Nicolás Fuentes.
Me estiro encima del pequeño sofá para desperezarme.
Estoy adolorido y angustiado, pero no dejo de sentirme conforme por como todo se está acomodando lentamente. Sin duda los tiempos de Dios son perfectos, aunque sería completamente feliz si mi Emy no estuviera tan enojada conmigo.
Miro la pantalla de mi celular.
Ese “ok” que me envió como contestación a las casi centena de mensajes que le envié anoche es lo que no me permite desfallecer completamente.
«Al menos me contestó» pienso releyendo el mismo mensaje y frotando mis ojos.
No había dormido en casa casi toda la semana, así que apenas subí a ver a Yaima, y para no soportar la cara de su madre, me quedé dormido aquí, en el sofá de su habitación.
La miro en su cuna y aun esta dulcemente dormida. No me cansaría nun
