¡Todo parecía un sueño! Yo estaba entrando al camerino de un verdadero artista, el hombre con la voz más angelical del mundo. Había muchas personas en aquél camerino, incluyendo las estilistas y otras personas, pero mi vista solo se encontraba en la figura de mi ídolo que estaba siendo maquillado. —¡Pasa! ¡Pasa, por favor! ¿A quién tenemos aquí? Por el dulce aroma, estoy seguro de que se trata de una dama… —comentó el mismísimo Andrés Botticelli, desde su asiento frente al espejo. Él se dió la vuelta en su silla giratoria, se puso sus gafas oscuras, y se levantó para acercarse a mí. Yo estaba solamente mirándolo y no sabía qué decir, estaba demasiado nerviosa. —¡Déjame tocar tu mano, por favor! ¡Gracias por venir! ¿Cómo te llamas? —dijo al acercarse a mí, guiado por mi perfume. Él bus