Más tarde ese día, Anisa estaba en su oficina revisando algunos diseños cuando escuchó discusiones fuera de su puerta. —Te digo que no puedes entrar así como así —decía su secretaria, Juana. —Quítate de mi camino. Anisa suspiró, preguntándose con quién tendría que lidiar ahora, justo entonces, la puerta se abrió de golpe y Karoll irrumpió en la oficina. —Anisa, lo siento mucho, intenté detenerla… —empezó a explicar Juana, con el pánico reflejado en su voz, pero Anisa la calmó. —Está bien, Juana, déjanos solas. Juana asintió y salió, no sin antes lanzarle una mirada de reproche a Karoll, quien no parecía mostrar el menor arrepentimiento. Una vez que la puerta se cerró, Anisa se volvió hacia Karoll con una sonrisa. —Me preguntaba cuándo ibas a venir a verme, me sorprende que no hayas