Al día siguiente: 15 de octubre
—Buenos días esposo mío— La escucho decirme y antes de abrir mis ojos, siento sus labios besando mi pecho haciéndome sonreír.
—Que linda manera de despertarme— Murmuro y de a poco abro mis ojos adaptándome a la luz del sol.
—Te traje el desayuno— Menciona y esto hace que me despierte del todo para observar la bandeja que hay sobre la mesita de noche.
—Mi torbellino…— Me quejo y antes de que ella pueda moverse, la aprisiono en mis brazos y hago que giremos en la cama hasta que quedo encima suyo —Se supone que debo ser yo quien te despierte con el desayuno— Me quejo y su sonrisa me desarma.
—No seas machista, yo también te puedo sorprender— Expresa divertida mientras enreda sus dedos en mi cabello.
—No es machismo, solo quiero ser un caballero— Me defiendo divertido y tengo toda la intención de besarla, cuando ella me cubre la boca con su mano.
—Se enfría el café— Pronuncia haciéndome reír.
—¿Te importa más que se enfrié el café que yo?— Pregunto divertido y ahora estamos los dos riéndonos.
Me encanta la manera en la que me mira, como acaricia mi espalda, esa sonrisa tatuada en sus labios —Claro que no, es solo que tengo hambre, ¿sí?— Me informa y asiento.
—Solo porque quiero que estés bien de salud, te dejo un rato— Anticipo y mientras trato de ir por la bandeja, sus brazos me abrazan a la altura de mi pecho.
Sus labios depositan besos por toda mi espalda y sonrió al sentirla así —Te amo mi superhéroe— La escucho decirme.
—Y yo a ti mi torbellino, pero si me sigues besando así, no te podré dejar desayunar— Bromeo y me suelta por un instante, pero solo lo necesario para que agarre la bandeja y la coloque sobre la cama.
Acomodo todo cerca de nosotros, y luego es ella quien va sirviendo el café en las tazas y yo quien unta las tostadas —Sabes, estaba pensando que ahora estamos casados, que estamos buscando ser padres… pero ¿Cuándo vamos a poder volver a tener una vida normal? Es decir, ¿siempre vamos a tener que ocultarnos?— Indaga bastante preocupada.
—Solo debemos tener un poco más de paciencia, preciosa— Le pido y sé que los dos estamos desesperados por poder ser personas normales que puedan continuar con su vida, pero esto es algo que no depende de nosotros, al menos no todavía.
—Quiero poder ser libre contigo, hacer todo tipo de planes, y ser felices— Comenta cabizbaja.
—Estamos haciendo planes ¿no? ¿acaso no somos felices?— Indago mirándola a los ojos y asiente.
—Si, pero ya sabes a lo que me refiero— Dice cabizbaja y asiento.
—Claro que lo sé, pero vayamos de a poco. Me niego a volver a ponerte en riesgo— Le dejo saber y asiente. El silencio permanece aquí por un momento, solo hasta que ella me mira de una manera extraña y me hace sonreír —¿Por qué me miras así?— Le pregunto tratando de no reírme de no sé qué cosa.
—Solo te miraba y me preguntaba si en caso de tener un niño varón, él se parecería a ti— Me dice de una forma que hace que el tiempo se detenga.
—Mi amor…— Murmuro y es ella quien ahora se acerca a mí y se arrodilla enfrente mío.
—Tengo ganas de vivir tantas cosas contigo…— Pronuncia dejando la frase en el aire y esbozo una sonrisa.
—Me parece que quieres interrumpir el desayuno— Bromeo y mira mi taza de café.
—Ya lo terminaste— Dice sensual y sonrió.
—Así es, ¿y tú?— Averiguo y asiente.
—Mi tostada y mi café… digo, puede ser la antesala a un desayuno mejor, ¿no?— Propone y la miro sorprendido.
—¿Hablas en doble sentido?— Pregunto entre risas.
—Tal vez, pero la realidad es que después podemos desayunar algo mejor. Por ahora tengo ganas de desayunarte a ti completito— Explica y de repente es ella quien quita la bandeja de la cama y luego vuelve a acomodarse frente a mí.
—Esposa mía, andas con todo…— Murmuro tomándola por la cintura y de a poco nos vamos acomodando una vez más en esta cama.
—Tengo muchas ganas de decirte que serás papá— Admite y antes de que pueda rebatir a esas mágicas palabras, ella calla mi boca con la suya y toma control absoluto de este primer amanecer como esposos.
Los te amo y las caricias se vuelven incontrolables, pero es que el amor que sentimos por el otro es absoluto, al punto que ese nuestro salvavidas en este naufragio en el que nos encontramos al tener que ocultarnos del mundo.