El timbre sonaba con insistencia, los golpes en aquella puerta se hicieron más fuertes y seguidos, tocaban con desesperación esperando que alguien abriera. Quien quiera que tocara, estaba total y completamente preocupado por la salud de la persona que vivía allí. Estaba a punto de derribar la puerta cuando escuchó un ligero ruido del arrastre de una silla. Pegó su oído a la puerta intentando escuchar algo más. Dentro del departamento, Alice con dificultad se pone de pie y avanza hasta la puerta, sus pasos se arrastran y algunas lágrimas caen por sus mejillas. — ¡Alice! –exclama Marcus en cuanto abre la puerta. Miró a la rubia de pies a cabeza para cerciorarse que no tenía ni una sola herida a no ser la del corazón rompiéndose en mil pedazos por culpa del cobarde de Said. En ese preci

