Antonio permanecía apoyado sobre la islilla de la cocina, estaba impaciente porque la pequeña no salía de la habitación a probar bocado alguno y lo peor es que no llegaba a escuchar ni un solo ruido proveniente del lugar. Decidido dio dos suaves golpes en la puerta y nada, dio dos golpes un poco más fuertes y nada, presa del miedo abrió la puerta muy despacio “solo para cerciorarme que está viva y ya, solo eso” Miró por el espacio entreabierto y ella estaba dormida sobre la cama, sus pasos inconscientes avanzaron sin medir las consecuencias para observarla de cerca. Sus cosas aún estaban en las bolsas negras, “¿Será que ella, piensa marcharse?” se preguntó, Aún no procesaba lo que aquella chica provocaba en él, tal vez solo era lástima por su triste vida pero no, esos sentimientos habí

