Alejandro subió a su auto para acudir a la reunión tan importante con los socios, hoy se tenía que aprobar presupuesto para el nuevo proyecto y dar las indicaciones a la constructora. Su celular vibra y él lo toma de mala gana para apagarlo de una buena vez.
Las llamadas de Kendra lo tenían harto, pero no por eso podía despedir a Carolina sobre todo porque la pelirroja era la preferida del pequeño Ale. Y él jamás se negaría a cumplir un capricho del pequeño, su “hijo” era único y lo más importante para él.
Además estaba al tanto que la pequeña trabajaba para pagar sus estudios y todos sus gastos, se esforzaba demasiado y eso es muy bien visto por él.
El vehículo hizo una parada y en el subió su asistente, vestido adecuadamente pulcro para la importante reunión.
— Señor tengo la información que solicitó –esto llamó la atención de Alejandro, quien le prestó toda la atención posible
— Prosigue –ordenó
— El nombre de la víctima es Alexis Távara, deja una esposa y un hijo de doce años. La viuda se llama Pilar Mondragón, trabaja actualmente en la empresa como parte del área de limpieza.
— Regresando de la reunión necesito hablar con ella. Y consigue alguna beca para su hijo en un mejor colegio
— Muy bien señor –
El auto se detiene frente al enorme edificio Maxwell, Ramírez baja rápidamente acompañado de su asistente y entran sin perder ni un segundo más, ansiando terminar pronto con estas formalidades.
Cuando Alejandro pone el primer pie dentro de la empresa, otro vehículo se estaciona. Un galante pelinegro llegaba a la reunión junto a su compañero, Evan y Marco bajan sin prisa, para ellos esta reunión no tenía mucha importancia si ya el contrato estaba firmado.
De alguna manera mirar la cara de Saúl Mendoza no era muy agradable para Evan, pero la curiosidad por conocer a Alice Rodrich, la nueva accionista mayoritaria, había ganado en este asunto.
Su acompañante y mejor amigo, Marco, tenía la cabeza hecha un lío no podía darse cuenta que se encontraría una vez más con su rival de amores, sin sospecharlo siquiera.
Dentro de aquella sala de reuniones ya se encontraba Trend Maxwell sentado en compañía de su inseparable amigo Saúl Mendoza, cuyos ojos dorados brillaban en torno a la encantadora sonrisa arrogante, propio de él.
Todos los recién llegados se saludan y toman asiento en sus respectivos lugares, todos y cada uno de los hombres presentes en aquella reunión son tan impresionantes, dominantes y el que llega no se queda atrás.
— Buenos días –saluda Said Johnson entrando con una hermosa dama a su lado
Aquella sería la abogada a cargo de coordinar los costos y los detalles de todo el proyecto. Fabiola Ford era la mejor de todo el país, una mente brillante.
“Una reunión tan básica no es nada para ella”
Después de una presentación formal, siendo la hora exacta y con la inasistencia de un socio la reunión da inicio.
La sonrisa en la cara de Said demuestra perfectamente como los negocios transcurren sin problemas, Fabiola es brillante y muy capaz, con sus capacidades está logrando mucho más de lo propuesto.
— Buenos días –se escucha después de que aquella puerta se abriera interrumpiendo aquel importante negocio, ganándose la mirada desaprobatoria de Fabiola-. Disculpen la demora
Quienes entraban por aquella puerta dejaron boquiabiertos a muchos presentes, era hora de poner las cosas en orden y en su sitio. Nadie se quejó por la tardanza, todos estaban interesados en terminar esa casi absurda reunión.
La rubia con una encantadora sonrisa se sienta exactamente frente a Said ignorando las palabras y la mueca de desprecio de Fabiola. Sus azules orbes coincidieron por unos segundos con los negros profundos de Said esbozando una sonrisa llena de cinismo; y luego dirige su mirada a Samuel transformándola en un gesto de amabilidad.
Said la observa sin poderlo evitar, sintiendo una burbujeante sensación en la boca de su estómago al notar muchas miradas sobre ella, sobre todo la del elegante hombre a su lado. Estaba al tanto de las noticias en los medios: ese tipo era su novio.
“Es inevitable” se dijo, tratando de calmar su malhumor. No tenía ningún derecho y menos en una reunión de negocios.
Por otro lado, Sofía mantenía una mirada baja ocultando su sorprendido rostro entre sus cabellos “lo había encontrado donde menos lo esperaba” resultando ser alguien poderoso,
Evan con una encantadora y natural sonrisa podía arrasar con todo lo que ella tanto temía. Sin embargo estaba ahí, sentado, observándola fijamente.
“Te encontré” y ésta vez no la dejaría marcharse tan fácil. Ahora sabía dónde ubicarla.
— Deja de mirarla o desaparecerá –Marco le susurró a su amigo, observando la nerviosa actitud de la joven.
Evan carraspeó un poco y enfocó su atención en el tema del día: Alice Rodrich. “Tan joven, hermosa y con una capacidad única” con esas palabras describieron a la mujer frente a él y no estaban equivocadas.
— ¿Quién es el tipo a su lado? –preguntó a Marco en voz baja
— Samuel Ford, su novio o eso dicen los medios –contestó sin dudar Marco
— ¿Ford? ¿Ella no se llama Fabiola Ford? –señaló a la abogada al lado de Said-
— Sí, son hermanos –
— Interesante –Evan miró atento a estos dos, “hermanos” y ni un saludo cordial, ni una sola mirada de afecto…
Es más, este par de hermanitos se miraban con cierto desdén, ella como si él no existiera y él como una chica más.
— Muy bien, los cambios están hechos y los costos deben cancelarse antes de la fecha de inicio –explicó Fabiola con una actitud ganadora- por favor firmen este acuerdo y déjenlo todo en nuestras manos
Fabiola entrega el documento en las manos de Trend con una brillante sonrisa, sin imaginar que todo se iría al mismísimo demonio para Said Johnson ante un simple comentario de Alice.
— No estoy de acuerdo –Alice soltó resuelta ante la atenta mirada de todos los presentes.
— Srta. Rodrich ¿A qué se debe su rechazo? –preguntó Trend educadamente, con la tranquilidad que lo caracteriza
Trend estaba haciendo la pregunta que todos tenían plantadas en sus rostros, esa joven no podía ser tan despiadada para acabar con ese hombre, pero la pregunta era ¿Cómo lo había conseguido?
— Señor Johnson, no podemos aceptar algo tan ridículo -la rubia sonrió irónica- su empresa asumirá todos y cada uno de los gastos previstos en este documento
— ¡Qué absurdo! ¿Qué la hace suponer que estos gastos los asumiremos nosotros? –preguntó Fabiola a la defensiva
Alice la mira enarcando una ceja por su estupidez, ahora le restregaría en la cara que ha perdido frente a ella pero sobre todo contra su propio hermano. Le hace una seña a Samuel y éste arroja unos documentos sobre la mesa.
— Puedes revisarlos con calma, incluso te recomendaría tomar asiento hasta que puedas asimilar la noticia –Alice se mantuvo con una tranquilidad única mirando fijamente a la mujer.
— Lo siento señor Johnson, su empleada no es tan eficiente –expresó con sarcasmo- no le enseñó a leer las letras pequeñas –se encoge de hombros con inocencia.
Fabiola estaba a punto de armar una escena pero Said la toma del brazo para detenerla, cualquier cosa que venga de Alice él estaba dispuesto a soportarlo sin importar lo que fuese, estaba dispuesto a perder hasta su propia empresa si fuese preciso por ella.
Conocía perfectamente el daño causado y el enorme resentimiento que la rubia guardaba hacia él. No tomar en serio la idea de su hijo había sido la peor puñalada para ella, eso estaba claro entre ellos. Era una guerra silenciosa y él no estaba dispuesto a combatir contra ella, ni mucho menos pensaba en ganar.
Said solo la observa desde aquella distancia, con una tranquilidad que llega a perturbar la fría máscara de la rubia. Quien al mirar el brillo en sus negros y profundos ojos, pareció dudar de su decisión.
Repitiéndose una y otra vez, que no debe caer en su absurdo juego, él no ha dejado de ser ese inescrupuloso hombre que solo se burló de ella y de su hijo, aquel hombre indiferente que no le importó nada su dolor. Y aquel idiota que se atrevió a abandonarla en una fría habitación de hotel.
Trend toma los documentos y el ligero sonido la hace despertar del trance mental, de aquella lucha interna por lo que debe y lo que quiere hacer.
— Bien, entonces la reunión ha terminado. Cualquier cambio o acuerdo lo coordinas directamente con la señorita Rodrich –Trend se refirió directamente a Said.
Aquel documento había sido redactado por los abogados de la empresa Rodrich, a pesar de ellos no presentarse en la firma del documento. Por lo que para Said encontrarse con Alice en esta reunión había sido una sorpresa.
Alejandro fue el primero en retirarse a toda prisa, tenía muchos asuntos importantes por resolver y éste asunto estaba prácticamente en manos de la nueva socia. Trend y Saúl salieron juntos, seguidos de Marco.
Evan aprovecho para intentar acercarse a Sofía, quien completamente nerviosa intentó huir del lugar a toda prisa.
Alice antes de salir, se acerca al castaño ignorando por completo la mirada asesina de la mujer a su lado.
— Lo siento señor Johnson, esto no es nada personal –la sonrisa en el rostro de Alice golpeó el corazón de Said, quien soportó ese movimiento sin decir ni una sola palabra para ofender a la rubia o para siquiera defender su empresa.
— ¿Este es tu asunto personal? –susurró Samuel mirando el impertérrito rostro del hombre junto a su hermana.
Podía notar el dolor en aquel rostro, sin distinguir si era por la actual actitud de Alice o algún otro motivo.
Alice se aleja sin decir más y Samuel la sigue, posando su mano en la fina cintura de la rubia antes de desaparecer del lugar.
— ¿Nada personal? –Samuel pregunta a su acompañante, llegando hasta el auto en el estacionamiento- ¿Es él no es así? –Samuel sonrió
— ¿Y qué si es él? –Samuel se detuvo antes de abrir la puerta del auto y se acercó a ella jalando de su cintura para pegarla a él, como siempre solía hacerlo.
Aunque esta vez el tono retador de Alice lo había excitado un poco y su nivel de autocontrol estaba a punto de fallar, Samuel deslizó su mano por la mejilla de Alice como acariciando una rosa. Miró el desconcierto en los ojos de la rubia mientras él acortaba esa distancia entre ellos, nada perdía con intentarlo.
Alice estaba a punto de desistir como siempre lo hacía, pero la entrada de Said la hizo optar por aceptar aquel beso. Los labios se Alice se movieron en sintonía con los de Samuel, aquel hombre había olvidado del lugar donde se encontraba por aquel beso apasionado.
Realmente estaba fuera de control, la estaba besando con tanta pasión que apenas podía respirar.
Said se quedó estático ante esa escena, al igual que su acompañante pero ella no se quedó callada. Un fuerte carraspeo y ambos se separaron, Samuel entendió perfectamente lo que había sucedido y solo sonrió satisfecho, pues era algo que había deseado por tanto tiempo.
— Hermanito, no sabía que ahora te gustaba exponer tus escenas amorosas en público –dijo sarcástica
Aunque en su cabeza se formaban mil adjetivos ofensivos para llamar a la odiosa novia de su hermano. Sentía tanta rabia por ella, por hacerla quedar mal.
— Disculpen, no pudimos evitarlo –Samuel se disculpa sujetando aún la cintura de Alice, quien mira atenta la reacción de Said.
Desde la distancia, su rostro se muestra impasible, duro severo y furioso. Sí, estaba furioso al ver a ese hombre tocándola, en una palabra estaba celoso. El brillo en los ojos negros lo demuestran y quizá sea esa la causa del temor de Alice.
— Por favor, consíguete un hotel –expuso furiosa con la rubia,
— Gracias por tu recomendación, pero los hoteles son solo para aventuras, sexo de una noche, personas sin importancia. Ten cuidado de los lugares a donde te llevan, cuñadita –Alice sonríe al ver la furia de Fabiola y aquella expresión en el rostro de Said,
— ¿Nos vamos? –Samuel le consulta a la rubia, girándola en su sitio para mirarla
— Sí por favor –ella le sonríe cariñosamente, como una vez le había sonreído a Said.
Samuel abre la puerta del auto y ella sube, camina hasta el otro lado del auto y antes de subir se despide.
— Un placer conocerlo señor Johnson, cuide bien de mi hermana por favor –
Samuel termina de subir al vehículo y se pone en marcha, Alice lanza una última mirada al castaño impertérrito mientras llama por celular. Una, dos y tres llamadas y Sofía no contesta.
— Me usaste –le reclama Samuel
— Lo siento, me excedí un poco –le dice apenada la rubia
— Si me vas a besar de esa manera puedo ayudarte cuando gustes –
Sin embargo Alice no se atrevió a responder, quería buscar un “porque” a la reacción de Said, no se había defendido ni una sola vez ante ella. Su arrogante actitud, su prepotencia, aquella seguridad… se habían esfumado frente a ella.
Ese hombre no era el que ella recordaba, “debo estar loca al intentar victimizarlo” pero lo cierto era que sus sentimientos por ese sujeto persistían. “se supone que por ti no siento nada, solo eres parte de mi pasado”
El freno en seco del auto la trae a la realidad, no podían avanzar ni un solo metro debido a una larga fila de autos. El sonido de las bocinas resonaba en sintonía con los insultos por los furiosos y apurados conductores.
¿Quién podía ser el causante de aquel tráfico? Solo un maldito loco…
Unos metros más adelante, un auto n***o está ralentizando el transito al ir al mismo ritmo de los pasos apresurados de una joven.
— Serás la culpable si algún tipo intenta golpearme por ocasionar este tráfico –la voz masculina de aquel sujeto resonaba en aquella nerviosa castaña al presenciar ese caótico ruido.
Lo último que deseaba era una agresión física al encantador hombre por su actitud tan inmadura. Sofía detiene su paso y el auto frena en seco, los autos a su lado avanzan lanzando mil improperios por aquella actitud por lo que la nerviosa castaña avanza rápidamente hasta subir al auto.
Y sin más contratiempos, avanzaron con normalidad. Siendo un alivio para la castaña salir de aquella bochornosa escena.
Ella finge estar molesta, sin embargo una tonta sonrisa se dibuja en sus ojos al ver a Evan sonreírle. Un fuego ardía lentamente dentro de ella y su rostro se tornaba cada vez más rojo, molestándole por la tonta forma como se estaba comportando.
Ella no era así, no debía ser así.
Recuperando el aplomo Sofía se atrevió a preguntar “¿A dónde me llevas? Debo trabajar ¿sabes?”
— No te haré perder más tiempo, aunque me encantaría aceptes tomar un café conmigo –
La castaña no pudo evitar morder su labio para evitar exponer una amplia sonrisa por la emoción del momento sin percatarse que había llegado a su destino.
— Muy bien, solo un café –dijo de manera desinteresada. Rápidamente abre la puerta y antes de bajar por completo Evan la detiene
— Mañana a las seis –
…
Alejandro se sentía más tranquilo después de hablar con aquella mujer, Pilar. Le había entregado una cantidad generosa de dinero a modo de compensación por el accidente de su esposo y una mejora para la educación de su hijo.
¿Qué más podía pedir?
Pilar estaba feliz, por fin la vida le sonreía a ella y a su hijo. Ahora solo faltaba encontrar a una persona muy importante para ella, a la que había abandonado hace doce años a causa del desgraciado de su marido.
En ese entonces ella consideró que lo mejor era dejarla en casa de unos familiares, después de todo Susan era un encanto de niña y estaba segura que se ganaría el cariño rápidamente. No podía llevarla consigo y arrastrarla en esa vida llena de violencia y maltratos.
Había llamado a la mujer con la que dejó a su hija y a la que aún enviaba dinero mensual para su manutención, grande fue su sorpresa al enterarse que solo había cuidado por unos meses de ella y después se había desecho de aquella pequeña.
La culpa en ella crecía, era la peor madre del mundo al arrojar a su hija a los peligros de la calle, a la dura y cruda realidad siendo tan pequeña.
“Debo encontrarte Susan, cueste lo que cueste te encontraré hija” y nuevamente sus ojos se llenaron de lágrimas llena de culpa y arrepentimiento.