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2381 Words
JOSHUA Quería sentirme como una mierda. Sabía que debía hacerlo porque estaba jodiendo a la mejor chica que jamás iba a conocer, pero no me sentía tan mal, estaba haciendo algo que consideraba que necesitaba. Estaba siendo egoísta por una vez. Estaba convencido de que volveríamos, de que ella era mía y en algún momento volveríamos a ser sólo los dos, cuando yo estuviera preparado y me hubiera quitado las espinas de querer hacer cosas nuevas. A pesar de eso, me costó dormir por la noche y no estuve atento a las charlas del entrenador cuando me reuní con él por la tarde. Ser el capitán del equipo me llevaba mucho trabajo los días previos a los partidos y estaba estresado por todo, tanto que no estaba centrado en lo que debía.  —¡Eh! —dio una palmada delante de mi cara y moví la vista a su cara—. ¿Quieres hablar de tus problemas? —me preguntó, pero me negué—. Entonces préstame atención y céntrate en el campeonato. Mañana salimos a las seis de la mañana, tenemos diez horas de viaje hasta Tampa y en cuanto os instaléis en el hotel quiero que te centres. Llevas unos meses de mierda.  Frustrado, asentí y me revolví el pelo esperando relajarme un poco. Necesitaba estar al cien por ciento para el campeonato y no lo estaba dando.  —Lo haré —prometí, y mis ojos se fueron al reloj de su despacho—. Nos vemos mañana, entrenador.  Se levantó y golpeó la mesa con sus nudillos señalándome con un dedo cuando atravesaba la puerta para largarme.  —Tenéis prohibido ir a esa fiesta de la que se habla, nada de alcohol ni drogas, os quiero frescos mañana cuando salga el autocar.  Ni siquiera tenía ganas de salir de fiesta, pasé por delante de ella, la fraternidad a un par de casas de la nuestra estaba abarrotada y había tantas personas que se estaba llenando el jardín delantero y los laterales. Se me cruzó la idea de entrar un sólo momento para ver si podía irme sin dejar a Hannah echa una mierda por mi culpa, retractarme de algo y dejarla algo más feliz, pero no podía mentirla, ella me conocía y sabía que la estaría engañando. Lo que más me hacía sentir como a un hijo de puta era que sabía que ella no estaría otro, pero yo sí quería probarlo aún si después me daba cuenta de que nada se comparaba a ella, quería probar cosas nuevas.  Aun así entré, porque era mi mejor amiga, la que siempre estuvo conmigo y la que me daba ánimos antes de las competiciones. Esperé poder despedirme de ella aunque fueran dos palabras, por lo menos para ver que estaba bien.  —¡Pensaba que el entrenador no so dejaba venir! —me gritó un compañero de la fraternidad cuando me vio, y su bebida me salpicó la camiseta.  Le apoyé una mano en la espalda y apreté los labios alejándolo.  —¿Está Blake? Sé que se pasa las órdenes del entrenador por los cojones.  Me apuntó algún lugar de la cocina y avancé con zancadas. Que Blake se follara a una de las amigas de Hannah me solía venir de puta madre. Lo encontré solo morreándose con otra tía contra la nevera de la fraternidad, pero le alejé un momento y me odió.  —Me estás jodiendo, ¿verdad? —soltó, y se limpió el pintalabios de la boca. —¿Está Molly aquí? —Sin rodeos.  Sonrió y apretó la cintura de la chica.  —No está, ninguna de ellas —dijo, y se encogió de hombros—. Creo que han ido a la UWG. Daban una fiesta de la hostia en una de sus fraternidades.  —Pensaban que venían aquí —comenté.  —Y lo hacían, pero ya ves que no —se encogió de hombros y me empujó por el pecho—. Venga, lárgate que tengo algo entre manos.  Agité la cabeza y me despedí de él con unos golpes en la espalda. No me quedé más tranquilo mientras salía de la fiesta, y dudé con el móvil entre las manos. La UWG era una mierda, Hannah sabía que odiaba que fuera allí aunque tuviera amigas en esa universidad. Teníamos una rivalidad deportiva con ellos, y Kaden West era un hijo de puta. No sólo por quererse follar a Hannah, era un hijo de puta en todo y lo odiaba cerca de ella. Había escuchado que era capaz de emborrachar a las tías para tirárselas, y le mataría si eso pasaba. Así que la llamé, pero no me lo cogió hasta el sexto intento cuando yo ya estaba tirado en mi cama. Siempre me preocupé por ella, eso no podía evitarlo.  Primero escuché una risa por encima de la música y los gritos, y su voz borracha y animada.  —¡Joshua! —gritó mi nombre—. ¿Me llamas para algo?  —Sabes que no me gusta que estés allí. Su risa me atravesó los oídos y se me grabó en el cerebro.  —Josh, ¡estoy bien! —me aseguró y no me tranquilizó—. Además, ¿no te parece un poco hipócrita que me digas eso?  Siempre me sorprendía que a pesar de estar borracha, razonara tan bien y no le bailaran las letras como a otras personas.  —Sólo quiero que estés bien y que no te pase nada —admití—. Me sigues importando.  —Ya, bueno, te he dicho que estoy bien, ¿algo más? Tú tienes que descansar para tu campeonato y yo quiero seguir divirtiéndome.  Sentí que sus palabras iban mucho más allá, insinuando mis ganas de estar con otras mujeres y sus ganas de mandarme a la mierda.  —Llámame si pasa algo —terminé diciendo.  Escuché como el barullo se alejaba y alguien la llamaba.  —¡Un momento! —gritó ella, y un minuto después soltó un suspiro—. Josh, sé que quieres cosas nuevas, no puedo cambiar eso y lo único que me queda es que pasemos este tiempo lo mejor que podamos. Han sido muchos años y te quiero, y no quiero estar así contigo.  Por lo menos estaba más calmada que el día anterior. —Yo también te quiero, Hannah.  —No digas eso —me suplicó—. Porque no me quieres como yo quiero que lo hagas.  Yo quería quererla así, quería amarla de verdad y volver a lo que sentía cuando estábamos en el instituto. —Te querré de esa forma —aseguré.  Creo que masculló algo, pero no la escuché bien.  —Pero hasta entonces sólo somos amigos —sentenció—. Oye, hablaremos durante el torneo si es lo que quieres, pero tengo que volver a la fiesta. He dejado a Nora bailando encima de una silla y no quiero terminar esta noche en el hospital con ella.  Me arrastré hasta el borde de la cama y me pasé la mano por la cara. Recuerdo pensar que su tranquilidad me hizo sentir mejor con la situación que yo había impuesto.  —Entonces... ¿todo bien? —pregunté.  Su alegría volvió.  —¡Todo está genial, Josh! Enserio, no te preocupes, tienes razón, esto nos vendrá bien para saber que somos lo que queremos. Descansa y gana el torneo, confío en eso —dijo, vitoreando un poco como cada vez que me tocaba un partido.  Me hizo sonreír.  —Sigues siendo mi mejor animadora.  —Descansa, Josh.  Eché de menos sus apelativos cariñosos.  —Pásatelo bien, nena. Y enserio, llámame si pasa algo.  Me la imaginé resoplando y poniendo los ojos en blanco.  —¡Adiós! —canturreó, y me colgó.  HANNAH Me quedé sentada y sola en ese bordillo de carretera un buen rato hasta que dejé de llorar. No me lo merecía. El barullo de la fiesta resonaba hasta un par de kilómetros más lejos, estaba bien hasta la llamada de Josh, bebiendo hasta que se me nublaban los pensamientos. Diez minutos después, más tranquila y sin lágrimas que soltar, encontré las llaves del coche de Nora en mi bolso y me metí en el asiento de copiloto para retocarme en el espejo. Esa noche quise olvidar, quise ser alguien nuevo. Me quité las manchas de rímel bajo los ojos, me eché más y me pinté los labios con un brillo que encontré en la guantera. Cuando me miré de nuevo en el pequeño espejo a penas parecía que acababa de estar llorando, me quedaban los ojos rojos y un persistente dolor de cabeza que empeoraba con mi borrachera. Salí del coche decidida a tener mi mejor noche y tras empujar a unas cuantas personas dentro de la fraternidad alguien me pasó un vaso con alcohol, y me lo terminé antes de encontrar a Nora todavía bailando con una desconocida sobre una silla inestable.  —¡Bájate de ahí! ¡No quiero llevarte al hospital! —le dije.  Nora me sonrió con toda su borrachera y se apoyó en mis hombros bajando de un salto de la silla.  —¿Y bien? —me preguntó, y torció los labios tambaleándose un poco cuando me dio un abrazo.  —No, para —pedí, y la alejé de mi. No quería eso, quería olvidar—. Nada de "lo siento" ni estupideces. No quiero muestras de afecto porque me ponen sensible, ¿vale? Vamos a pasar la mejor noche. Me tembló un poco el labio y me contuve.  —¿Alcohol?  —Alcohol.  Media hora después nos reunimos las cuatro con otro grupo de chicas de la UWG y bailábamos borrachas. No recordaba vivir una fiesta así, bailando con una botella en la mano y riéndome con completos desconocidos.  —¡Me llamo Millie! —me gritó una chica entre risas.  Sonreí, incapaz de ordenar mis pensamientos.  —¡Hannah! —chillé quedándome sin voz.  Otra chica me apoyó las manos en los hombros y meneó sus caderas detrás de las mías cantando a todo pulmón una canción. Yo moví mis caderas restregándome contra las suyas y nos cambiamos la botella, su bebida mezclada estaba fuerte y no sé ni como llegué a la residencia a la mañana siguiente.  —¡Un brindis por las chicas solteras! —gritó alguien sobre la música, y encontré a Kaden de pie en el sofá, sin camiseta y levantando un vaso de plástico rojo.  La casa se llenó de chillidos femeninos y un montón de chicas bebieron, todas las que me rodeaban, y yo las imité. Kaden me sonrió desde el sofá y yo sonreí de vuelta con la mirada algo perdida. Desde que le conocimos a principios del primer año Joshua lo había odiado, Kaden era seductor y divertido, jugador del equipo de rugby... Kaden era un armario vacío: enorme con sus músculos pero sin nada dentro. —Dicen que la tiene enorme —me comentó una de nuestras nuevas amigas, y con decir eso a Nora ya le cayó bien.  —¡¿A que sí?! —le dijo, y me señaló—. ¡Te lo he dicho!  Conocíamos a un par de chicas de la UWG, y una de ellas se acostó con él, al verla al día siguiente caminaba algo raro por las agujetas.  Agité la cabeza sin más y seguí saltando, cantando, bailando, disfrutando de algo que no había sentido nunca; por que nunca, jamás, me sentí tan suelta en una fiesta. Supongo que porque era la primera vez que bebía tanto y hasta me atreví a darle un par de caladas a un porro que no me sentaron muy bien porque tuve que correr a la cocina a por agua para no sentir que me moría. Agarré un vaso de cristal de un armario alto y me recosté contra la encimera frente al grifo mientras lo llenaba de agua. La cabeza me daba vueltas y cuando me di cuenta ya eran las cuatro de la mañana y la fiesta no parecía acabar. No quería que terminase porque me había olvidado de mis problemas. Había visto locuras esa noche, chicos en calzoncillos y unas chicas desnudas de cintura para arriba tumbadas en la mesa del salón ofreciendo sus ombligos para beber chupitos. Alguien había saltado a la piscina a pesar del frío de finales de Noviembre, pero eso no duró mucho.  —Así que... —Kaden apareció detrás de mi y me rodeó hasta apoyar su enorme cuerpo en la encimera a mi lado—, ¿tu novio y tú ya nada?  Me llevé el vaso de agua a los labios esperando quitarme el sabor a la m*******a de la boca.  —Nos estamos dando un tiempo —contesté. Él sonrió y su cabeza rapada al estilo militar se meneó asintiendo lentamente.  —¿Y estás bien? Sé que llevabais mucho tiempo juntos.  Dejé el vaso y se me escapó una risa borracha.  —Kaden... —susurré con gracia, y ladeé la cabeza mirándole, así que él ladeó también la suya con gracia—. No intentes hacer eso conmigo, no me vas a abrir las piernas.  —Bueno, ya veremos —canturreó, y me volvió a pasar por detrás rozándome la cadera con sus dedos—. Creo que ya sabes lo que dicen de mi. Estaré por ahí por si quieres comprobarlo.  No tuve ganas de comprobarlo esa noche. Esa era mi noche sin chicos, sin Joshua, sin pareja, e hice algo que jamás hice antes: zorrear. Era consciente de la de chicos que nos miraban y me sentí más que bien sabiendo que ninguno me interesaba pero podía tener al que quisiera. Me hizo sentirme poderosa, sexy. Me hizo sentirme alguien deseada, seguramente como Josh deseaba a otras chicas. Deseé que me viera para joderse con lo bien que podía estar sin él. Tuvo que verlo, él seguía a mis amigas en i********: y subieron demasiadas fotos y videos de esa noche. —¡Una foto de chicas! —chillo alguien, y antes de que mi borrachera me dejara procesarlo, Nora me abrazaba por los hombros y estábamos integradas en una foto grupal con demasiadas chichas de la UWG.  Esa foto la subí yo a r************* y vi que él la vio.
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