Capítulo 20: Fluir

1014 Words
Al día siguiente: 16 de octubre Ayer le dije a Yana que iríamos a navegar, y si hay algo que me prometí a mí mismo es que nunca incumpliría con mi palabra. Por ende, aquí estamos los dos disfrutando de un eterno verano en este navío que no será uno de esos yates lujosos que tienen los millonarios, pero si es suficiente para nuestra felicidad. Una vez que anclo el bote, camino hacia la proa y allí la veo a ella tomando sol con ese diminuto traje de baño y figura escultural. Me detengo un momento para disfrutar de las vistas y me sorprende cuando voltea para verme y sonríe. —¿Qué tanto me miras desde allí? —pregunta divertida. Camino hacia ella y me detengo a su lado. —Solo disfruto de la vista —me defiendo. Mi esposa se pone de pie y noto sus claras intenciones de abrazarme, pero el oleaje hace que pierda el equilibrio y deba sujetarla antes de que se caiga. —Eso estuvo cerca —murmura mientras me pierdo en su mirada. Sonrió, acaricio su cabello y podría quedarme así toda la vida. —Siempre te voy a sostener, te lo prometo. —A tú lado siempre estoy a salvo, eso lo tengo claro —habla y sin poder resistirme más, la beso lentamente, disfrutando del momento. La intensidad de nuestro beso va en aumento cuando soy yo quien nos detiene. —Oye mi torbellino, ¿Qué tal si nadamos? —pregunto divertido. —Creo que eres el primer hombre que prefiere nadar en vez de hacer el amor con su esposa —bromea y reímos juntos. —Yana, cariño, créeme que te haría el amor todo el día, pero no quiero que te obsesiones con la idea del bebé, ¿sí? —le digo con toda honestidad. Sé muy bien todo lo que ha pasado ella, pero tampoco quiero que la idea de ser madre se convierta en lo único que piense, sobre todo porque puede que eso no se dé tan pronto como ella desea. Mi esposa respira profundo y me mira tal y como si fuese una niña a la que acaban de regañar. —¿De verdad crees que me estoy obsesionando con la idea? —me cuestiona tímida. Lo que menos quisiera es que se sienta mal con esto, pero también debo ser sincero con ella y conversar de estos asuntos con ella. —Ven —le pido tomándola de la mano para que nos acerquemos al barandal. Tal y como si fuésemos Jack y Rose en la película de Titanic, me paro detrás suyo y la rodeo con mis brazos apoyando mi barbilla sobre su hombro—. Mi torbellino, yo estoy seguro de que tú y yo vamos a ser padres un día, pero lo que no quiero es que nuestra felicidad dependa única y exclusivamente de eso, ¿entiendes? —trato de explicarle. Ella asiente, y puedo ver en su rostro como un debate interno se apodera de ella. —Lo entiendo, y supongo que tienes razón —murmura y hace una pausa—. Te prometo que dejare que las cosas fluyan entre nosotros y si hacemos el amor, será porque queremos y cuando queremos —habla haciéndome sonreír. —Mi torbellino, si fuera por mi te haría el amor todos los días, pero ya sabes, soy humano, y una pausa de vez en cuando es necesaria —le digo animado y ríe. —Claro que lo entiendo. Ella me sorprende girándose entre mis brazos, y una vez más esos ojos mar me derriten. —¿Tienes idea de cuánto te amo? —le pregunto y acaricio su rostro con delicadeza. —De la misma manera que te amo yo a ti, y créeme que a pesar de que me daría mucha ilusión tener un bebé contigo, ya soy muy feliz teniéndote a mi lado —expresa sonriente. —Yo también soy muy feliz contigo a mi lado, ya verás que pronto nuestra vida cambiara. Pronto podremos retomar nuestras vidas, tendremos buenas noticias de esto que tanto anhelamos —digo colocando mi mano sobre su abdomen—. Y también haremos muchos más planes a futuro —concluyo. Yana, me abraza tal y como si su vida dependiese de este abrazo y yo tan solo puedo besar su cuello, su cabello, sus hombros. —Mi superhéroe —murmura. —Dime. —¿Qué haremos cuando todo esto termine? —averigua. Sonrió ante su pregunta. —Lo que quieras, podemos volver a Suiza, a Francia, o donde quieras —Le informo y se suelta un poco de mi abrazo para poder verme a la cara. Ella pareciera estar pensando en mis palabras. —Siéndote sincera, me gustaría poder retomar mi empresa, mi trabajo, pero ya ni siquiera sé si ese sigue siendo mi sueño —me cuenta. —¿Cómo así? ¿Ya no quieres seguir siendo la diseñadora de modas que eres? —pregunto sorprendido. —Estaba pensando que empecemos una vida diferente juntos, una lejos de la prensa, y de los comentarios de mi pasado —menciona. —Si eso es lo que quieres podemos hacerlo, sabes que mientras que estemos juntos yo quiero todo contigo. —Supongo que tenemos tiempo para pensarlo— expone. —Todo el tiempo que quieras, pero ahora ven aquí, para esto sí que no hay tiempo— le digo tomándola de la mano y hago que vayamos hasta el otro lado de la proa—. ¡Mira allí!— indico señalando a los delfines que nadan a nuestro alrededor. Su cara en estos momentos es una imagen que no quiero olvidar jamás. —¡Son hermosos!— exclama y me mira. —¿Nadamos con ellos? —propone y asiente. —Ahora si quieres nadar —digo entre risas y asiento. —Nademos con ellos —accedo y esta sin duda alguna debe de ser una de las cosas más hermosas que nos pueda pasar en medio de este mar de dudas que muchas veces se apoderan de nosotros.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD