CAP #3 Contratada e investigada.

2807 Words
La luz de la ciudad se filtraba por el enorme ventanal de la oficina del empresario Alejandro Campbell, su traje azul marino se veía impecable, como era de esperarse de él, sostenía en su mano un papel, específicamente se trataba de un documento muy importante, era la lista de las personas que acudieron ese mismo día a dejar una muestra en el mismo lugar que él, de las personas que estaban en la lista solamente faltaba una, en realidad dos, un hombre de nombre “Enzo Cooper” y una mujer que casualmente tenía el mismo nombre de la chica a la cuál iba a entrevistar ese mismo día, Alejandro miró nuevamente su nombre y repitió en voz alta. — Sophia Baker... — camino lentamente hacia su escritorio y tomo una carpeta de allí, se trataba del currículum de Sophia, había una foto adjunta. — no pareces una mala mujer, tus ojos son llamativos, al igual que tu piel, aún así, no seré condescendiente. — bajo la mirada para ver nuevamente su estado civil. — soltera... — suspiro estresado. — ¿Acaso eres madre soltera? ¿Se supone que así puedas criar a mi hijo como es debido? — Alejandro le hablaba a la fotografía cuando escucho tres suaves golpes en su puerta. Se sintió inmediatamente ridículo al hablarle a la fotografía de aquella mujer, levantó la mirada exasperado, odiaba que tocaran su puerta, su asistente debía saberlo, pero no tenía una, la secretaria que la reemplazaba apenas y podía con el sistema que manejaba su asistente anterior. — ¡¿Qué?! ¡¿Qué quieres?! ¡Pasa, ya escuché! — gritó irritado, la chica asomó el rostro avergonzada. — Lo siento mucho señor, es que ya está aquí la señorita que recomendaron para el puesto de asistente. — Alejandro intento permanecer con un gesto apacible, pero era difícil incluso para él, la última persona en su lista, quien probablemente sería la madre de su hijo, estaba esperando afuera. Los nervios eran inevitables. — ¿Y? ¿Señor? ¿Le digo que pase? — preguntó la chica esperando una respuesta. Alejandro hizo chirrear sus dientes y frunció el ceño. — ¡Hazla pasar! ¡Y la próxima vez marca a mi teléfono, odio escuchar que toquen esa puerta! — gritó con una voz grave. La chica asintió repetitivamente y salió despavorida de la oficina del magnate. Mientras él se quedó sentado en el cómodo asiento detrás de su escritorio, la chica se apresuraba hasta Sophia que sostenía una copia de su currículum en sus manos. — ¡Señorita Baker, puede pasar! — le dijo la chica, Sophia se puso de pie de inmediato, sonrió amablemente y miro a la chica que mantenía un gesto preocupado. — le deseo mucha suerte, seguramente la va a necesitar... — ella la miró desconcertada, pero aún así, no haría preguntas, había escuchado ya que el dueño de la empresa era un hombre complicado. Tomo su bolso y acomodo su carpeta. — Muchas gracias, iré inmediatamente. — respondió amablemente, la secretaria frunció el ceño y la agarro con delicadeza del brazo, en su rostro se evidenciaba un gesto de preocupación. — No toque la puerta, no le gusta que toquen la puerta, pase de inmediato, él la está esperando. — le dijo la chica con preocupación, aunque para Sophia eso era muy extraño, solo asintió, supuso que sus razones tendría y ella no era quien para juzgar las costumbres del jefe, simplemente asintió con la cabeza. — Gracias nuevamente. — dijo con un gesto amable, la chica soltó su brazo con una mueca esperanzada. — Espero se quede con el puesto. — dijo la secretaria, pero en lugar de sonar como unas palabras de aliento, sonaron como una súplica, como si deseara que de verdad ella se quedará con el puesto, lo cual no lograba entender, el puesto estaba muy bien remunerado, ganaría más del mínimo en el país, y estaba feliz de que así fuera, no dejaría perder ese empleo por nada en el mundo. Estaba más que preparada para un puesto como ese, se lo merecía, de eso estaba segura, pero además de eso, necesitaba el trabajo para solventar sus deudas y gastos, su pequeño hijo entraría al jardín de infantes, así que debía tener un sueldo para pagar la mensualidad. Y su orgullo le impedía pedirle ayuda a sus padres, no eran pobres, pero tampoco eran millonarios. — Supongo que gracias... — mascullo al tiempo que se alejaba. Estaba frente a la puerta del CEO, por poco estira su mano y toca la puerta pero se detuvo al instante y posó su mano en la manecilla de la puerta, la giró y entreabrio la puerta. — señor Campbell, soy Sophia Baker, voy a pasar. — al no escuchar ruido en el interior de la oficina decidió pasar, pegó un brinco de susto al ver que el empresario se encontraba parado a mitad de la oficina, viendo fijamente a la puerta. — señor Campbell, me asusto. No esperaba verlo ahí parado, déjeme... — cerró la puerta con delicadeza tras de sí. — cierro esto. — murmuro nerviosa. — Buenos días señorita Baker, me han hablado mucho sobre usted. — dijo Alejandro mirándola con detenimiento, sin tan siquiera disimular un poco, miró su camisa blanca de mangas, perfectamente planchada, su falda negra hasta las rodillas, y sus tacones no tan altos, era una chica realmente atractiva, si no fuera por aquella lista, cualquiera pensaría que no había tenido hijos...Al menos él lo pensaría. — Cosas buenas, espero... — murmuró Sophia entre dientes con nerviosismo. — No se preocupe. Siéntese. — dijo Alejandro señalando el sofá a un lado de la oficina. Ella camino lo más segura posible, pero el nerviosismo era palpable, sus manos temblaban y sudaban, sus mejillas se habían puesto coloradas, el señor Campbell la detallaba sin miramientos, se preguntaba si acaso no le había gustado su vestimenta o si tal vez se le había arruinado mientras esperaba, odiaba que su camisa se llenara de arrugas, pero no seguía la mirada del magnate porque no quería incomodarlo. Ella se sentó en el sofá y cruzó sus piernas, dejo su bolso a un lado y sostuvo la carpeta sobre sus piernas. — supongo que ese es su currículum. — señaló Alejandro, ella asintió nerviosa. Él se acercó y lo tomo de sus piernas poniendo a Sophia cada vez más nerviosa, Alejandro se giró y camino hasta su escritorio, se sentó sobre él y abrió la carpeta. — tengo su currículum, pero supongo que usted se lo sabe de memoria, así que no es necesario que lo sostenga entre sus manos. — levantó la vista del documento y la miró fijamente, ella asintió mientras se apretaba las manos entrelazadas. El arrogante CEO levantó una ceja en un gesto intimidante, claramente ya estaba evaluando sus actos. — Si señor... Puede preguntarme lo que quiera. — dijo acumulando un poco de valentía. Él noto su seguridad y negó con la cabeza. — No, ya leí su currículum, podría decir que me lo se de memoria. — dijo él con un gesto serio. — Muy bien, señor... — dijo con un gesto serio. — No pienso preguntar nada, te recomendaron y necesito una asistente con urgencia... Estás contratada. — dijo levantándose y entregándole nuevamente su currículum, se volvió nuevamente hacía ella, Sophia se detuvo y lo miró esperando que le dijera la última palabra. — pensándolo bien, si quiero hacerle una pregunta... — ella asintió y lo miro con curiosidad. — ¿Puedo? — pregunto él acercándose a ella. — Claro que puede... — dijo ella un tanto intimidada. — Bien... ¿Tiene usted hijos? En su hoja de vida menciona que es usted soltera... — dijo Alejandro tratando de disimular sus intenciones, lo que para ella era extraño. Sophia frunció el ceño y titubeó. — Tengo un pequeño hijo de dos años... — contestó Sophia con desconfianza. — Entonces no es soltera. — afirmó él tratando de sacar un poco más de información, al tiempo que en su cabeza sacaba cuentas según la edad del hijo de Sophia, y si sus cuentas eran exactas, ese niño podría ser su hijo. — Eh... — dudo. — ¿Es necesario que responda a eso? En mi currículum dice que soy soltera, señor Campbell. — respondió un tanto incomoda. — Tiene razón. Disculpe si la ofendí. — carraspeó su garganta incomodo al tiempo que se arreglaba la corbata. De repente su garganta se sintió seca, ella lo miraba por primera vez con detenimiento. Ella miraba sus ojos negros con recelo, él se fijo por primera vez en su rostro, sus ojos eran verdes con un tono grisáceo al rededor. — Señor Campbell, su rostro me es familiar... — soltó Sophia sin filtrar sus palabras, al darse cuenta abrió los ojos sorprendida y tapó su boca con la mano, ella no lograba entender porqué el rostro de aquel hombre se le hacía tan familiar, sus ojos oscuros le recordaron al gesto dulce y tierno de su hijo, sonrió levemente, algo conmocionada, aquel hombre no podía enterarse de su situación, además por las preguntas que le hizo, parecía molestarle el hecho de que fuese madre soltera, y aunque ya tuviera el puesto, temía que en algún momento el magnate decidiera despedirla y contratar a alguien más acorde a su empresa, tal vez una mujer soltera y sin hijos o quizá una casada. No sería la primera vez que la echarán y discriminarán por tener un hijo y ser madre soltera. La sociedad estaba mal, no ella. — Ah, eh... — titubeó él sin saber que decir. — es un rostro común, tal vez se deba a eso. — respondió cambiando su tono de voz, ya no era cálido, más bien era frío, inmediatamente se puso recta. — Lo siento mucho, fui muy imprudente, no debí... — él lo dejo pasar con un gesto de su mano, restándole importancia. — me disculpó. — dijo ella rogando mentalmente que no le dijera que se arrepentía de haberla contratado. — ¿Puede iniciar mañana mismo? — le pregunto Alejandro. Ella lo miró desconcertada, aunque frío, era atento y considerado. — Empezaré cuando usted me lo indique. — respondió Sophia con seguridad. — Bien. Avisaré a recursos humanos... Venga mañana temprano, en horario laboral, pase por allí para firmar su contrato, la estaré esperando para indicarle sus labores. — le dijo el magnate, con un gesto serio. — Se lo agradezco mucho. Estaré aquí a primera hora. — aseguró Sophia con firmeza, Alejandro se apresuró a adelantarla y le abrió la puerta. Ambos se miraron por un segundo. — que tenga un buen día. — le dijo Sophia. — Igualmente. — respondió serio. Tan pronto como salió Sophia de su oficina Alejandro saco su teléfono celular y comenzó a buscar en Internet; detectives privados. — Mi rostro le es familiar... — susurro para si mismo. Encontró en internet, el detective ideal, busco en su perfil y se fijo las referencias, un par eran reales y otras era para ganar clientela. — que raro... — siguió susurrando mientras veía todas las publicaciones en el perfil del detective, la pagina tenía cinco estrellas. Copio el número y marcó, el teléfono empezó a sonar. Un momento después un hombre de voz grave le contestó. — Detective privado, experto en... — Ya lo sé, ahorreme el repertorio, necesito concretar una cita con usted hoy mismo, necesito investigar a una persona, así que me es de carácter urgente que venga a verme, le prometo que tendrá una buena paga, la mejor que haya tenido en todo su trabajo como detective. — dijo Alejandro interrumpiendo al detective. — Me parece perfecto, suena usted como una persona muy interesante, envíeme un mensaje y la ubicación, lo veré hoy mismo. — le aseguró el detective. — Bien. Eso haré. — respondió Alejandro con seguridad. Como habían quedado, Alejandro le envió su dirección al hombre, le aviso a su nana que tendría una visita y se fue directamente a su gran mansión, le daba tiempo para cambiarse y estar cómodo. El hombre llegó diez minutos antes, su nana abrió la puerta y lo invito a sentarse en lo que Alejandro lo atendía, él salió de su habitación hasta la sala de estar y el hombre ya estaba allí tomando un té acompañado por galletas, por suerte se había dado un baño y estaba más relajado, camino con seguridad hacía el hombre. — Buenas tardes. — lo saludó, el hombre dejo inmediatamente su taza sobre la mesita de centro y se levantó, extendió su mano hacía Alejandro. — Buenas tardes señor, es un gusto conocerlo, mi nombre es William, pero no hace falta que me diga su nombre, yo se muy bien quien es usted, así es como hago mi trabajo, señor Alejandro Campbell. — dijo el hombre tratando de impresionarlo, Alejandro siguió con un gesto apacible, podría haber visto su nombre en el edificio o el mismo guardia de seguridad pudo haberlo mencionado, no le dio demasiado meritó. — El gusto es mió, William. — tomó la mano que le tendía el hombre y le dio un apretón. Un momento después la soltó. — ¿También sabe por qué lo llame? — preguntó con un gesto serio. — Claro que lo sé, ya le dije que hice mi tarea, como corresponde hice una investigación a fondo. El único problema que usted presenta en este momento, asumo que es el mismo que la señorita Leonor Moore reportó no hace mucho... ¿Quiere saber que persona ha sido inseminada con la muestra que usted dejo en el lugar? — Alejandro levantó una ceja y sonrió de medio lado. Satisfecho por su deducción, al final no era un estafador y como bien dijo, hizo muy bien su tarea, pero él ya sabía todo eso. — me tome el atrevimiento de pedir una copia del listado de personas que asistió ese mismo día a dicho lugar... — susurro el hombre. Alejandro miró a su alrededor, su nana se encontraba en la cocina. — Me parece muy bien, pero yo ya di ese paso, si quiere volver a hacerlo es su decisión... Pero le contaré a que conclusión he llegado, seré breve. — saco de su bolsillo un papel, se trataba del mismo listado que el detective sostenía en su mano, solo que la lista estaba tachada. Excepto por un nombre. — es el nombre de la chica que creo es la madre de mi hijo... Las demás parejas no han hecho nada con sus muestras... Ella tiene un hijo de dos años, quiero que la investigue, quiero fotos de donde vive, con quien, lo que hace... De su hijo y de las personas que la rodean. — el detective tomo la lista y asintió con una sonrisa. — Es usted muy listo. Entonces como ha adelantado mi trabajo, haré lo que me pide. — le aseguró el detective. — Bien... — saco de su otro bolsillo un papel, se trataba de una fotografía. — es una foto de cuando era un niño, pido absoluta discreción, pero esta mujer... — señalo el papel con la lista. — dijo que mi rostro se le hacía familiar. Si dijo eso... Es probable que ella haya visto algún parecido de su hijo en mí y quiero que usted lo vea y le tome las fotos pertinentes, si ve que se parece a mí esa foto, hagamelo saber. — el detective miró la fotografía, era Alejandro Campbell cuando tenía al menos dos o tres años. Asintió con seguridad. — entonces es un hecho... Sepa que si mantiene total discreción le pagaré muy bien. — aseguró Alejandro. — No me lo tiene que decir, así será. — el hombre tomo sus documentos y los guardo. — tengo lo necesario, estaré en contacto con usted. — le dijo antes de darse la vuelta y salir por la puerta, Alejandro era un lobo solitario, no sabía como ser amable con los demás. Su nana llegó rápidamente hasta él con su cena, y una nueva taza de té. — Gracias nana, eres la mejor. — le dijo con una sonrisa cariñosa. — Sería la mejor si te hubiera educado mejor, corriste a ese hombre sin dejarlo terminar su té... ¿Hasta cuándo serás tan asocial? — él se metió una galleta a la boca y se encogió de hombros, divertido. — ay, muchacho. — acarició brevemente la cabellera de Alejandro mientras suspiraba rendida. — iré a dormir, avísame si necesitas algo. — le dijo la anciana con un gesto tierno. — Me educaste perfectamente. — dijo orgulloso. — y no, ve a descansar, si necesito algo yo mismo iré a buscarlo, mírame, tengo manos y pies. — sonrió divertido, ella soltó una risita y apretó levemente su hombro antes de irse a su habitación.
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