por el bosque en las mañanas? —inquiero. Rich me observa frunciendo el ceño—. Digo, ayer cuando estaba en el puente era súper temprano, y estabas ahí. Noté su reacción. Sonrió de lado. —Me gusta ver el amanecer mientras camino por el bosque —responde sincero. Se escuchó su sinceridad—. Ayer parecías estar decidida a lanzarte —comenta—. Pero luego te miré sonreír y me dije que sólo estabas jugando. —¿Por eso te quedaste? —inquirí. Se encoge de hombros y se dirige a la sala. Lo sigo. —¿Te vas? Rich se vuelve hacia mi. —¿Quieres que me quede? —parece esperanzado. Y la verdad es que yo tampoco me quería quedar sola ahora que sé que hay un loco buscando a mi papá y que puede venir en cualquier momento. La compañía de Rich justo ahora no me parece mala idea. Afuera se escuchó un trueno. —Si —dije—. Además, me dan miedo los rayos y eso —puse los labios en una sola línea—. Kyle viene hasta mañana. Rich no duda. —Está bien —guarda la pistola en uno de sus bolsillos traseros y me toma de la mano—. Vamos. Empezamos a subir las escaleras hasta llegar a mi cuarto. Afuera empezó a llover, también hubo uno que otro relámpago iluminando el bosque. —¿Sabes? —me senté en la cama—. Cuando me dijiste eso de te protegeré, sentí que ya había escuchado esa frase. Muy en el fondo de mi sabía que sí. Y quizás pienses que estoy loca pero es la verdad —sonreí, mirándolo. Rich se queda pensativo un momento, pero luego reacciona y se sienta a la par mía. —No sabría qué decir a eso —murmuró—. Pero lo dije en serio. Conmigo estás segura porque yo te protegeré —acarició mi mejilla. Fue un gesto bastante cálido que provocó que mi piel se erizara. No sé qué me pasa con Rich, Dios mío. —Gracias, Rich... —vacilé—... ¿cual es tu apellido? Rió. —Caspersen. —respondió—. Soy Rich Caspersen. —Bien, Rich Caspersen, nos tenemos que dormir porque mañana hay clases —me acomodé mejor en la cama. Rich hizo lo mismo, acostándose frente a mi, tan cerca. —¿Mañana te irás conmigo a clases? —inquirió en un susurro. —Claro —sonreí. —Pero nos iremos caminando —dice. —Me gusta caminar —le digo. Ahora él sonríe. —Bien —dice. —Buenas noches, Rich. —Buenas noches, V —se inclina y me besa la frente. Me quedo congelada en el mismo lugar. Me tomó por sorpresa, claro que si, pero no me molestó ni nada de eso, todo lo opuesto, me gustó. Rich se acomodó mejor y cerró los ojos. Me quedé un momento allí, contemplándolo, sus ojos cerrados, la respiración lenta, su pelo rubio, su nariz, su boca, sus cejas. Me daba cuenta de que me estaban empezando a gustar todas esas cosas de él y no tenía ni la menor idea de porqué. Era como si nos hubiéramos conocido de más antes, a como habían dicho la señora Glenda y Jhons. Minutos después, me quedé dormida.  •  Cuando abrí los ojos noté que la habitación estaba completamente sola, bueno, a parte de mi. Pero Rich no estaba. Me dio un poco de tristeza al principio, pero luego recordé que pasaría por mi para irnos a clases. Seguro se fue a bañar y a vestir. Salgo de la cama y me dirijo al baño. Aún tengo sueño. Luego de bañarme, vestirme y ordenar mi mochila, bajo a la cocina. Aún no viene Kyle, así que sólo bebo un poco de jugo que hay en la nevera. Saco mi teléfono celular y miro la hora. Son las 6:45 de la mañana. Dos golpes en la puerta hacen que me entre un poco el nervio. Sé que es Rich. Dejo el vaso en el fregadero y me apresuro a abrir. Él me sonríe en cuanto me ve, me gusta cuando sonríe así, porque sé que casi no sonríe, con ninguna persona, y se siente bien que sonría sólo para mi. Aunque suene egoísta. —Hola —le digo saliendo y cerrando la puerta tras de mi. —¿Lista para tu primera caminata matutina? —inquiere sonriendo. —Por supuesto —sonreí también. —Espera —se detiene—. Permíteme —toma mi mochila y se la cuelga en un hombro, mientras que en el otro lleva la de él. Lo miré totalmente sorprendida, es decir, eso es algo inusual y hoy en día casi no se ve. —Wow, aún existen los chicos así —reanudamos el paso. —No es nada. El resto del camino la pasamos platicando de algún tema irrelevante y riéndonos de alguna tontería. Me gustaba estar con Rich, ahora sabía que sí. Cuando llegamos a la universidad algunos alumnos se nos quedaron viendo extraño. También murmuraban cosas. Pero no les dimos importancia. Al llegar al aula de clases, noté a Lucy en una esquina y a Hasley en el mismo lugar de ayer. —¿Nos sentamos juntos? —inquiero. —¿Estás segura? —me mira. Asentí. Él sonrió de lado. Nos dirigimos a unas sillas del fondo y nos sentamos, él estaba a la par mía. Hasley me miró por encima de su hombro e hizo un gesto como diciendo que qué pasaba. Solo me encogí de hombros. Miré a Lucy, quien también nos miró, pero ésta apartó la cara de inmediato. ¿Se habrá enojado por algo? Y es ahí cuando recuerdo que le dije a su papá que la estaban molestando. Genial. Tendré que hablar con ella después. —Buenos días —saluda la maestra de matemáticas al llegar. —Buenos días —responden los demás al unísono. Menos Rich y yo. Nos miramos  y nos reímos a lo bajo.  •  A la hora de hacer deportes, me encontraba con Hasley en las gradas mientras mirábamos a los chicos practicar fútbol. Rich estaba del otro lado, sentado en el césped al estilo indio, hacía algo con una libreta, tal vez estaba dibujado o qué se yo. —Ya veo que te has integrado mejor —comenta Hasley haciendo estiramiento. La miro sin entender. —No te hagas —dice—. Te vi con Rich. Ustedes dos se sentaron juntos y reían y todo —sonrió pícara—. No pierdes el tiempo —dijo en broma. Pero no me gustó para nada su comentario. Miré a Kate entrenar con sus amigas volleyball, en cualquier momento irían a las duchas y ahí es donde actuaría yo. Había traído algo que me encontré en el laboratorio antes de venir a esta clase. —Voy al baño —le dije, empezando a caminar hacia los baños. Estando allí, busqué el bolso de Kate, era una mochila pequeña en color rosa en la cual tenía un oso rosado que colgaba de uno de sus zippers. Una chica como ella usa su propio shampoo. Abrí la mochila con cuidado y ¡bingo! Ahí estaba. Busqué mi bolso, ya que estaba cerca, y saqué el líquido. No es peligroso pero estará en su cabello por unos meses. Eso será suficiente. Me puse unos guantes color piel y sonreí satisfecha mientras vertía en líquido verde en el shampoo de Kate. Listo. Con eso basta. Deseché el recipiente en donde había traído el líquido verde en la basura junto con los guantes. Cerré mi bolso y lo dejé en su lugar, lo mismo con la mochila de Kate. Me escondí detrás de la puerta y esperé. Las risas no se hicieron esperar. En eso, tres chicas entraron. Son ellas. —Te juro que es así, Lina, las cosas siempre son así —le dice Kate entre risas. Hmm mucha risa para alguien que acaba de perder a su novio. —Kate, sabes que no se puede resistir a mi —dice—. Tú lo ves así: serio y callado, pero esos son los peores —responde su amiga Lina. Me pongo rígida al escuchar la descripción. Serio y callado. —¿Quién lo diría? Rich Caspersen. No lo creo —murmuró su otra amiga, quitándose la ropa. ¿Rich? ¿Qué fue lo que Lina hizo con Rich? No pude evitar sentir un bajón de ánimos al imaginarme a Rich con ella. No puede ser. Kate empezó a quitase la ropa, a tomar su toalla y sus cosas de baño. Incluido su shampoo. —¿Me regalas un poco de tu shampoo? Es que no traje el mío —dijo Lina. Bien, justo lo que necesitaba. Kate duda. —No lo sé, tengo poco. Y este shampoo es súper caro —responde. —Vamos, Kate, es sólo un poco —insiste Lina. —Bien —Kate cede. Vierte un poco de shampoo en la mano de Lina—. Me voy a bañar —anuncia mientras se mete a la ducha. Como son muchas duchas, las otras dos se meten a otras. Salgo del baño y camino un poco por los pasillos. Me senté en una banca alejada de los baños y me quedé a esperar. Pero en mi mente rondaba lo que Rich y Lina hicieron. ¿Porqué de pronto me sentí triste al escuchar eso? Si Rich y yo no somos nada. Solo buenos amigos, entonces ¿porqué me afectó tanto? —Aquí estas —me dice Hasley—. Rich te estaba buscando —se sienta junto a mi—. Primera vez que me habló —parece asombrada—. De cerca está súper guapo —ríe a lo bajo—. Pero bueno, ahora está contigo. —No está conmigo, Hasley —saqué mi celular. —¿Ah no? —No. Pero quizás sí esté con Lina —solté sin querer. —Oh, ¿en serio? Qué extraño —murmura para si misma. —V, aquí estás —Rich se pone frente a mi. Está sonriendo. Vamos, Venus, son sólo amigos. Sólo amigos, grábatelo. Me obligo a sonreírle también. No me puedo poner así si apenas lo conozco. —Vine al baño —me puse de pie también. Rich iba a hablar pero un grito, no, varios gritos provenientes del baño nos hicieron girar la cabeza hacia allí. No pude evitar sonreír con satisfacción ya que sabía perfectamente lo que había pasado. —¿Que pasa ahí? —dice Hasley. Los demás alumnos a nuestro alrededor se detienen a escuchar, en eso la puerta del baño es abierta y tres cuerpos salen. Kate, quien va en un short corto y una camisa de tirantes. Lina, quien va en toalla. Y la otra chica, quien las quiere auxiliar. Lina y Kate se sostienen el pelo y gritan desesperadas. Patalean y lloriquean. Tienen el pelo verde. No me aguanto y me río. Los demás también se ríen y sacan sus teléfonos celulares para tomarles fotos. Yo también les tomo unas cuantas. Miro a Rich, quien se miraba que se estaba conteniendo para no reír, pero que al final lo hace. No lo veo que va y auxilia a Lina. No parece importarle. —¡TU! —escucho la voz de Kate. Me giro a ella y la veo caminar en mi dirección. Su cara esta roja de cólera. —¡SÉ QUE TÚ LO HICISTE, PERRA! —se acerca peligrosamente a mi y, sin percatarme de nada, me abofetea. Mi cabeza se gira hacia un lado por el impacto y sólo escucho el Uhhh en tono unísono por parte de los demás. —¡Eres una maldita perra, te juro que me las vas a pagar! —me sigue gritando. Me giro a ella y la miro con enojo. La sangre me hierve, aprieto mis puños lo más fuerte que puedo, conteniéndome. —No debiste hacerlo —es lo que consigo decir para después elevar mi puño y estamparlo en su cara. Kate tambalea, pero no cae, y así, roja de enojo, la chica esa se lanza a mi, provocando que las dos caigamos al piso.
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