Capítulo 7; Rendida

1453 Words
La mañana apremia, y yo visto con la ropa de Marco porque no tengo otra opción, preparo todo en una mochila por si tenemos que huir de nuevo, sé que Jhonny y Lian tendrán todo resuelto pero no quiero estar indefensa otra vez. Marco baja hasta la sala y termina una llamada. Su semblante me inquieta. —¿Ahora qué? Y no te atrevas a... —Me acaba de llamar Martell, alguien quiso entrar a su casa, nos están cazando Khatia. Yo quedo perpleja al oír sus palabras. —Gracias por no mentir, Jhonny estará aquí en cualquier momento. –aseguro y llaman tres veces a la puerta, Marco me hace una seña para que guarde silencio y observa la cámara de afuera. —Es él. –asegura antes de abrir la puerta. Mi amigo, socio, empleado y mayor hater, se encuentra parado con una sonrisa fresca y todo lo necesario para irnos, yo solo puedo lanzarle una daga al hombro y cae al suelo aullando de dolor. —¡Khatia! Por amor al cielo, ¿Qué pasa contigo? –me reprende Lían y Marco me mira con confusión y miedo. —Él sabe perfectamente porque fue. –aseguro llegando hasta mi amigo–, ¿Verdad que sí, Jhonny? –quito la daga y pongo líquido antiséptico en la herida, él se queja. —Rusa endemoniada, estás loca. –murmura–, lo siento Khatia. De verdad. —Dale gracias al cielo que no te lo cumplí cómo te dije, bocón chismoso. –digo y veo como Marco lo ayuda a pararse. —¿Ustedes dos están bien? –cuestiona Lían. —Bianchi recibió una bala, pero salió, solo dejó la herida pero sobrevivirá. –aseguro sin mirarlo–, ¿Tienes un plan, Lían? —Sí, hay que ir a Italia. –suelta ella y yo asiento. —Te veré entonces cuando llegues allá, llámame por favor cuando aterricen. —No me estás entendiendo Khatia, nosotros cuatro vamos a Italia, Kozlov, Jess, y Masha ya están de camino para allá. —¿Por qué? ¿Qué está pasando y por qué vamos a Italia? Mi gente no está segura allá, Lían. —Todos están seguros, viajan con mi gente, no hagas más preguntas de las que puedes procesar ahora, tomen sus cosas y vámonos ya. Está cacería se pondrá intensa. Los O'Neill perdieron mucha gente durante la noche, no me voy a arriesgar con ustedes. –señala y sale de la casa hacia el coche. Jhonny me mira entre dolido y apenado pero también la sigue, Marco se mantiene en silencio, lo que me indica que no sabía nada de esto. Aunque no estoy segura. —¿Sabías sobre esto? —Por primera vez en la vida, no voy a mentirte así como no lo hice con esa llamada. Me enteré que estaban cazandonos y te lo dije, pero no sabía que Lian tenía planes de ir a Italia. —Es mejor que nos vayamos ya, Lían está en posición de líder y es difícil discutir con ella así. –aseguro tomando las cosas para irme. —Khatia, tenemos que hablar sobre anoche. Me detengo antes de cruzar la puerta. —Anoche ya no existe Marco, enfócate en salir de aquí. –camino fuera de la casa y Lian me indica que hay un auto para mí, y dudo mucho que vaya a ir con Jhonny. Este viaje será difícil. *** Con cautela y armada a más no poder, nos dirigimos al aeropuerto, Masha me ha mandado un mensaje pidiendo una explicación, no tengo ninguna. Kozlov me informó que dejó todo limpio, lleva consigo papeles y dinero, todo lo importante y nuestra casa quedó vacía. Me duele que así haya sido porque ese casa fue testigo de muchas cosas. Cristian pasa por mi mente, debería llamarlo y advertirle que...no, él está a salvo, justo a tiempo se alejó de mí. —Tranquila, no dejaré que nada te pase. –murmura Marco con la vista fija en la carretera. —No estoy nerviosa, ya superé esa etapa dónde era la rusa llorona, ahora soy Khatia, la muñeca rusa. Tengo fama mundial. Puedo cuidarme sola. —Pero es mi deber cuidar de ti, eres mi mujer. —Fui tu mujer, no te confundas. Además es tonto que estés peleando por esto, enfócate en llegar bien al aeropuerto. —Khatia te amo. —Lo sé Marco, lo sé. —No es la respuesta que esperaba. —¿Y qué quieres escuchar? —¡Qué tú también me amas! –señala frustrado–, o que no me amas, maldita sea rusa, ¡mírame! Mira como me tienes, sufriendo por ti. —Sufres porque tú así lo quisiste, tú tomaste las decisiones, no yo. Su teléfono suena y responde furioso, luego su expresión cambia. —De acuerdo, manteneme al tanto y dile a Jhonny que te dé un rastreador. –dice y cuelga la llamada. —¿Es Lían? ¿Qué ocurre? —Nos están siguiendo, hay que separarnos. –dice y me tenso. —No podemos separarnos, no ahora. —Khatia las órdenes son que te ponga a salvo y eso haré. Esta vez no dejaré que nada pase. –dice y acelera tomando una ruta alterna a nuestro destino. Le mando un mensaje a Masha explicándole la situación y le pido que avise a todos nuestros socios en México, no dejaré que si alguien me está cazando, le haga daño a Esmeralda o a alguien más. No me lo perdonaría. **** —Deja de hacer rabietas, rusa. –me pide Kozlov por teléfono–, supe que heriste a Jhonny, está algo asustado. —Se lo advertí, pero no hizo caso. Que agradezca que no le metí una bala entre las cejas, Vladimir. —Tenías tus razones, no voy a interferir en eso. Ahora, solo cuídate de acuerdo, sé que estar sola con Marco puede que no sea tu plan favorito pero es el mejor ahora. —De acuerdo, cuídense por favor. –pido y cuelgo la llamada frustrada. Marco entra a la habitación con solo una maldita toalla al rededor de su cintura. Me observa como si nada. —¿Llegaron bien? –cuestiona ajeno a mis pensamientos. —Sí, todos están en Italia. ¿Cuando nos iremos? —Esta noche ya no, hay que dormir aquí. –asegura y se quita la toalla si preocupación. Me giro lentamente evitando a toda costa verlo, conozco cada músculo de su cuerpo pero eso no quiere decir que deba exhibirse así. —¿Cómo está tu herida? –pregunto sin verlo. —Mejor, aunque no sé si se está infectando, duele. –señala mientras estoy de espaldas a él. Siento su proximidad, mi cuerpo se tensa, sus manos se aferran a mis brazos, luego su frente se recarga en la parte trasera de mi cabeza. —Marco, aléjate. –le pido en un susurro. —Dime que no me amas, Khatia. –me pide. —No te amo. –le digo y se ríe. —Bien, ahora dímelo de frente. –me pide girandome para encararlo–, dime qué no me amas, rusa. Yo no despego la mirada de sus ojos, aunque todo mi cuerpo me grita que si lo haga, está desnudo, mojado, tan cerca. Mis manos se mantienen abajo, mis manos se vuelven puños, evitando a toda costa tocarlo. —Por favor amor, dime qué no me amas, mírame a los ojos y dímelo. Khatia no he podido olvidarte, jamás podría, ¿Tú si? Su frente se pega a la mia, sus manos viajan hasta mi cintura, su nariz roza la mía, yo cierro los ojos, perdida en su aroma, en su calidez. —No quiero mentirte, sabes perfectamente que a pesar de todo, no he podido dejar de amarte, pero eso no significa que todo está bien entre nosotros. Aún hay heridas que no puedo sanar y no sé si algún día lo voy a hacer. –confieso. —Khatia, mi rusa bonita, que daño nos hice. –murmura sobre mis labios–, perdóname, por favor dime qué hago para volver a ser lo que fuimos. —No podemos ser lo que fuimos, hemos cambiado, hemos crecido y madurado, aunque quisiéramos, no podríamos ser lo de antes. –aseguro y me mantengo ahí, entre sus brazos, queriendo huir pero deseando permanecer. Marco roza mis labios, suspiro sin querer evitarlo, me besa despacio, lo beso despacio, luego me alejo. —Iré por las cosas para curar tu herida, ponte ropa, por favor. –le pido sin mirarlo. Tengo que salir de aquí, tengo que mantener lo más posible la distancia entre Bianchi y yo, o terminaré rendida ante mis deseos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD