-¿Dónde demonios estabas metida, Georgia? – gritó Alessandro, en cuanto ella atravesó la puerta principal de casa.
Georgia estaba agitada, su respiración se encontraba tan entrecortada que eso le impedía hablar con normalidad, sus piernas dolían por el esfuerzo físico y su corazón no dejaba de latir desesperadamente en su pecho.
-Debo ir a buscar a Thomas – fue lo único que pudo decir.
Alessandro negó con la cabeza y la miró no pudiendo creer el descaro y desdén de esa mujer - ¿Recoger a Thomas? ¿Acaso no te has dado cuenta de la hora que es? – Alessandro levantó la voz, estaba sumamente molesto con ella - ¡Thomas ya está en casa! He tenido que aplazar una importante reunión para ir a buscarlo porque resulta que a la mujer a la que le pagó, se le olvido que tiene trabajo que hacer.
