Capítulo 9; El fuego entre nosotros

1583 Words
—Sí, todo está bien, Lian. –señalo observando por el ventanal–, Marco es algo que puedo manejar, es un tonto pero no es enemigo, sé que daría la vida por mi si fuese necesario, pero no es lo que quiero. Por su madre. –agrego rápidamente. —¿Por su madre? Si quieres puedo fingir que te creo, cariño, pero ambas sabemos que ese hombre testarudo y tonto te sigue provocando sentimientos. ¿O me equivoco? –lanza ella su pregunta. Que más que preguntar, sabemos que afirma que así es. —Marco nunca dejará de ser quien es. Por él estoy aquí, no digo que sea su culpa, pero haberme enamorado de él me trajo hasta donde estoy ahora, el amor que le tengo no puedo ignorarlo, pero tampoco sus acciones pasadas. »No importa que Cristian ya no esté conmigo, Marco y yo no volveremos a estar juntos, por salud mental de ambos. –señalo y lo veo hablar por teléfono también–, sería un suicidio para cualquiera de los dos. —Mereces ser feliz. –susurra desde el otro lado de la linea–, ¿Por qué te niegas? Cristian fue un buen hombre, hasta donde supe...pero todo el mundo sabe que Marco Bianchi jamás salió de tu vida, corazón o tu mente. —¿Por qué de pronto te pones así? ¿Marco te pidió que hablaras conmigo sobre él? —¿Crees que yo me prestaría para ese circo, Khatia? –cuestiona y escucho su tono ofendido. —Lo siento, no quise que sonara así. —Solo te señalo algo que todos sabemos pero muy pocos te van a decir, casi puedo apostar que el único con ese valor es Jhonny, ¿Verdad? —Ese chismoso. ¿Cómo sigue? —Sobrevivirá cariño, despreocúpate. Cuídense mucho y vengan con bien a casa. —Sí Lian, te veré pronto. –cuelgo la llamada y me abrazo a mi misma sintiendo frío. Estamos más alejados de Grecia, pero aún corremos riesgo, decidimos descansar en un hotel, o por lo menos tratar de sobrevivir está noche. —Ten, hace frío. –Marco me entrega una taza de café, la acepto y bebo un poco. Es increíble que sepa aún como me gusta el café. —Gracias. –murmuro sin verlo. —Khatia yo...quisiera que habláramos sobre nuestro árbol. –dice y levanto la mirada nuevamente. Casi quiero reír por las palabras que usa. —¿Que árbol? No tenemos uno, Marco. –respondo pero mi tono de voz es suave. —De acuerdo, la metáfora del árbol no funciona, seré más claro. ¿Me amas? —Sí. –respondo sin rodeos–, sabes que lo hago. —¿Y por qué no estamos juntos? —Porque cometimos errores. –señalo porque ambos lo hicimos–, tú tomaste tus desiciones, yo tomé las mías, eso nos llevó a estar separados y...bueno, ya sabes todo lo demás. —¿Y si volvemos a empezar? ¿Y si nos damos una oportunidad? Mis ojos se fijan en él. —Lo hicimos, ¿No recuerdas? Ese día en la casa del acantilado, cuando fingiste tu muerte por primera vez, te di otra oportunidad. —Lo sé, aún tengo el recuerdo de esa vez. –señala la marca que dejó mi daga en su hombro. Y justo ahora me doy cuenta de que no tiene camisa. —¿Por qué no tienes camisa? –cuestiono y se encoge de hombros–, por qué soy sexy. —¿Cómo está tu herida? —Bien, eres una buena enfermera. La más sexy y preciosa, sobre todo si llevas un vestido color peligro y sin sostén.–señala con una sonrisa, yo solo niego con la cabeza pero termino por sonreír por sus tonterías. —Era mi vestido favorito. –señalo y sin querer juego con ese par de anillos que me puse aquella noche, Marco lo nota y toma mi mano. —Recuerdo a la perfección este anillo. –señala el anillo que me dió aquella tarde en el barco de Dorian–. Y este...con este te pedí que te casaras conmigo. —Lo recuerdo, fue la boda de Nicolette. Es una pena que Dorian ya no esté. Marco acerca mi mano a sus labios y besa ambos anillos, luego entelaza sus dedos con los míos, lleva su mano hacia atrás y su brazo libre se enreda en mi cuerpo, ahora tengo una mano atada a su mano y la otra sostiene el café. —Te amo Khatia, más que a todo en esta vida y no descansaré hasta que vuelvas a confiar en todo lo que siento por ti y te demuestre que no soy el idiota del pasado. Sus labios se acercan a los míos con lentitud, una que me atormenta. Los roza despacio y luego me besa, yo me dejo llevar por el momento y la sensación, pero no es suficiente, es demasiado dulce, no es Marco. Me alejo de él de golpe, me suelto de su agarre y me alejo molesta hacia la pequeña sala, dejo el café en la mesa con más furia de la que pretendía. Escucho a Marco venir detrás de mi. —¿Por qué? –cuestiona dolido–. ¿Por qué te alejas de mi? ¿¡Por qué!? —Porque no quiero jugar a esto, Bianchi. ¿Qué esperas que haga? ¿Qué caiga rendida a tus pies? ¡Qué estúpida sería! —¿Crees que es estúpido lo que siento por ti? –cuestiona ofendido. —¡No! Sería estúpido que después de todo lo que sucedió actuara como si nada. ¿Acaso ya olvidaste todo lo que sucedió? ¿Todo lo que perdí? –murmuro sintiendo el dolor nuevamente. —Yo también perdí, Khatia. Perdí a mi hijo y te perdí a ti. —A mi me perdiste por decisión propia, a ese bebé lo perdimos porque quisimos más de lo que merecemos. –señalo y se me forma un nudo en la garganta. —¿Más de lo que merecemos? Estás equivocada, nosotros merecíamos a ese bebé, ¡teníamos todo el puto derecho de tener una familia, Khatia! Una casa linda, llena de hijos, de perros, llena de felicidad. »Sé que fue doloroso perderlo, y aún más lo que hice, pero entendí que por algo pasan las cosas, me costó muchísimo entenderlo, pero lo hice. »No me estoy justificando porque no tengo justificación para lo idiota e insensible que fui, pero sabes que por algo nos encontramos esa noche en el bar, por algo terminamos juntos, hay una razón más allá de lo obvio para que nos amemos así, Khatia, ¿Aún no lo ves? »El que perdiéramos a nuestro bebé, alejarnos, estar con otras personas, todo eso era necesario para valorar lo que tuvimos en su momento, para valorar el amor que te tengo y lo importante que eres para mí. —¿Qué objetivo tiene en todo esto que hayas sido un imbécil cuando yo solo te amaba con los ojos cerrados? ¡Explícame! Porque todo lo demás lo puedo entender, pero no el hecho de que me hayas abandonado cuando más te necesitaba. –señalo y el nudo en mi garganta se cierra aún más. »¿Sabes cómo me sentí? Cuando Nicolette se alejó de mí, cuando Giovanni de pronto trazó una línea entre nosotros, cuando incluso mi gente ocultó cosas para no dañarte. »La única persona que siempre fue leal, honesta y me apoyó aún cuando lo único que yo hacía era ser una perra con él fue Cristian, y eso fue gracias a ti, a tu cobardía, a tu inmadurez. —¡Pero él te engañó! –señala como si eso le fuera a quitar el mérito de todo lo que hizo por mi. —Y no lo culpo, yo estuve ahí pero no como debía, porque el recuerdo de cierto italiano estúpido nunca me dejó amarlo como merecía. Pero como dices, por algo pasan las cosas, por algo sigue vivo, por algo lo perdoné, así como te perdoné a ti por todo lo que hiciste de manera consciente. »Así que lamento que las cosas no te estén saliendo como deseas, pero no quiero sufrir por ti, otra vez. –termino por decir y tomo mi abrigo para salir pero Marco cierra la puerta de golpe antes de que pueda salir. Me jala hacia él pero yo me zafo de su agarre y golpeo su mejilla con fuerza. Las lágrimas pican en mis ojos, pero su agarre no cede. Sus labios sobre los míos se mueven con fuerza, yo no respondo a ese beso, lo empujo y golpeo su otra mejilla, me alejo de él furiosa pero de dos pasos me toma de nuevo por el brazo y golpeo nuevamente con más fuerza, Marco se queda inmóvil y yo perpleja al ver qué su labio sangra. Su pecho sube y baja con rapidez, mi mano hormiguea por el golpe, luego, todo es tan rápido que ambos, como si de una fuerza invisible se tratase, nos fundimos en un abrazo lleno de todo, mis labios responden a los suyos, mis manos buscan su piel tanto como las suyas buscan la mía. Me levanta del suelo, enredo mis piernas en su cuerpo, me azota contra la pared y muerde mis labios con fuerza, gimo sobre sus labios, pero no me aparto, solo me dejo consumir por el fuego que se enciende entre nosotros.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD