CAPÍTULO #4
Melany no estaba en el mejor momento de su vida, aparte de la caída de la empresa de su padre, su madre se encontraba enferma, aunque nunca le faltó nada siempre se mantuvo trabajando en lo que le gustaba, pero aquello no le daba el suficiente dinero para ayudar con la enfermedad reciente de su madre, y aunque con lo que aportaba ayudaba a su padre, mientras más empeoraba su madre, más se iban a la banca rota.
Empezó a dar clases extras desde el inicio de la enfermedad de su madre, por más que quería ayudar a su padre con la empresa, no podía, no sabía absolutamente nada acerca de ello, lo que fue una total decepción para ellos, desde un principio ella mantuvo sus puntos claros, y aunque ellos no estaban nada de acuerdos con lo que ella había elegido estudiar, no tuvieron de otra que aceptar, pero era una gran vergüenza para ellos siendo ella la única heredera.
Salió de la cocina tomándose un vaso de leche caliente, cuando intentó ir hacia la izquierda para dirigirse hacia su habitación su padre le habló.
—Mela, arréglate que saldremos —le dijo con ese tono demandante que solía usar.
Ella giró frunciendo el ceño confundida, ella no tenía esos planes.
—¿A dónde? No he ido a ver a mamá y al rato eso haré —expresó, mirándolo a la espera de una respuesta.
—Esto puede esperar —gruñó su padre restándole importancia. —. Debemos asistir, nunca se sabe cuando se conseguirá un socio.
Melany sonrió al entender las palabras de su padre, sabía que truco estaba usando.
—¿Y me quieres usar para atraer gente no? —preguntó a la defensiva.
—¿No puedes simplemente acompañarme a un lugar? —arrojó su padre pasándose por el molesto.
Ella se aclaró la garganta y sostuvo el vaso con ambas manos mirando a su padre.
—¿Para qué negarlo? Sólo sé sincero conmigo, igual eso no me hará cambiar de idea —se encogió de hombros.
Su padre bufó molesto.
—Sabes que necesitamos dinero, y la carrera que escogiste no es que nos ayude tanto.
Ella ladeó la cabeza.
—Al menos hago lo que me gusta, y no te preocupes, iré, ella lo merece.
Dispuesta a darse la vuelta giró, pero su padre volvió a hablar.
—¿Quién sabe y si al fin estableces una relación?
Ella prefirió no contestar, siguió su camino hacia su habitación y cerró con seguro, no tardaba para alistarse, pero sí se esmeraba, aunque con esa piel y ese cuerpo, no había algo que no la hacía ver realmente hermosa.
Dejó el vaso sobre su mesa antes de adentrarse al baño, se dio un corto baño y luego optó por un vestido n***o que le quedaba sobre las rodillas, ya había causado varios inconvenientes en eventos que tomó como experiencia, si con lo más sencillo que se ponía provocaba, ni hablar de algo más sexy.
El vestido era n***o, con un escote entre los pechos, dejó su cabello suelto para cubrir sus hombros desnudos por las tiras finas del vestido que se ajustaba a su cintura y un poco suelto al final. Buscó unos tacones medianos plateados, se dirigió hacia su mesa y se maquilló un poco, tomó su celular sobre su cama y seguido el vaso sobre la mesa antes de salir de la habitación y cerrar detrás de sí.
Se dirigió hacia la cocina y dejó el vaso allí antes de ir hacia la sala para ver a su padre. Éste vestía un traje gris, su padre era guapo, de esos guapos rellenitos que en ocasiones eran tiernos y en otras eran un demonio total.
—Listo —dijo con rudeza, sosteniendo con ambas manos su celular manteniendo una postura firme.
Su padre se levantó al instante que la miraba, una sonrisa de satisfacción iluminó su rostro.
—Hermosa como siempre.
Sí, ¿no? —pensó, pero no lo dijo.
Esa belleza deslumbrante que cualquier mujer desearía tener, para ella era como una maldición, los hombres la deseaban con demasiada frecuencia, y no había un lugar al que hubiese asistido y que no se le hubieran lanzado entre dos o tres tipos.
Melany temía no conocer el amor real, porque muchos querían liar con ella, y esos muchos sólo la veían “hermosa” una diosa, pero ella no quería eso, ella deseaba alguien que pudiera ver más allá, alguien que no fuese a halagar con esa palabra, sino con algo más, y luego le dijera hermosa, porque en realidad ella no era simplemente hermosa, era inteligente, talentosa y llena de habilidades, pero los de su alrededor no halagaban eso, sino su belleza.
—Gracias, papá —respondió educada.
—Vamos —propuso su padre, quién pensó en estrecharle su mano, pero que se acordó que a ella ya no le gustaba eso y sólo tomó la iniciativa de avanzar hacia la salida.
Ella lo siguió en silencio, quejándose mentalmente de esas aburridas fiestas que hacían las empresas.
Cuando llegaron al lugar, el carácter de Melany se tornó más seria, así era ella, le gustaba mantenerse seria en público, pero era totalmente diferente en cuanto a personas con las que tenía confianza. Su padre fue el primero en bajar para ayudar a su “princesa” a bajar, había que mantener estable la política de la apariencia en todo momento.
A la par de su padre se adentró al salón subiendo los tres escalones que los llevaban hacia los demás, miró alrededor con cierto desinterés, pero eso cambió cuando vio al novio de su amiga, le sonrió ampliamente y decidida a acercarse para preguntar por su amiga quiso avanzar hasta él pero su padre la detuvo del brazo.
—No viniste aquí a socializar, sino a conocer personas nuevas que nos sirvan de algo —le susurró entre dientes con mucha cautela.
—Recuerda que sólo vine a acompañarte, puede que me uses para tu jueguito, pero no pienso jugar éste sucio juego, sé que existe una manera para que mamá mejore —declaro soltándose con discreción del agarre de su padre y caminó hasta el hombre que a lo lejos disimulaba no ver el momento.
—Hola —saludó animado agitando levemente la mano hacia ella.
—Hola exclamó algo entusiasta por tener al menos un conocido en aquel lugar, —. ¿Y Sofía? ¿No vino a acompañarte?
—No, sabes que siempre está ocupada, y al parecer quieren cambiarla de lugar —comentó el hombre con desanimo, era evidente que le molestaba aquello.
—Eso... si que es complicado —dijo Melany algo incómoda. Aquello podía ser un gran paso para su amiga como fiscal, pero, un tanto complicado para su relación amorosa.
—Algo —comentó el hombre con incomodidad.
Melany entrecerró los ojos sin saber que decir, juntó sus labios en una línea y le dedicó una leve sonrisa, inclinó su mano y le tocó el hombro con cariño. Quiso no hablar más del tema y se despidió yendo a escudriñar sola alrededor, la mayoría del tiempo que pasaba acompañada después de la enfermedad de su madre ha sido gracias a sus estudiantes tanto de baile, como de psicología.
Le sonrió a las personas que le sonreían en el camino, y terminó en una esquina sola con una copa en manos mientras observaba alrededor y tomaba tranquilamente.
La tranquilidad no le duró mucho ya que se acordó de su padre, y quiso volver para buscarlo pero alguien se interpuso en su camino justo en el momento que pensaba alejarse.
—Melany —dijo el hombre entrando su mano izquierda en el bolsillo de su pantalón.
—Buenas noches —saludó educada. —. ¿Lo conozco? —inquirió tratando de hacer memoria.
—Marcelo Almeida —le estrechó la mano y ella lo aceptó. —. Ya nos conocimos, soy el tío de su estudiante Emely —explicó.
—Ah —asintió con la cabeza acordándose. —. Disculpe, es que van tantas personas y eso, es un gusto verlo.
—Ha sido más que un placer para mí —dijo Marcelo con una sonrisa. —. ¿Está usted aquí sola? ¿Me dejaría acompañarla?
—Em, de hecho ya me...
—Hija —la voz de su padre la interrumpió. Quien pasó a colocarse a su lado, muy interesado en conocer a la persona que le hablaba. —. Buenas noches —saludó para el hombre que tenía en frente.
—¿Nos va...? —las palabras de Melany quedaron en el aire gracias a su padre.
—Rafael Méndes —le estrechó la mano a Marcelo, quien no tardó en aceptarlo.
—Macerlo Almeida.
Melany se sintió muy incómoda por la situación, aunque Marcelo no se estaba lanzando hacia ella como solía ser, presentía que algo quería y no le parecía dejar que él y su padre se conocieran.