Una fuerte tormenta se avecinaba en la ciudad, Analia contemplaba el ambiente en el balcón de su nueva habitación. El viento era fuerte, pero fresco y a la vez agradable a la piel. Su largo cabello castaño se movía al compás del viento, mientras ella meditaba todo lo que estaba ocurriendo en estos últimos días. La culpabilidad agobiaba su ser, se arrepentía de sus acciones y de su total inmadurez. Su padre lo era todo para ella, desde pequeña él le recordaba lo mucho que los amaba, y no sólo lo decía, sino que se los demostraba con hechos. Siempre fue un padre amoroso, detallista y divertido. Durante su adolescencia, él junto a su madre la ayudaron a pasar esa etapa difícil de su vida, aguantaron todas las locuras que hacía ella junto a su hermano Damián. Un par de lágrimas cayeron