Leroy/ Evidente amor

1607 Words
Annie como siempre jugaba con sus elementos y su don en el jardín trasero que comunicaba con el bosque que nos escondía de la vista de los curiosos, solamente los vampiros y ahora los licántropos sabían que el castillo real se encontraba detrás de ese bosque oscuro, se había escondido ese secreto porque no se confiaba en muchas criaturas mágicas y aunque no había rivalidades hoy en día, siempre estábamos en guardia porque nunca se sabía si pudiesen haber traidores como en un pasado lo fue Jeans. Siempre me mantenía al margen de todo pero eso no significaba que no estuviera enterado de las cosas, en la elección de nuestros protectores me fue muy fácil rechazar a mis asignados que se encontraban en el gran salón, podía decir que había sabido elegir sabiamente aunque no pudiese decir lo mismo de mis primos, aunque de Loa no imaginé aquello, pero ella era sólo una niña de catorce años, tenía derecho de cometer errores, por otro lado estaba Annie quien si había sido muy consciente de su elección y yo no sabía si sentirme decepcionado o resignado, ella siempre solía hacerlo pero mi fe siempre estaba en ella, después de todo era mi mejor amiga. Volví a mirar a Annie quien ya sabía de mi presencia pero seguía ignorandome y jugando con su don y elementos. Me acerqué a ella recordando el motivo por el cual la estaba buscando. — Pensé que no te decidirías a hablarme. — dijo ella sin mirarme, reí. — Sabes que hagas lo que hagas, yo siempre estaré a tu lado apoyándote. — me agache un poco para quedar a su altura, Annie me miró confundida. — ¿Por qué siempre me apoyas así, aunque haya tomado las peores decisiones? — preguntó con el ceño fruncido. — Supongo que eso hace la familia ¿no? — me encogí de hombros. Ella sonrió y asintió. — Todos están enojados porque creen que yo intervine en la decisión de Loa. — dijo cabizbaja. — No te preocupes... — susurré. — Al principio fue así... — fui interrumpido por alguien. Me giré de inmediato notando a Deán justo detrás de mí, con una postura rígida. — pero sabemos que Loa nunca puede ser persuadida por nadie, siempre pretende ser justa y no deja que nadie tome decisiones por ella. — Annie y yo le miramos fijamente. — sólo quería decirte que he hablado con nuestra madre y ella tampoco te culpa, también quería pedirte disculpas. — dijo encogiéndose de hombros. Annie se levantó y le miro, Deán extendió su mano hacia ella en señal de paz, Annie la tomo y luego lo acogió en sus brazos con rudeza. — Acepto tus disculpas, hermanito. — dijo apretándolo muy fuerte, los juegos de Annie con su hermano solían ser muy duros. — Vale Annie, ahora... Sueltame. — pidió Deán quien casi era asfixiado por su hermana. — Eres un llorón. — dijo para luego soltar a Deán. — No soy un llorón. — replico rodando los ojos. — sabes que nunca te haría daño. — paso una mano por su cabello para acomodarlo ya que Annie se lo había dejado hecho un nido. Me fue inevitable no reír, ambos me miraron, al parecer había sido invisible todo el rato. — Lo siento, lo siento. — me excuse levantando mis brazos en señal de disculpa. — hagan de cuenta que no estoy aquí, ya me voy. — dije avergonzado. — Hey, soy yo quien se va. — dijo Deán tomando mi brazo. Le miré. — sólo venía a hacer las pases con Annie y a informarle que todos sabemos que no es su culpa. — se encogió de hombros para luego marcharse con una sonrisa en los labios. Yo podía jurar que todos creían que yo estaba enamorado de Annie, incluyendo a mis padres, incluso hasta yo empezaba a dudar de mis sentimientos hacia ella, es verdad que desde muy niño no había dejado que otro chico se le acercara pero eso era por que creía que todos querían dañarla, ella era tan vulnerable, tan frágil que yo siempre quería cuidar de ella, aunque también estaba aquella vez en la que dije que Annie sería mía y de nadie más, era sólo un niño pero mis palabras fueron firmes y muy serias, aún no podía creer que yo hubiera hecho eso. Sentí un pequeño pinchazo en la nariz que me hizo salir de mis pensamientos, el bello rostro de Annie estaba tan cerca del mio examinandome como si hubiera algo extraño en mí, al verla tan cerca no pude gesticular palabra, su ceño se fruncio de inmediato y se giró quedando muy cerca de mi mejilla, lo siguiente que hizo me puso la piel de gallina, Annie había lamido mi mejilla. —¡¿Qué hacés?! — pregunté confundido, Annie río ante mi pregunta, yo subí mi mano para limpiar mi mejilla que se encontraba empapada de su saliva, retire mi mano y mire su saliva para luego mirarla a ella. — ¡Vamos! ¡No seas un llorón, tú también! — dijo antes de correr desapareciendo de mi vista. — ¡Annie! ¡Me las pagarás! — dije antes de correr tras ella. Annie era rápida pero yo era un cazador puro, así que corrí lo que más pude hacia ella. — ¡Hey! — una voz masculina retumbó en mi cabeza y yo sabía quién era exactamente, hacia unos meses que se había presentado, por desgracia en mi cumpleaños, pero ahora éramos buenos amigos después de perdonarle el daño que me hizo. — nosotros también queremos jugar. — dijo él. — No es el momento Jhon. — dije para luego cortar la conexión con mi lobo, él y la loba de Annie se comunicaban muy a menudo y parecían llevarse muy bien. Annie se detuvo y se dio la vuelta sonriendo. — Así que no dejaste a Jhon jugar. — río. — entonces esto es serio, entre nosotros dos. — dijo sin dejar de reír. Una fuerte brisa hizo que el cabello de Annie se posicionará todo en su rostro, sin perder más tiempo aproveche el momento para alcanzarla pero al ir con tanta prisa no me fijé de una roca y caí sobre ella pero no exactamente en frente de su cara como en dichas telenovelas que hacían llorar tanto a mi tía Maddie. No. Yo tenía que caer de cara en sus pechos, eso solo me ocurría a mí, quede petrificado sin poder hacer nada y al parecer no fui el único, la respiración de Annie fue disminuyendo y su corazón estaba tan desbocado como el mio, intente levantarme pero mis nervios me ganaron y caí nuevamente sobre ella pero esta vez su cara estaba frente a la mía. Annie me miró fijamente con los ojos muy abiertos, amaba que sus ojos cambiarán de color, sus mejillas estaban rojas y sus ojos estaban de un color violeta, al parecer se sentía avergonzada. — Puedes... Por favor. — dijo dudosa. — quitar tu mano de ahí. — dijo tímida. Entonces fue ahí donde note que una de mis manos se encontraba en su pecho mientras que la otra sostenía parte de mi peso a un costado de Annie, sonreí avergonzado y la retire inmediatamente. — Lo.. Lo siento. — dije balbuceando cada palabra. — No la sentí... — los ojos Annie se abrieron como platos. — ¿Acabas de decir que mis pechos son tan pequeños que no sentiste? — pregunto con evidente enojo, hasta sus ojos habían cambiado de color, estaban verdes. Negué rápidamente con la cabeza pero era obvio que ella ya no me creería. — Annie, lo siento, eso no fue lo que quise decir. — traté de disculparme pero ella con un movimiento brusco me tumbo, quede a su lado y ella se levantó para luego caminar hacia el castillo. — ¡Espera Annie! — corrí detrás de ella hasta poder alcanzarla. — ¡Dejame Roy! — grito cuando la tomé de un brazo. — Solo espera un momento, dejame hablarte. — supliqué, me sentía como un completo idiota. Annie se giró dejándome ver su rostro, dos pequeñas lágrimas se deslizaban por su rostro. — ¡Ay no! Soy un idiota, perdoname. — me sentí como eso, como un completo idiota al hacerla llorar. — No Roy, es que soy una tonta. — limpio sus mejillas con su mano libre. — tu acostumbras a decirme cosas lindas siempre y es por eso que eso me tomo por sorpresa, me afectó un poco. — trato de sonreír. — Y lo seguiré haciendo, eres la más hermosa híbrida que conozco. — acaricie su mejilla, sus ojos se dirigieron a los míos. — por favor, perdoname y regalame una sonrisa. Son perfectos, solo que no es en lo que estaba concentrado. — sus mejillas se tornaron rojas, ella asintió y sonrió tímidamente. Annie me había mal interpretado, pero no me importaba pedirle perdón aunque no fuese mi culpa, mire su rostro, estaba atontado con su belleza. — Quisiera, no sabes cuánto quisiera... — trate de decirlo aún con mi mano acariciando su rostro. — ¡Maldición! No puedo... — los ojos de Annie me vieron confundidos y decepcionados. — lo siento. — dije antes de soltarla y correr hacia el castillo. Yo había descubierto lo evidente, la amaba, era así, la ame desde el primer día, desde que sus ojos multicolor me miraron con ternura, la ame desde que ella empezó a escucharme y dejo que yo la escuchara. La amaba aunque me empeñara en negarlo. Leroy Steel Lombardi se había enamorado de su mejor amiga.
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