Capítulo dos

704 Words
De todas maneras, ¿quién mierda creía que era? Dios...estaba completamente loco. Elle terminó de armar su pequeño bolso con lo justo y necesario para su viaje a la casa de Milo. No se quedaría allí, eso estaba claro. Se refugiaria en algún hotel y organizaría su tiempo para llegar a tiempo a su nuevo empleo. Había sacado su pasaje horas antes, y de milagro había podido ubicarse en aquel maldito avión. Podría haber esperado otro día para viajar, pero no iba a sacrificar más días lejos de Grace.  No tardó mucho en llegar al aeropuerto, milagrosamente el tráfico estaba bastante bien. Al llegar, la ansiedad le revolucionó el estómago. Esperó sentada, leyendo algo en su teléfono. Intentaba distraerse con cualquier estupidez, intentaba distraerse porque no quería pensar en la cara de Milo al verla en el umbral de su casa. No tenía ni idea del paradero de Grace. Suponía entonces que debería preguntar al llegar al hotel. Sin embargo, ¿a quién? Luego de esperar envuelta en nervios, el vuelo por fin salió. Al subir al avión, otros pensamientos comenzaron a atormentarla. Volvería a ver a Milo, pero claramente, él no quería verla. ___________ Milo se encontraba en la recepción del hospital. Estaba nervioso, no sabía si Grace saldría de ahí o no,  y con eso se refería, a que no sabía si viviría o no. Los médicos le habían dicho que su salud había decaído de manera considerable, y cuestionaron si la pequeña había tomado su medicación diariamente. No. El caos de los últimos meses había generado en Grace un rechazo absoluto a todo aquel que se le acercara con sus medicinas. Por un lado, sentía que necesitaba mucho a Elle pero no la quería cerca. Había hablado con ella el día anterior, y le había dicho la verdad. Pero, no quería que ella estuviese allí. Iris apareció por la puerta. Tenía un vaso de café en su mano izquierda y su bolso en la otra. — Te traje esto— dijo amablemente. — Gracias, Iris. — ¿Hablaste con Elle? — Si, ayer.  — ¿Que te ha dicho? — preguntó con interés. — Nada importante. — ¿Seguro? — preguntó. Sabía que Milo mentía. Ella misma había hablado con Elle horas antes. Se encontraba en Nueva York. — Si. Seguro. El teléfono sonó, Milo revisó el suyo. No era el de él. Iris leyó el mensaje y se levantó. Milo la observó con atención. Su hermana desapareció por el pasillo y no hizo falta mucho más para que sus sospechas se confirmaran.  Elle apareció junto a su hermana. Milo rápidamente sobresaltó, levantándose de su asiento. ¿Que hacía ella ahí?  — Hola, Milo — lo saludó de manera fría. — ¿Que haces aquí? Iris lo miró con enojo. — Milo, no seas maleducado — regañó. —  Creo que yo dije que no quería que vinieras, creo que fui claro. ¿Desde cuando era tan malo? Oh, claro, siempre lo había sido, solo había cambiado unos meses cuando Elle estuvo en su casa. Ahora que no estaba, volvió a ser el mismo Milo de siempre. —No tienes tal control en mis acciones, creí que estaba claro. ¿Cómo está Grace? — le pregunto a Iris. — Ella está bien, puedes irte ahora — explicó Milo. Elle lo fulminó con la mirada. — No, no me iré hasta verla en persona. Aunque sea de lejos. No te estoy pidiendo demasiado. Elle se sentó al lado de Iris, mientras conversaban un rato. Estaban esperando a que apareciera el doctor e indicara que podían pasar a verla. Milo estaba con cara de malhumorado y enojado, la cual se le notaba a distancia. ¿Tanto le molestaba que ella estuviese ahí?  — Señor Yorke — llamó el doctor de Grace. Se levantó de su asiento, y Elle e Iris lo imitó.  — Pueden pasar a verla, se encuentra de buen ánimo. No hizo falta nada más para que Milo ignorara la discusión anterior y se concentrara en ver a su hija. Elle e Iris lo imitaron. Cuando llegaron a la habitación, Iris abrio la puerta, y una débil Grace llena de cables estaba recostada en la camilla. — ¿Elle ? — preguntó.
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