Narra Sky (12 años)
A diferencia de todas las noches estaba jugando a las muñecas con mi hermana gemela Esther cuando escuchamos la puerta principal abrirse, supusimos que era nuestro padre que había llegado de trabajar y dimos por cumplida nuestra misión de quedarnos despiertas hasta que él llegara, pues casi no podíamos verlo porque siempre estaba trabajando.
La cara de Esther quedó dividida en dos por una sonrisa y se bajó de un salto de la cama, salió de la habitación y yo la seguí. Estábamos a punto de llegar al despacho cuando escuchamos gritos y nos devolvimos a las escaleras, los gritos eran de nuestros padres, pero no podía definir lo que decían.
Justo cuando estaba saliendo nuestra madre del despacho corrimos hasta nuestra habitación y nos acostamos cada una es su respectiva cama, para hacernos las dormidas. Segundos después entró la mujer que nos dio la vida y se acercó a las camas, Esther se sentó y se estrujó los ojos para fingir que acababa de despertar y yo la imité.
-¿Qué pasa mamá? – Preguntó.
- Nada, sólo venía a darles las buenas noches, pero ya que las encontré despiertas les voy a cantar para que se duerman - Ambas asentimos enérgicamente y ella se sentó justo en medio de las dos camas y empezó a cantar. Minutos más tarde caí en un sueño profundo.
Desperté agitada por una pesadilla que ya no recordaba y me senté en la cama, estudié mi cuarto con la vista y descubrí unas maletas preparadas en un lado de la puerta, ladee la cabeza y miré a Esther, ella aún dormía. La puerta se abrió dejando ver a una sonriente madre que al verme despierta me dio un tierno beso en la frente y luego fue a despertar a mi hermana.
- Necesito un poco más de sueño - Dijo mi gemela envolviéndose entre las sabanas.
- Vamos, Esther, no seas floja – La movió mi madre.
Esther se sentó en la cama y estrujó sus ojos soltando un largo bostezo.
- ¿Para qué son esas maletas? – Pregunté curiosa.
- Vamos a pasar unas vacaciones con la abuela Madison - Esther y yo nos miramos y empezamos a saltar en las camas, provocando regaños de nuestra madre.
- ¿Y papá? - Mamá bajó la vista a la pregunta de Esther.
- Su padre está trabajando ya luego nos alcanzará allá. Ahora vayan y prepárense con ropa muy linda para salir ¡Vamos! - Esther salió disparada al baño, pero yo le gané y me duché primero.
Salí minutos después y mi hermana entró, pero antes de hacerlo me saco la lengua. Yo me vestí con un vestido que nos había comprado nuestra madre floreado con unas bailarinas y me peine el cabello hacia atrás para ponerme una diadema. Mi hermana hizo lo mismo al salir del baño y estábamos vestidas iguales, como siempre. Éramos totalmente parecidas, solo había una cosa que nos diferenciaba, mis ojos eran grises como los de mi madre y los de Esther eran azules, no sabía exactamente a quien los había sacado, pero tampoco es como que me importe, era un detalle mínimo.
Bajamos las escaleras corriendo con las maletas a mano y tomamos las tostadas con el jugo para desayunar, después fuimos a la camioneta de Sara, que es nuestra madre. Una vez en la camioneta Sara subió el equipaje al maletero y noté que había más maletas de la cuenta, pero no le di importancia, mamá puede ser muy exagerada y precavida.
Mi madre encendió la radio y emprendimos la marcha, después de unos minutos en los que las tres cantábamos las canciones de la radio sonó el celular de la conductora, la cual lo puso en voz alta para concentrarse más en la carretera.
- Diga – Respondió.
- Sara ¿Dónde estás? Y ¿Dónde están las niñas? - Al escuchar la voz de nuestro padre las dos prestamos atención a la conversación.
- Ernest, ya me cansé de vivir así, mañana te va a ir a ver un abogado con los papeles del divorcio y el acuerdo para ver a las niñas - Le explicó mamá, a lo que mi hermana y yo abrimos los ojos como platos.
- No puedes irte Sara, no puedes alejarme de las niñas - Respondió papá.
Miré por el retrovisor y vi que mamá estaba llorando en silencio, desabroche mi cinturón y me puse de pie.
- Mamá ¿Por qué te vas a separar de papá? – Pregunté.
- ¡Sky, siéntate en tu lugar y ponte el cinturón! - Me regañó.
Volví a mi sitio y estaba a punto de ponérmelo cuando mi madre susurró un:
- Lo sien... - Pero no terminó la frase porque justo en ese instante algo impactó muy fuerte con la camioneta haciendo que mi cuerpo rebotará en el asiento bruscamente. Miré al lado de Esther y ella estaba gritando con sangre en varias partes de su cuerpo, miré hacia mi madre, pero estaba sangrando muy feo por la cabeza. La camioneta seguía girando y golpeando el suelo, todo pasaba rápido, pero yo lo veía en cámara lenta, hasta que en uno de los golpes la ventanilla se quebró en pedazos con una parte de la puerta lanzándome fuera de la camioneta para luego encenderse en llamas.
Caí a una distancia considerable, pero aún estaba consciente, me negaba a dormirme hasta ver a mi madre, pero el dolor me venció y todo se volvió oscuro. Antes de perder la conciencia por completo lo último que escuche fue un ¡boom! y el crujir de varios cristales.
Abrí mis ojos e intenté moverme, pero sentí un dolor muy fuerte en el abdomen y solté un grito que me queme la garganta, varios segundos después había varias personas a mí alrededor, susurraban cosas, pero no las entendía. Una de las voces se coló entre las demás y la entendí a la perfección.
- Es una sobreviviente - Se acercó a mí alguien que no conocía y me habló - ¿Me escuchas pequeña? - Asentí lentamente - La ambulancia viene en camino, resiste.
Segundos después la gente se fue dispersando y escuché las sirenas de la ambulancia. Los paramédicos me subieron en una camilla y me colocaron una de esas molestas mascarillas de oxígeno.
Mientras me llevaban a la ambulancia miré a mí alrededor, vi la camioneta de mamá envuelta en llamas y dos bultos siendo cerrados en el suelo, un vacío me llenó por dentro y las lágrimas rodaron, pero luego todo se volvió oscuro otra vez.
Narra Ernest
Cuando escuché que se cortó la señal de comunicación fue como si una parte de mí se rompiera, tome mis llaves rápidamente y salí derrapando para alcanzar a Sara, sabía que se dirigían a la casa de Madison.
Estaba por salir de la carretera central cuando un tumulto de personas se me interpuso y tuve que parar, bajé del auto hecho una furia, iba a gritarle a todo el mundo que se quite de mi camino, pero toda esa ira se transformó en dolor cuando vi la camioneta de Sara envuelta en llamas.
Me acerqué a los policías e iba a entrar al área cuando uno de ellos me detuvo.
- No puede pasar, señor – Me dijo.
- Esa es la camioneta de mi esposa, dígame que ella no estaba adentro, que mis hijas están bien. – Dije con lágrimas mojando mis mejillas.
- Lo siento, señor, ya se llevaron a los cuerpos al hospital, todo indica que no hubieron sobrevivientes – Caí de rodillas al suelo al escuchar esas palabras.
- No, no, no, no – Negué repetidamente - ¿Cómo?
- Al parecer el conductor o conductora se estrelló con un camión cargado de unas importaciones de madera y rodó por la carretera hasta explotar. – Respondió y me puso la mano en el hombro.
- Ten… ten… yo…- No podía hablar, las palabras no querían salir.
- Será mejor que vaya a reconocer los cuerpo a la morgue del hospital – Asentí y me puse de pie.
Subí a mi auto hecho un manojo de nervios, aun había esperanzas de que no hayan sido ellas.
Llegué al hospital en minutos y pedí información sobre el accidente de la autopista, la recepcionista me dijo que el doctor estaba ocupado en una cirugía a una niña que encontraron en la orilla de la carretera, parecía estar afectada también por el accidente.
Después de esperar más de una hora un doctor salió y habló con la recepcionista, luego se acercó a mí.
- ¿Viene a reconocer los cadáveres del accidente? – Asentí – Sígame – Y lo hice, lo seguí hasta llegar a la morgue, entré y esperaron unos minutos a que yo estuviese listo para mostrarme los cadáveres.
El doctor abrió el bulto y quedé horrorizado con lo que mis ojos vieron, era Sara y no lo era, su rostro estaba casi irreconocible, asentí para el doctor y este lo volvió a cerrar susurrando un “lo siento” abrió el otro bulto, pero ese solo tenía a una niña irreconocible, incluso más que Sara.
- Es posible que sea una de mis hijas – Susurré - ¿Dónde está la otra?
- ¿Que otra? – Dijo el doctor frunciendo el ceño.
- La otra niña, son dos, dos niñas iban con mi esposa – El doctor negó.
- Solo encontramos a una, señor – Abrí los ojos a tal punto que pensé que se me iban a salir.
- ¡Pero falta una! ¡Son gemelas! – Le grité.
- Acabo de operar a una niña de por lo menos 12 años que sufrió por el accidente… es posible que su otra hija haya salido expulsada del vehículo antes de explotar. – Revolví mi cabello nervioso.
- ¿Dónde está? Quiero verla. – Me acerqué amenazante al doctor.
- Puede venir a reconocerla, la operación salió con éxito y ella se pondrá bien… despertará en unas horas. – salimos de la morgue y las esperanzas nacían en mí.
¿Cuál de las dos gemelas estaría viva?
Nos detuvimos en una puerta blanca y el doctor la abrió para mí, la niña estaba con el rostro girado a la otra parte de la habitación, entré con el doctor tras de mí y me acerqué dudoso, giré su rostro poco a poco y descubrí que era Sky, la más traviesa, la más fuerte de las dos.
La más parecida a Sara.