—Conste que a ti se te ocurrió ir a la piscina —me entregó la secadora de pelo y yo le agradecí—. Te voy a preparar un té. —¿No están tus empleados? —Les di el día libre a todos. —No le pongas veneno a mi té, Hummel —lo miré con los ojos entrecerrados. —Lo voy a pensar, Carlson. Caminó hacia la cocina y comencé a secarme el cabello mientras que de vez en cuando metía la secadora por el gran suéter que me había prestado Mikkel para calentar mi torso. Realmente había sido una mala idea meternos a la piscina, ahora estaba temblando y estornudando como loca. Al parecer me va a dar un fuerte resfriado. —Si quieres yo puedo calentarte el cuerpo, pero debes secarte el cabello, Alyssa. Gruñí, no tengo ganas de que me moleste. Hummel llegó hacia mí y me entregó la taza con el líquido casi