Me siento en las gradas de aquella Universidad que desconozco y Heidi se sienta a mi lado. Me siento mal por tener que animar al equipo rival pero a Heidi no parece importarle. Y bueno, yo no voy a celebrar la victoria si ganan, aunque supongo que tengo que parecer una novia orgullosa. Recordar la mirada de los chicos siempre me hace sentir culpable. No he hablado con él porque lo he estado esquivando. No quiero que me pregunte sobre mi relación con Dave porque tampoco sé qué decirle. ¿Cómo lo he conocido? ¿Cuándo ha empezado nuestra relación? Y la pregunta más importante ¿Por qué Dave?
Heidi se levanta y aplaude cuando el equipo sale y la miro arrugando la nariz. Ella saluda a su chico y este la saluda de vuelta.
— ¡Anímate! —Dice Heidi dándome en el hombro.
— No eres fiel a tu equipo, me decepcionas —digo lo suficientemente alto para que ella se entere.
— ¿Fiel? Te lo tomas muy apecho.
— No quiero seguir con esto —me levanto—. Apáñatelas como puedas.
Heidi coge mi brazo y tira de mí para que vuelva a sentarme. Luce enfadada y la verdad es que me da igual. Ella no podía mandarme.
— No puedes hacer eso, Ethan lo descubrirá.
— Me da igual, es tu vida, manéjala como quieras. No quiero seguir siendo parte de esto, no creo que…
— Le diré a Connor que estuviste vendiendo m*******a el primer año de universidad.
Vale, ahora todo cambia. Heidi no puede decidir sobre mi vida, pero sí puede chantajearme. Había estado vendiendo m*******a el primer año de universidad cuando conocí a un chico que lo hacía y le dije que podría conseguir más clientes si era su socia. Necesitaba algo de dinero y eso me lo dio. Solo lo sabía Heidi porque un día me pilló con las manos en la masa. Que Connor se enterase era entrar en una guerra de responsabilidad y antidrogas con él y con mi madre, no tengo esa necesidad. Vender m*******a fue una mala decisión, pero no podía arreglarlo ahora.
— No puedes hacer eso —le digo.
— Claro que puedo, aguanta un tiempo. De todos modos, no tienes nada más importante que hacer. No tienes novio, ni a ningún chico interesado por ti.
— ¿Puedo acostarme también con él? —Le pregunto alzando mis cejas— Somos novios. Se supone que eso es lo que hacen las parejas, ¿no?
— No me jodas, Paris —gruñe—. Dedícate a fingir delante de Ethan y ya está.
— Ethan no se merece esto.
— ¿Tú vas a venir a darme consejos? —Se ríe— Gracioso. Ethan es mi novio y lo seguirá siendo. Y ahora, disfruta del partido —sonríe.
Me quedo completamente congelada en el asiento porque no conocía esta parte de Heidi. La rubia vuelve a animar al equipo mientras yo sigo intentando asimilar lo que me ha dicho. Me levanto y paso por delante de la gente decidida a marcharme de allí, no tengo por qué estar allí viendo al equipo rival ganar. No tengo por qué soportar la mirada de desconcierto de Connor y tampoco tengo que aguantar a Dave cuando no es nada mío, solo mi falso novio.
Camino a la parada del autobús más cercana con las manos metidas en los bolsillos de mi chaqueta y me quedo allí, sola, porque todo el mundo está en el partido. He pensado muchas veces en devolverle el dinero a Elsa, pero… ¿cómo le decía que le había cogido dinero sin su permiso?
El autobús tarda veinte minutos en llegar y me monto, sentándome en uno de los asientos de atrás. Apenas hay mucha gente por lo que miro por la ventana y saco los auriculares del bolso. Siempre los llevo, vaya a donde vaya, mis auriculares me acompañan para ambientar mi vida.
Me bajo del autobús cuando me deja cerca del apartamento y voy andando lentamente. La oscuridad ya se cierne sobre la ciudad y lo único que alumbra las calles son las farolas y los faros de los coches que pasan por mi lado.
Tiro de mis auriculares cuando veo a Connor en el portal. Los quito de mi teléfono y los guardo en el bolso.
— Hola —lo saludo—, ¿qué pasa?
— Han ganado, ¿no? —Pregunta.
— No lo sé, me he ido antes.
— ¿Te has ido antes, por qué?
— No quiero hablar hoy, Connor —lo esquivo para entrar en el portal y él pone su mano alrededor de mi brazo. Me giro y miro sus ojos, haciendo que él suelte mi brazo poco a poco.
— No me cuadra que estés saliendo con Dave, eso es todo. ¿En qué momento ha pasado?
— Lo conocí en Tinder, ya te lo dije.
— En Tinder —se cruza de brazos.
La cuestión es que no sé qué mes decirle. ¿Hace un mes? ¿Un mes y medio? El curso prácticamente acaba de empezar y apenas hay meses para colocar mi relación con Dave. Heidi lo había conocido en verano, pero yo no estaba por aquí en verano.
— Cuando empezó la universidad. Simplemente, quedamos.
— Quedaste con Dave Evans en un Starbucks —alza una de sus cejas espesas—. Sabiendo que era el quarterback de Indiana.
— Empecé a hablar con él y me gustó —me encojo de hombros—. No sé dónde está el problema.
— Ocultas algo, Paris, te conozco. Soy tu hermano mayor.
— Mi hermano mayor se equivoca esta vez. Estoy conociendo a Dave porque me he dado cuenta que es un chico interesante.
— ¿Un chico interesante? —Se ríe— Esto tiene que ser una broma.
Me quedo callada, mirando a Connor, que tiene una sonrisa en su rostro esperando que le diga que todo esto es una broma y que no estoy saliendo con Dave.
— No entiendo por qué no lo aceptas. No te fijes dónde juega si no como es.
— ¡Sé cómo es, Paris! Ese es el problema. Ese chico no ha tenido nada serio en su vida, por el amor de Dios.
— ¡Y tú tampoco! Eso no significa que cuando llegue alguna persona que te interese no confíe en ti por eso.
— De acuerdo, haz lo que quieras —me señala con el dedo—, pero después no digas que no te lo avisé.
Se gira y mete las manos en los bolsillos de su chaqueta. — ¡Seguramente me dirás “te lo dije”! —Alzo la voz para que se entere.
— ¡Lo más seguro! —Responde.
Muerdo mi labio inferior y jadeo, sacando las llaves del bolso y entrando al portal. Las chicas están abrazadas en el sofá cuando llego y miran detrás de mí para ver si viene Heidi.
— ¿Qué ha pasado? —Pregunta Elsa— ¿Y Heidi?
— Se ha quedado a ver a su amante —dejo el bolso en la mesa y me siento en el sofá libre—. No tengo por qué hacer esto.
— ¿Lo vas a dejar? —Pregunta Julie.
— No, no puedo —ellas me miran alzando sus cejas y suspiro pesadamente quitándome los zapatos—. Estuve vendiendo m*******a el primer año y Heidi lo sabe. Me ha amenazado con contárselo a Connor.
— ¿Qué? —Dicen las dos a la vez.
No parece tan malo si lo digo así, es más, podría decírselo a Connor un día de borrachera y seguramente él se reiría conmigo por lo tonto que suena todo.
— ¿Por cuál de las cosas estáis sorprendidas?
— ¿Vendiste m*******a? —Pregunta Elsa confusa.
Quizás Connor no se reiría conmigo y me miraría como Elsa está mirándome ahora. Confusa.
— Sí, necesitaba el dinero.
— ¿Trabajar no era una opción? —Pregunta Julie.
— Es m*******a, no formé parte de una banda criminal, no he ido matando a gente por las noches.
— Pero has hecho algo ilegal —me dice Elsa como si yo no lo supiera.
— El caso es que Heidi me ha chantajeado, por lo que no puedo decir que no y la farsa seguirá adelante —digo intentando concluir el tema de la m*******a.
— No acabará bien —dice Elsa.
Lo sé, pero ya que Heidi prácticamente me ha obligado a ser la novia falsa de Dave, voy a aprovecharme todo lo que pueda.
— Bueno de mientras… —sonrío— Voy a jugar.
**
Paseo por la universidad decidida a encontrar al capitán del equipo. Voy a la entrada de los vestuarios de los chicos y sé que si Connor me ve entrar, me dará una patada para mandarme fuera. Por lo tanto, me quedo en la puerta a esperar a que los chicos sexys salgan. Veo a los chicos salir y ellos me saludan.
— ¿Animaste a Indiana? —Pregunta Luke saliendo.
— Jamás, fui y cuando vi lo malos que son, volví.
— ¡Esa es mi chica! —Levanta su mano y la choco— Sabía que aunque salieras con Dave no nos traicionarías.
Le guiño un ojo y Connor sale junto a Ethan. Los dos chicos van hablando y riéndose y sus miradas se posan en mí, quemándome la piel. Alzo mi ceja y Connor es el que habla: — ¿Qué pasa?
— Quiero hablar con Ethan —digo.
— Habla —responde el castaño.
— He pensado que podríamos quedar de nuevo —sugiero.
— ¿Quedar de nuevo? —Pregunta Connor frunciendo el ceño.
— ¿Desde cuándo te llamas, Ethan?
Mi hermano rueda los ojos y le da una palmada a Ethan en su hombro para dejarme sola con él. El castaño se pone bien la mochila y alza sus cejas.
— ¿Cena de parejas?
— Exacto, y después podemos ir a bailar a algún sitio, ¿qué te parece?
Ethan me mira intentando descifrar qué planeo y pasa la lengua por uno de sus colmillos. Sonrío, esperando que él me diga que sí, porque es lo que me dirá. Al final, sonríe abiertamente y pone un brazo sobre mis hombros.
— Iremos donde quieras, planéalo.
— De acuerdo, ¿podrías no decirle nada a Heidi? —Le pido— Creo que no le cae muy bien Dave y quiero que intente darle una oportunidad.
— Bueno, eso nos pasa a todos, Duch.
Lo empujo y lo alejo de mí haciendo que el capitán del equipo ría. Camino a su lado, saliendo y el atardecer nos recibe. Mi hermano está hablando con la chica del pelo rojo, Lucy, y le da unos libros.
— Parece que ha hecho una nueva amiga —dice Ethan.
— Eso creo. Es simpática, le vendría bien hablar con alguna chica que no sea una arpía.
— No todas lo son, solo que él no lo sabe.
Quiero decirle que su novia lo es y está saliendo con ella. Quiero decirle que nunca se fie de nadie y que tenga cuidado, pero no lo hago. Simplemente dejo la mentira tras mis labios cerrados mientras lo miro. Su rostro se gira un poco y sus ojos castaños penetran en los míos. Está haciéndolo de nuevo.
— ¿Algo que decirme? —Pregunta.
— Hoy estás sumamente guapo, pero que no se te suba a la cabeza, Ethan Hall —palmeo su brazo y empiezo a caminar.
— ¡Me has ablandado el corazón, Paris Duch! Dudo que pueda sobrevivir a tu piropo.
Le saco el dedo de en medio y escucho una carcajada de su parte. Me acerco a mi hermano y le doy un beso en la mejilla para después volver a casa y planearlo todo.
Heidi no sabe nada, por lo que está tan tranquila arreglándose para una cita con Ethan mientras yo he aprovechado y me he puesto un vestido corto n***o y una chaqueta excusándome de que tengo que irme. Las chicas saben con quién he quedado y me sonríen y guiñan un ojo cuando me voy. Dave está esperándome en la puerta, como le había dicho, y mi falso novio, mira detrás de mí para ver que Heidi no está siguiéndome.
— ¿Y Heidi?
— Tu amante se retrasará, he pensado que podríamos ir ya al sitio, tengo que hablar contigo antes de todo.
— ¿Antes de todo? —Sus fuertes brazos se cruzan bajo su pecho e intento no mirar sus bíceps.
— Estoy obligada a hacer esto, y tú… bueno, tú no sé por qué lo estás haciendo y tampoco me importa —muevo mi mano con desdén—, pero tenemos que hacerlo bien. Cuando supuestamente lo dejamos, Ethan me dijo que no vio ningún roce entre nosotros y…
— ¿Quieres que te toque? —Me interrumpe.
Dave está mirándome con una ceja alzada y se apoya en el coche. Su pelo rubio va peinado hacia arriba, pero desordenado dándole un toque rebelde pero sexy. Sus ojos azules me miran divertidos y sus labios están curvados en una sonrisa interesante.
— ¿Te estás desviando del tema o es mi impresión?
— Es tu impresión. Entonces, actuaremos como una pareja normal y así Ethan no sospechará.
— Muy bien, Dave, te he visto rápido.
— Más que tu hermano en el campo.
— Whoa, whoa —me río—. No vuelvas a mencionar a mi hermano si no quieres que te arranque las pelotas, amigo.
— ¿Es una amenaza? —Abre la puerta del copiloto— No te vi en mi partido, cariño —sonríe—. Estoy bastante herido.
— Sí, es una amenaza. Y fui, pero cuando vi lo malos que sois, tuve que irme si no quería que mis ojos sangraran.
El chico rubio se ríe y me hace una seña para que entre. Lo hago y cierro la puerta. Indiana no es un mal equipo, al contrario, son unos de los mejores del Estado, pero siempre los eliminaba algún equipo superior, como a Notre Dame. ¿A qué venía esa rivalidad? Porque eran los dos únicos equipos de fútbol americano que había en Indiana y siempre han sido rivales.
— ¿Qué tipo de música te gusta? Puedo meter alguna canción en el móvil y ser un buen novio.
— No hace falta que metas ninguna, pero si metes alguna de Tom Grennan, te lo agradecería.
— Tom Grennan, apuntado. ¿Estudias… pedagogía?
— Trabajo Social.
— Yo arquitectura. ¿Cómo se supone que nos conocimos?
— Tinder. Quedamos en Starbucks y empezamos a conocernos.
— ¿Qué ha dicho tu hermano de nuestra increíble relación?
— No le ha gustado un pelo.
Dave sonríe de lado y no tarda en aparcar. Cenaríamos en una hamburguesería, nada comparado a donde nos llevó Ethan. Esperamos en la entrada a que la pareja aparezca y nos quedamos en silencio de mientras. Dave mira hacia el frente con las manos en sus bolsillos y yo me dedico a pasear de un lado a otro, nerviosa. Miro hacia el frente y veo a Ethan y Heidi cruzando. No puedo ver sus caras porque veo borroso pero sonrío y me acerco a Dave un poco.
— ¡Por fin, chicos! —Los saludo— Estaba muriéndome de hambre.
— Lleva desde que llegamos deseando entrar —dice Dave—, pensé que iba a comerse mi mano.
— ¡Qué exagerado! —Me agarro a su brazo— ¿Todo bien? —Le pregunto a Heidi, que está asesinándome con la mirada— ¿Ya has vuelto a coger las curvas como si estuvieras en una carrera de Fórmula 1, Ethan? —Lo miro frunciendo el ceño y él mira a su novia.
— ¿Estás bien?
— Sí, sí —sonríe—. Entremos antes de que se haga más tarde.
Dave abre la puerta y me deja entrar primero. Es autoservicio y los cuatro esperamos en la cola para pedir. Tengo que sacar las gafas para poder ver los carteles y Dave pone una mano alrededor de mi cintura.
— Podría habértelo leído yo —dice cerca de mi mejilla—. Sabes que no me importa hacerlo.
— Oh, lo sé —pongo mi mano en su mejilla—, pero ya sabes que soy de memoria a corto plazo.
— Lo sé —él besa mi mejilla y pone su brazo alrededor de mis hombros.
— ¿Por qué no vais a sentaros y nosotros pedimos? —Sugiere Ethan.
— Me parece una buena idea —dice Heidi poniendo su mano alrededor de mi brazo y tirando de mí hacia una de las mesas vacías.
— ¿Qué demonios estás haciendo?
— ¿Salir con mi novio y mis amigos? Se supone que esto es lo que quieres, Heidi.
— No quiero esto. Quiero que estés ahí para salvarme el culo cuando te necesite.
— ¿Y perderme la diversión? —Niego con la cabeza.
— Se lo contaré a tu hermano —dice en voz baja, apretando sus dientes.
— Y yo a Ethan, las dos estamos en la misma situación y la que tiene más que perder, eres tú.
Heidi me mira echando fuego por los ojos mientras que yo no quepo en la silla de lo bien que me siento. Soy una jugadora. Nadie va a tratarme como Heidi planea hacerlo. Si ella quiere jugar conmigo, yo jugaré con Dave y con ella. Al fin y al cabo, vender m*******a no es nada comparado a serle infiel a tu exnovio. O eso creo, claro.