Después de las presentaciones empezamos a planear cómo organizaríamos esta guerra, acordamos llevarlos a un punto neutral lejos del castillo y las casas que hay al rededor, les dije que una manada traidora se había aliado con ellos, entonces mi padre dijo que sus guardias se encargarían de la manada, se empezó a hacer tarde así que Jorah y yo abrimos un portal hacia el castillo, todos lo pasaron Nosotros nos fuimos a mi habitación mientras que a los demás los acomodaban en diferentes habitaciones de invitados para dormir, me acosté abrazado a mi mate como si fuera la última vez que lo fuera a hacer. En la mañana cuando despierto, Jorah me abraza con un poco de fuerza, me giro en sus brazos y le sonrió. — Buenos días amor de mi vida— él sonríe. — Buenos días mi amor, y Luna de mi cielo