Capítulo 4.

4061 Words
-Elijo a Sam - Respondió Kendall en apenas un susurro audible que parecía martillar por entre las ondas de la música que sonaba al fondo del establecimiento, o quizá solo se escuchaba tan lejana debido al sonido de la sangre que golpeteaba con fuerza contra el pecho de Ethan. -¿Qué? - Le pregunto él sin dar crédito a la información que su cerebro aun no terminaba de procesar -¿Qué has dicho Kendall? - Pregunta esa vez mucho más despacio, queriendo que ella entendiera la magnitud de lo que esa pregunta realmente significaba. -Que elijo a Sam - Espeto, alzando la voz y mirándolo con un odio que él jamás sabría cómo comprender, mirándolo incluso como si le causara repulsión su sola presencia, sus ojos no parecían lo mismo, de un momento a otro se convertido en una mezcla de total desprecio y fastidio. Cosa que hizo que el cuerpo de Ethan temblara por completo, ni siquiera en el pasado cuando él la había dejado tirada en el callejón lo había mirado así, y eso lo estaba desestabilizando, como si esos ojos quisieran decirle algo que él realmente no quería oír. -Debes estar bromeando - Soltó el chico con una risa torcida, que más que socarrona se veía totalmente fuera de sí, pero, ¿Qué más podía hacer? Kendall lo estaba abandonando, le estaba diciendo en su cara que lo que había pasado entre ellos no tenía el mas minino significado. Le estaba gritando que no le importaba, y que al igual que el resto de personas, ella también lo iba a abandonar. -Te lo dije en año nuevo, y te lo recuerdo ahora, tu para mi estas más que muerto Ethan Lake, y no pienso llorarte, o ir a llevarte flores, el cementerio está solo, y tu estas allí - Soltó con desdén, entretanto Sam aparecía al lado de ella, y la agarraba de la cintura para hacer frente a su primo. Ahí estaban ellos dos, como la parejita del momento, riendo y en ese momento besándose, frente a un alma en pena que reclamaba un poco de vida de esa que le regalaba Kendall cuando estaba a su lado, todo parecía como un mal chiste, uno de esos que no le desearía ni a su peor enemigo, uno que sin embargo, Ethan estaba viviendo y más que eso, sufriendo con cada una de las células de su cuerpo que reclamaba la presencia de Kendall. -Te lo dije, hermano - Sam se alejó de la boca de la chica, y miro a los ojos a Ethan que estaba descolocado por la escena frente a si - Britney tenía razón, estas solo, y la única persona que tienes para consolarte tampoco esta aqui. -Espera, ¿Cómo sabes que Britney dijo eso? - Dijo Ethan sin entender nada, toda esa situación era más que anormal, algo estaba pasando, algo andaba muy mal. De repente, y antes de que Sam pudiera contestar a la pregunta que su primo le acababa de hacer, Sam, Kendall y todas las personas que estaban en el lugar dirigieron su atención exclusivamente en Ethan, y entonces todos empezaron a carcajearse a su costa, cosa que lo hacía sentir tan pequeño como una hormiga. La risa de toda esa gente, sonaba muy parecida a la risotada alcohólica que su padre solía soltar cuando golpeaba a Jordyn e Ethan se interponía entre ellos, como si fuera lo suficiente fuerte para hacer frente a su padre, como si tuviera la suficiente edad para hacerse cargo de su madre y todo lo que eso significaba. Como si fuera lo suficiente valiente como para cuidar de sí mismo sin depender de ese ser humano al que él tanto odiaba y despreciaba. Nuevamente ese sentimiento que su estómago había albergado durante toda su juventud, se hacía presente otra vez, haciéndolo sentir insignificante, demostrándole que él no era suficiente, ni para sí mismo, ni para su madre que estaba muriendo internada en un hospital, ni para Kendall que estaba frente a si acariciándose con otro hombre. Siempre le faltaba algo, siempre existía esa cosa que podría haber hecho mejor, Ethan jamás iba a ser suficiente para nada, ni para nadie, le había faltado una yarda para anotar en el último partido, le había hecho falta unos cuantos dólares para poder comprarle la medicina que aún no había podido conseguir para su madre, le había faltado un padre que lo apoyara, y por otro lado, le había faltado un sentimiento para poder retener a Kendall a su lado. Y el problema, era que ya no había tiempo para arreglar cada una de esas cosas que podría haber hecho mejor, no podía volver en el tiempo, estaba perdido, y no había nada que él pudiera hacer para cambiar dicha situación. -Fue una pesadilla, una maldita pesadilla - Ethan se levantó de golpe jadeando, estaba bañado en sudor, y su cabeza le dolía como los mil demonios, nuevamente ese sueño se había apoderado de su cabeza, y de su corazón, otra vez esa pesadilla de la que no sabía cómo deshacerse. Tratando de hacerse de todo su autocontrol, el chico se levantó de su cama, afuera aún se veía todo oscuro, faltaban algunos minutos para que el sol empezara a salir, pero Ethan no se sintió capaz de volver a la cama, no si nuevamente iba a tener que ver a Kendall renunciando una y otra vez a ellos y lo que se había sido en el pasado. Desde que él había enfrentado a Kendall en el bar, hacia unas semanas, no se había podido sacar de la cabeza la rebeldía de sus ojos, y la seguridad de su voz cuando le había dicho que no lo elegía a él, y aunque tampoco había elegido a Sam, eso no hacía que la sensación fuera menos peor. -Nadie - Le había contestado ella esa noche, a lo que él la miro con extrañeza, y un poco de confusión - ¿Por qué demonios se supone que deba elegir a alguien? Quiero a Sam, Ethan, de verdad lo quiero, pero es solo mi amigo, y por lo pronto se quedará como tal, y en cuanto a ti - Kendall lo señalo, para después dejar caer su brazo que se sentía tan rendido y decepcionado como toda ella. -¿Yo que? - Le pregunto acercándose un poco más a su cuerpo, con el fin de intimidarla, cosa que en realidad no consiguió en lo absoluto. No era fácil intimidar a una chica que había caminado descalza por el mismismo infierno, después de conocer el verdadero dolor, no cualquier cosa es capaz de lastimarte, no le tienes miedo al monstruo de tu armario cuando has enfrentado a tus demonios interiores - Pensaba Kendall. -Tú ya no eres nadie - Respondió con apenas un hilo de voz, no tenía fuerza para gritar, y tampoco quería hacerlo, Kendall solo quería que todo aquello se acabara, que Ethan y ella detuvieran esa guerra, porque ella no pretendía ganar, ya no había razones para hacerlo, y su orgullo, aunque importante, no alcanzaba a motivarla lo suficiente como para meterse en algo de lo que no estaba muy segura si saldría viva - Así que en esta ocasión, voy a apostar por alguien por quien nunca lo he hecho, me elijo a mi Ethan, y lo lamento si no es la respuesta que esperabas. La chica se soltó del agarre de Ethan, y camino con fiereza hasta donde estaba Sam. -Esa es mi chica - Amanda, que había escuchado el final de la conversación, no pudo sentirse más que orgullosa por esa menuda chica que veía llenándose de valor y haciéndole frente a la vida misma, Kendall era más de lo que pensaba, lo era más de lo que ella había sido en algún momento de su vida. Esa mujer que veía alejarse del agarre de Ethan, era demasiado buena para él, Ethan no parecía merecer a alguien tan leal como lo era Kendall, y Amanda solo esperaba que ella se enterará de que era lo que cualquier chico querría a su lado, era hermosa, fuerte, valiente, en cambio Ethan, tal como lo había dicho Kendall, no era nadie. -Gracias - Kendall tomo la mano que Amanda había puesto sobre su hombro, y cerró los ojos un minuto antes de llegar donde Sam, su parte débil aun quería romperse a llorar y encerrarse en su habitación, sin embargo esa parte que se estaba cultivando dentro de su pecho, la había obligado a volver con sus amigos, beberse alguno que otro chupito más, y disfrutar de eso que tenía a su alrededor. Porque al fin y al cabo, tenía lo suficiente, y debía sentirse feliz por eso, porque aunque le faltara alguien, y ese alguien tuviera un espacio muy difícil de reemplazar, no era razón suficiente para echarse a llorar. La vida seguía su curso, la gente avanzaba, y ya era hora de que ella lo hiciera también, incluso si eso significaba hacerlo sola, lejos de Ethan y de los recuerdos que se quedaron de ellos. Así había terminado esa noche, ese había sido el aparente fin del que Ethan, semanas después, no se había podido reponer, y aunque aún seguía viéndola por los pasillos de la universidad, ya no era lo mismo. Al principio, recién esa noche en el bar, ellos habian estado manteniendo una estúpida guerra disfrazada de amabilidad, se saludaban, eran capaces de comportarse estando ambos en el mismo entorno, pero era imposible no darse cuenta de las sátiras e indirectas que se lanzaban el uno al otro. Cualquiera que los viera, entendía que ahí pasaba algo, como cuando Kendall fulminaba a Ethan por referirse a Sam, por preguntarle con desdén por él, o hacer algún comentario que ella consideraba inapropiado. Por más que quisieran, era imposible que estuvieran separados el tiempo que ambos necesitaban para reponerse, era como si el destino los estuviera castigando por algo, porque ciertamente, Kendall sentía que algún tipo de karma estaba pagando cada vez que Ethan la sacaba de quicio. Por otro lado, el castigo de Ethan no era menos peor, porque el suyo, era una deuda que debía pagar consigo mismo por haberle abierto el corazón a Kendall, por haberla dejado calar tan hondo, por no podérsela sacar de la cabeza y mantenerla a su lado como su infierno personal. La condena a la que estaba sentenciado era esa por amarla y no habérselo dicho. -¿Qué haces despierto a esta hora? - Inquirió Harry mirando a Ethan tal como si fuera un experimento del gobierno y no un simple chico que decidió hacer ejercicio a las cinco de la mañana. -Ejercitándome, viene la temporada y hemos estado bebiendo de más - Dijo entre jadeos, esa mañana estaba dispuesto a exigirse más de lo que nunca había hecho, haría flexiones, y alzaría peso hasta que le quemaran los músculos, hasta que su cuerpo reemplazara a Kendall por el dolor. -Si, como digas - Harry volteo los ojos, siempre le había parecido que Ethan escondía algo, pero ni en un millón de años iba a preguntarle. -¿Y tú? - Ethan ladeo la cabeza hacia donde él estaba, y reparo en su vestimenta. -Yo… - Titubeo un poco - Acabo de llegar de casa de un amiga - Le guiño el ojo, haciendo que el otro chico entendiera a la perfección a lo que se refería. Harry se fue del gimnasio de la fraternidad en cuanto se había dado cuenta de que Ethan lo que menos quería hacer era hablar, sobre todo porque se había puesto los audífonos, haciéndole saber que su presencia empezaba a incomodar, al fin y al cabo, no había nada en particular que Harry quisiera decirle, la única información que tenía a parte de lo cotidiano, era que acababa de llegar justo del apartamento de Kendall. El chico había pasado la noche junto a Amanda, esa morena de cabello n***o que lo traía soñando y de la que no había podido mantenerse alejado, pero no pensaba revelarle eso a Ethan, hablar de Kendall, de su compañera, de Sam, e incluso de su casa frente a Ethan, era casi que un delito federal, y cada uno de los chicos dentro de la fraternidad lo sabían. Tenían que hacer de cuenta, que ellos tres no existían, y aunque no sabían la verdad, todas las preguntas se quedaron en el aire en cuanto Ethan había golpeado a Riley por referirse a “La amiga de Amanda, esa del culo de escándalo” Desde ese momento, esas dos chicas no existían. -Hola mamá - Saludo Ethan a Jordyn mientras entraba a su habitación en el hospital - ¿Cómo te sientes? Después de haberle hecho un par de exámenes habian decidido que Jordyn debía permanecer internada, por lo menos hasta que se consiguiera un donante, cosa que no había sido posible, como si de repente del mundo hubieran desaparecido todos los donantes compatibles con la mujer. Y eso no hacía más que alimentar esa impotencia que a diario crecía dentro del pecho de Ethan, ver a su madre allí postrada y saber que no podía hacer nada para ayudarla lo mataba. -Mejor - Sonrió, ella siempre decía lo mismo, siempre que Ethan llegaba a visitarla ponía su mejor cara y le sonreía como si por dentro no le doliera incluso el alma. -Hoy te ves guapa - El chico se sentó en la cama junto a ella, y le acaricio el rostro alejándole el cabello de los ojos, y de los labios que estaban mucho más pálidos de lo que los había visto desde la última vez que había ido al hospital. -¡Vaya le haces un cumplido a tu madre! - Exclamo con diversión - Parece que estas de buen humor, uno muy bueno diría yo - Recalco, apretándole la mano a su hijo. -Si, bueno, supongo que estar contigo me alegra - Ethan se recostó contra ella, y le dio un cálido abrazo que pareció recomponer las partes dañadas en el cuerpo de Jordyn. -¿No será que me estas ocultando algo? - La mujer lo miro con suspicacia - Kendall me conto que las cosas iban bien entre ustedes - Comento, haciendo que Ethan se quedara de piedra allí en la cama de hospital. -¿Qué Kendall que? - inquirió con toda la incomodidad del caso, él no tenía ni idea que Kendall visitaba a su madre, mucho menos para hablar de ellos dos. -He metido la pata, ¿Cierto? -Si, pero suéltalo, debes decirme toda la verdad. -No hay mucho que decir - Jordyn soltó un bufido - Vino hace unos días, ella es una chica tan dulce, que no se me hizo nada extraño que hubiera venido a visitar, trajo peonías - Señalo las flores que había en el florero en la mesa a su lado. Ethan se quedó embelesado mirando las flores, mientras entendía, que no podía alejar a Kendall de su vida, ella era simplemente una de las mejores personas que se cruzado en su camino, y no quería apartarla, incluso aunque eso significara soportar que estuviera con Sam, el único problema que se interponía en su decisión, era que Kendall quisiera lo mismo que él. -Si, ella es muy amable. -Es más que amable, y tú y yo lo sabemos, ¿Cuándo vas a aceptarlo Ethan? ¿Cuándo dejaras de ser tan arrogante y te darás cuenta de lo que todo el mundo sabe menos tu? -¿Qué es lo que todo el mundo sabe? - Pregunto, porque aunque ya supiera la respuesta, quería oírlo de su madre, quería escuchar tal cosa del ser que más lo conocía en el mundo, tal vez eso podía darle un poco más de sentido a sus sentimientos. -Que están enamorados, que la amas, y que ella te ama a ti - Proclamo, como si estuviera dando la mejor noticia del mundo - ¿De verdad no te has dado cuenta? O ¿Es que no has querido hacerlo? Ethan se quedó mirándola por un momento, no quería romperle el corazón a su madre, no quería que ella se enterara de que él había machacado a Kendall, y no quería por demás, que supiera que él conocía los sentimientos de Kendall, y que aun así, le había dado una patada y la había mandado a volar como si ella no fuera una de las mejores personas por lo menos en el universo entero. No quería que su madre se sintiera culpable, porque una de las razones por las que él no quería profesar que la amaba, era precisamente por su pasado y toda la mierda que había tenido que superar prácticamente solo, no quería decirlo, porque sabía que era muy probable que eso abriera viejas herida, y su madre estaba demasiado débil como para soportarlo, y no solo ella. Él también estaba débil y tenía miedo, por pedirle algo a Kendall, que tal vez ella ya no quisiera darle, por amar a una persona a la que había obligado que lo odiara. -¿Sabes qué? - Hablo por fin - Debo hacer algo antes de que sea muy tarde - El chico se levantó de la cama, le dio un beso en la mejilla a su madre, y fue a buscar su redención. Ethan busco a Kendall en su apartamento, no la había encontrado, y Amanda no había querido decirle donde estaba, había ido a la biblioteca, y tampoco estaba allí, había ido a todos los lugares que se le había ocurrido, menos a uno, que debió haber visitado desde el principio. El lago, ese escondite que él le había enseñado. -Hola, extraña - Dijo, tras haber caminado entre las hojas secas para llegar hasta Kendall - ¿Puedo sentarme? -No he comprado el lago, sigue siendo un lugar público, así que supongo que si - La chica levanto los hombros, no iba a hacer de esa visita algo trascendental, no iba a ilusionarse por la presencia de Ethan, el cupo de desilusión de su corazón se había agotado por completo. Sin embargo, su cuerpo no reaccionaba de la misma manera, y todas sus extremidades comenzar a sentir frio en cuanto se dieron cuenta de que después de tanto tiempo, estaban nuevamente allí, solos, en ese lugar que evocaba uno de los mejores recuerdos tanto de Kendall como de Ethan. -Claro - Respondió él, para después tomar asiento en el pequeño puente al lado de Kendall, notando de inmediato la incomodidad en la chica. Pero dentro de ella, estaban pasando muchas más cosas de las que él alcanzaba a comprender, él no conocía la manera en la que ella quería voltearse, abrazarlo y besarlo, y al mismo tiempo, golpearlo y echarlo de allí para que la dejara nuevamente en paz. -¿Has venido para ponerme a elegir entre tú y alguien más? - Inquirió con altanería, no pensaba portarse bien con Ethan, no después de que todo lo que él la había maltratado. -No, me dejaste muy claro la última vez que la única persona a la que vas a elegir eres tú, y me parece muy bien - Sentencio, dándole un inocente rodillazo. Ella no se volteo a mirarlo, e ignoro el inconsciente cosquilleo que recorrió su pierna, no quería que Ethan se diera cuenta de que su cuerpo aun lo quería, si algo había aprendido, era a esconder sus sentimientos de las personas a las que no les importaban, y lastimosamente Ethan hacia parte de esa lista. -Creo que ya me voy - Kendall trato de ponerse en pie, pero el chico a su lado le tomo la mano y se lo impidió con una ligera caricia en su palma. -No te vayas, quiero que hablemos, de verdad - La suplica en los ojos verdes de él, hicieron que ella no pudiera marcharse, y se acomodara nuevamente en su sitio, no entendiendo porque no se alejaba de allí de una buena vez. -¿Qué quieres decirme esta vez? ¿Qué quieres que deje la única clase que por desgracia tenemos juntos? ¿O acaso quieres que deje la universidad? - Reclamo a la defensiva. -No, nada de eso, Kendall, quiero que hablemos de nosotros - Sus ojos quedaron congelados en frente a los de ella. -¿Cuál nosotros? ¿Si te estas escuchando? Suena tan estúpido - Ella relamió su boca, por un momento, se había sentido sedienta de los labios de Ethan, y necesitaba respirar, y organizar su norte nuevamente, porque aunque lo hubiera echado de menos, tenia que ser fuerte. -Detente Kendall, no pretendo que te comportes como si nada hubiera pasado, pero si quiero que comprendas que no he venido aquí porque quiera maltratarte, vengo a proponerte una tregua. -¿Una tregua? - Pregunto mirándolo con el ceño fruncido ¿De verdad Ethan Lake le estaba proponiendo un cese al fuego? -Si, está claro que debemos encontrarnos por ahí, voy a tener que verte a diario, y tú a mí, y no somos niños de secundaria, somos adultos, y creo que ambos podemos superarlo - Esas no eran las palabras que tanto había ensayado en su cabeza, pero la actitud a la defensiva de ella se lo decía todo, Kendall ya no era la misma chica de antes, ella ya no lo quería. -Puedo soportarlo. -No, no quiero solo que nos soportemos -Se detuvo de golpe - Claramente no podía decirle lo que en realidad quería - Quiero que… Podamos ser amigos. -No veo como tú y yo podríamos “Ser amigos” - Señalo. Y la verdad era que Ethan tampoco lo concebía, pero si quería estar con Kendall, si quería tener el valor para aceptarlo en algún momento, entonces debía empezar por ganar su confianza, por hacer saber que podía contar con él, y que podían estar juntos sin que él le hiciera daño, ser amigos era su último recurso, y debía utilizarlo. -Podemos intentarlo - Ethan volteo el rostro al mismo tiempo que Kendall, y entonces sus rostros quedaron a escasos centímetros de distancia. Ethan aprovecho esa cercanía, y acaricio con extremada dulzura el brazo de Kendall, haciendo que un escalofrió recorriera todo el cuerpo de ella, sin apartar su mano, comenzó a trazar el trayecto de su brazo desnudo de arriba abajo, ese simple contacto les rememoro a los dos, viejas sensaciones de placer de las que ambos habían sido partícipes. -No puedo seguir jugando a esto - En un abrir y cerrar de ojos, Ethan tomo a Kendall de la parte baja de su cintura, y la movió hasta hacerla quedar a horcajadas sobre él. -Esto no va a funcionar - Musito, soltando algo muy parecido a un jadeo, era imposible negar la química que había entre ellos dos, Ethan era fuego, y a Kendall ya no le importaba quemarse. El chico comenzó a besar cada parte al descubierto de la clavícula de Kendall, besando de este a oeste y por cada uno de los lugares a los que podía tener acceso, ella aprovecho, para tocar el torso de Ethan con sus manos, recorrer cada una de las líneas que dividían su trabajado abdomen, nada de lo que estaban haciendo era precipitado, mucho menos acelerado, ambos querían disfrutar de las sensaciones. Y ninguno se detendría hasta saciar ese deseo por probar un poco del otro. Las manos de Ethan, comenzaron a moverse bajo la camiseta de Kendall, notando enseguida su piel erizada que seguía siendo igual de suave a la última vez en que él la había tocado, todo parecía tan exquisito, que temían despertar de pronto y darse cuenta que estaban alucinando. Se sentía maravilloso, Ethan acariciándola, mirándola con esos ojos inyectados de fuego, mientras Kendall veneraba con sus manos cada parte de la anatomía de Ethan No había otra palabra que relatara mejor lo que estaban haciendo salvo el amor, cada uno de sus poros destilaba un profundo aprecio hacia el otro, desde la suavidad de los besos y pequeños mordiscos de Ethan, hasta la dulce mirada de Kendall seguida por el aletear de sus pestañas. -¿Entonces quedamos como amigos? - Susurro ella, apartándose por solo un instante. -Amigos - Asintió él, no sabiendo que, a partir de ese momento, había proclamado una promesa que en realidad no iba a ser capaz de cumplir.
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