"Miedo"

2007 Words
Una semana pasó sin ninguna novedad, sus caminos no habían coincidido en absoluto. Pero el tiempo solo estaba acomodando todo a su antojo. -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-..-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. Todos los ejecutivos salían de una importante junta, era la última semana de Samuel dentro de aquella empresa por lo que Alice a partir de ahora estaría sola en la toma de decisiones. — Alice la  reunión se llevará a cabo mañana a las ocho en Maxwell –avisó Karen, su secretaria — Por favor, avísale a Sofía sobre eso –expuso la rubia sentándose frente a su computadora para comenzar su ajetreado día- no puede faltar por nada del mundo La chica sale para realizar las órdenes de Alice al pie de la letra, llamando de inmediato a Sofía para coordinar todo correctamente. Unos segundos después la puerta de su oficina suena, un “adelante” resuena y la puerta se abre — Alice, necesitaba hablar contigo sobre estos documentos –Samuel levanta unos papeles en su mano con un gesto serio — ¿Dime que pasa con eso? –pregunto con una seriedad extraña en ella — ¿Estas segura de esto? Podrías enviar a la ruina a esta empresa – — ¡Negocios son negocios! Quizá, ese sea  mi objetivo.  –“destruirlo como un día él lo hizo conmigo” cruzó por la cabeza de Alice sin mostrar ni un sentimiento. — Aprendiste muy rápido –Samuel mantiene una preocupada mirada pero a la vez sintiéndose orgulloso del gran cambio en Alice para tratar estos temas. Se pone de pie con una encantadora sonrisa en sus labios y se acerca al castaño, toma su corbata entre sus manos acomodándola tranquilamente, sin ninguna prisa. —  Aprendí del mejor – El tono encantador de su voz, sus gestos tan sensuales y esa mirada parecían una proposición para Samuel, quien como todo un caballero, solo acaricio con el dorso de su mano la mejilla de Alice. Tantas veces la había deseado, tantas veces ella parecía poner a prueba su autocontrol y la fidelidad de su corazón. Alice solo necesitaba acercarse unos centímetros más y él accedería a todo por ella.   “Solo es una ficticia relación”  se dijo, conteniendo todo de sí. De los labios de Samuel se pudo escuchar un profundo suspiro sin dejar de mirar los grandes y azules ojos de Alice transmitiendo una obstinada fuerza de poder. — Necesitarás mi compañía para enfrentar a esos lobos - — Me encantaría tu apoyo, pero puedes estar seguro que ahora ya me puedo defender sola –y con estas palabras la corbata de Samuel queda perfectamente ajustada. Alice deja a Samuel en la puerta y camina de regreso a su silla, donde continúa con su trabajo sin mirarlo más. *   — Anotado –dijo la castaña, anotando en su agenda la importante reunión- Gracias Karen –cuelga inmediatamente y otra llamada se enlaza en su celular. Mira la pantalla y el reloj al mismo tiempo, Susan jamás la llamaría si no fuese algo importante. — Susan ¿Pasa algo? –preguntó con preocupación — Sofía –la morocha parecía contestar con un hilo de voz- — ¿Estás bien? ¿Pasó algo con  Marcus? –intervino Sofía al no escuchar más explicaciones- maldita sea Susan ¡Habla de una buena vez! –gritó, haciendo reaccionar a la  persona al otro lado de la línea — Alguien me llamó –los ojos se Susan estaban rojos de tanto llorar porque su maravillosa vida estaba a punto de irse al diablo- me amenazaron Sofy –la temblorosa voz de la morocha se quebró, su llanto se hizo incontrolable impidiéndole pronunciar una sola palabra más. Sofía estaba tan preocupada sin entender quién o porqué estaban amenazando a Susan, “Voy para allá de inmediato” dijo la castaña antes de colgar. Sofía salió tan rápido de la oficina, sin importarle ninguna de las reuniones de la tarde. Algo que sin duda complicaría su vida solo un poco más. Cuando la castaña llegó al departamento, encontró  una Susan controlada por el miedo, nervios y casi enloquecida. Por más que intentaba no podía tranquilizarla, nada que dijera podía calmar sus nervios. Excepto, una pequeña pastilla disuelta en el vaso con agua. — Tómala –Susan poco a poco tomaba el agua pero el calmante no surtía el efecto deseado. — Dime, ¿Quién llamó? –preguntaba una y otra vez buscando alguna respuesta para entender este asunto. — No lo sé, no lo sé –Susan sujetaba su cabeza mientras caminaba de un lado a otro como una demente. — ¿Qué te dijeron? –Sofía tomó las manos de Susan y con la mirada le otorgaba toda la seguridad del mundo para poder confiar en ella. — Nos lastimaran si no les doy el dinero que me piden – los ojos brillaban ante las lágrimas generadas y a punto de salir. Muchas preguntas quedaron en el aire ¿Desde cuándo la vida de Susan tenía un valor tan alto? ¿Cómo sabían tantas cosas de ella?  Y ¿Por qué llamarla a ella y no a Marcus? Algo extraño estaba sucediendo… — Debes hablar con Marcus, él sabrá cómo manejar este tema –fue lo único que pudo recomendar Sofía con sabiduría Y como si lo llamaran con el pensamiento, una llamada de Marcus resuena en el celular de la morocha. Su sola mirada estaba traumatizada, llorosa y confundida. — ¿Ho… Hola? –fue la única palabra que pudo pronunciar antes de quebrarse y preocupar desesperadamente al hombre del otro lado del teléfono. — ¿Susan? ¡Amor! ¿Qué te pasa? ¡¡¿Estas bien?!! Por favor responde –suplicaba el pelirrojo al escuchar el llanto de su novia Sofía toma el teléfono y le explica a detalle lo poco que sabe de aquella situación. Marcus al otro lado escucha atento maldiciendo su suerte. — Por favor Sofía, cuida de Susan yo me encargaré de esto –le pidió el pelirrojo. Sofía abrazó fuertemente a su nerviosa amiga tratando de calmarla, “confía en Marcus, él lo resolverá” le repetía una y otra vez hasta que la morocha se durmió entre sus faldas gracias a los calmantes que se tomó. Por otro lado, Marcus estaba como el demonio al  enterarse de las amenazas, eso no era aceptable. Él no permitiría que lastimen nuevamente a las personas que ama, “sobre mi cadáver” se decía, con total seguridad. Llamó rápidamente a la policía para poner la denuncia de los hechos y sobre todo para aplicar una seguridad adicional a todos. El comandante empezaría a trabajar en el caso de inmediato, preguntándose ¿Quién podría ser tan estúpido para amenazar a un m*****o de una familia tan poderosa como ellos exigiendo esa cantidad tan irrisoria? — ¿Cómo se encuentra Susan? –preguntó Tom realmente preocupado al escuchar la conversación entre Marcus con su novia y con la policía. Justo cuando Marcus había tomado el celular para llamar a Susan, Tom había ingresado a su oficina para tratar algunos temas de trabajo, enterándose así de toda la situación. — Está muy nerviosa con todo esto –Marcus mira a Tom con preocupación- es posible que me ausente por unos días de la empresa –exhaló profundamente enfocando su mirada en un porta-retrato sobre su escritorio. — Puedes contar conmigo para lo que necesites –expuso Tom resuelto. El ambiente entre esos dos, no era nada tenso. Al contrario, se sentía cierta amistad o confianza entre ambos, quizá por la cercanía de esos años. … Esta semana había sido la peor de toda su vida, las cosas no estaban funcionando como él quería. Su cabeza estaba en otro mundo paralelo, donde los negocios no tenían cabida, a no ser que se disfrazaran de la inocente pelirroja con la que se había acostado unas noches atrás. Marco se sentía el peor hombre del planeta, aquella noche había sido la primera vez de Carolina, la sangre en las sábanas se lo confirmó a la mañana siguiente. Ese hecho le había causado una sensación inexplicable, sentirse poderoso, lleno de satisfacción por ser el primero. Y ahora él se portaba como un perfecto patán con quien no tenía la culpa, no había pensado bien las cosas, había cometido un gravísimo error al tomarla y hacerla suya. Pero el arrepentimiento no cambia las cosas. Por su parte Carolina intentaba seguir con su vida aun con el corazón roto en mil  pedazos, jamás esperó nada de Marco y menos que se portara como un cabrón para dejarla tan sola después de entregársele. Pero tampoco podía reclamarle nada si ella misma fue quien propicio y se entregó a él sin presión o una relación de por medio. Destruida y todo, tomó una ducha rápida y se fue a continuar con sus clases en la universidad. Su atuendo no era el mejor, como siempre usó uno de sus vestidos de niña y un suéter encima para cubrir todo de ella. Quizá ese era uno de los motivos por lo que nadie podía considerarla una mujer. Carolina no te olvides de presentarte el sábado a las 9:00 am –Recibido de Alejandro Ramírez Ahí estaré –enviado La dulce joven trabaja en sus tiempos libres de niñera para Alejandro, eran pocos los días en que solicitaban su presencia y la paga era muy buena. No podría negarse, el pequeño “Ale” se había encariñado tanto con ella que muchas veces la madre del pequeño la llamaba para cuidarlo por las noches. A pesar de no sentirse muy bien, decidió aceptar. El amor tierno de aquel niño la hacía sentir mejor siempre; y ahora más que nunca necesitaría el dinero para continuar con sus estudios. Estaba al tanto del término de la relación de su hermana con Ramírez, y eso la preocupaba aún más por el simple hecho de imaginarse a Marco intentando regresar con Kendra. “Ha sido suficiente dolor para toda la semana” se dijo, borrando de su cabeza todas sus preocupaciones, o eso intentó, para enfocarse en las clases del día. Para su sorpresa hoy se presentaba una nueva compañera. Desde que aquella chica ingresó al aula, su apariencia llamó la atención de todos, inclusive Caro sintió una envidia por su deslumbrante personalidad, deseando tener una décima parte de su seguridad. — Hola, soy Annie –la saludó aquella chica nueva, sentándose a su lado — Hola, soy Caro –le sonrió con timidez Las clases  marchaban  con tranquilidad, el semestre comenzaba con algunos trabajos pendientes pero todo estaba bajo control para Carolina: Annie sería su compañera. La pequeña pelirroja se sentía feliz, por primera vez alguien se le acercaba por iniciativa. A pesar de ser una chica hermosa y muy inteligente, sus compañeros siempre la molestaban por la forma como se vestía con frases tan simples y tontas, que terminaban lastimándola de la peor manera. Nadie en aquella escuela sabía de la muerte de sus padres, nadie sabía que esa chica vivía sola con su hermana por obligación al no tener un lugar donde vivir, nadie sabía que trabajaba  para poder solventar sus gastos y aquella ropa de “niña”  era lo único que le quedaba de su madre. — Nos encontramos por la tarde en mi casa ¿te parece? –invitó la castaña encantada de tener una nueva amiga como Caro. La sentía sincera y eso era suficiente para una verdadera amistad. — Puedo acompañarte después de clase –contestó sin dudar, con la misma mirada de un gatito ansioso y tierno — ¿Almorzamos juntas? – — Sí, estaría genial –contestó, sintiendo una pequeña tranquilidad al sentir que no todo en su vida estaba mal. Aquello sería el inicio de una gran amistad, que ayudaría a la pequeña pelirroja a superar su timidez y a la castaña a encontrarse con una persona que cambiaría su vida para siempre. Afectando a otros más en torno a ellos, ¿para bien o para mal? Cada uno es capaz de decidir…
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