La nieve embelleciendo el hermoso panorama del Central Park y algunas luces navideñas comenzaban a titilar como las nacientes estrellas en el cielo azul marino. Yo caminaba abrazándome a mí misma para guardar mi calor, pero, aunque así mucho frío, aún no tenía ganas de regresar al hotel. Me encantaba ver a las parejas caminando de la mano y sonriendo, a los niños jugando y patinando con sus gruesos gorros de lana. Era un cálido ambiente envidiable.
Me senté en una banca para observar el paisaje, ver las carretas pasando y las personas disfrutando. De pronto, un perrito muy simpático se me acercó demasiado. Comenzó a olfatearme, a chillar mucho y a mover la cola, como si quisiera decirme algo… Fue una sensación muy extraña, yo también sentía como si lo hubiera visto antes…
Mientras él se levantaba con sus patas traseras y quería alcanzarme, tome hinqué para mirar su placa en el cuello. Él me lamía demasiado que ni siquiera me dejaba ver… casi quería que lo cargara o lo abrazara.
―¡Qué pasa, chiquito! ¿De quién eres? ¡Espera! Ya me diste muchos besos, jaja… A ver, déjame ver tu collar… ¿CH? …. ¿Qué extraño nombre para un perrito? ¿Serán las siglas de una marca de lujo? ―le hablé como si me entendiera.
―Son las iniciales de mi nombre… Él se llama Budie… Lo siento señorita, normalmente él no es tan encimoso, pero creo que tú le caíste muy bien… ―dijo el dueño del perrito.
―No hay problema, señor CH… ¡A mí también me cae muy bien! De hecho no sé… creo que me recuerda mucho a la perrita que tuve hace diez años… Era mi mejor amiga, pero una terrible enfermedad la arrancó de mis brazos… Nunca lo superé, por eso hasta la fecha no he tenido un nuevo perrito… ―le conté con confianza al dueño.
―Este chico es mi mejor amigo también… Por alguna razón me enamoré de él cuando acompañaba a una amiga al albergue de mascotas, desde entonces hemos sido inseparables… Por cierto, no eres de aquí, ¿Verdad?... Me he dado cuenta por tu acento… ―comentó el caballero, de forma muy amigable.
Al ver que aquél hombre quería charlar un poco gracias al encuentro con su perrito, me levanté del piso y traté de mirarlo de frente, pero con su gorra, lentes oscuros y bufanda, no podía ver mucho su cara… Sin embargo, tenía muy bonitos labios y una elegante barba. Se notaba que era alto y que tenía buen cuerpo y porte, pero sus ojos no logré percibirlos, aunque me esforcé…
―Sí, así es,vengo de la ciudad de México, pero ya sabes lo que dicen, si vienes de tierra caliente, más vale que te prepares para el frío, algo que obviamente no hice… Quizás sea mejor que regrese al hotel… ―mencioné, ya que ya estaba temblando.
―¡Oh! ¡Eso veo! ¿En qué hotel te estás quedando? ―me preguntó.
―En ese que se ve desde aquí… el Reen… Reex… ―tartamudeé.
―¿El Resse&Carl Thoms? ―recordó.
― ¡Justamente ese! Muy bonito, por cierto…
―¡Qué coincidencia! Yo también me estoy hospedando ahí… Mira, ya que vamos al mismo lugar, por qué no te pones mi abrigo y me lo regresas cuando entremos al hotel… ―se ofreció amablemente, mientras se quitaba el abrigo.
En esos momentos, mi mamá y todos los demás ya me hubieran dicho "SOS, secuestrador", pero, algo en mi interior me decía que podía confiar en ese misterioso desconocido.
― ¡De acuerdo! ¡Qué amable eres con una desconocida! ―bromeé un poco.
―Bueno… quizás se escuche raro, pero siento como si ya te conociera… Y ya ves, Budie también lo sintió… Por cierto, soy Chris… vivo en Los Ángeles… ―se presentó mientras me ponía su abrigo.
― Y yo Bella, vivo en Ciudad de México…
―¡Lo ves! ¡Ya no somos desconocidos! ¿Y qué te trae por estás frías tierras invernales? Normalmente en estas fechas, las personas de aquí van a tu país para huir del clima… ―comentó Chris, motivando la plática entre nosotros.
―Vengo a disfrutar de la navidad al máximo, con su nieve, sus canciones navideñas, las luces, los árboles, el patinaje, los muñecos de nieve… Por eso me quedaré una semana… ―conté sin entrar en detalles sobre mi premio… además quería sonar importante...
―¿Así que solo una semana? ¡Qué mal!... Entonces eres una fanática de la navidad ¿eh? ¿Qué harás en Navidad? ―expresó Chris, caminando a mi lado.
―¡Demasiado! Soy una fanática de todo lo relacionado con la navidad… Aún no lo decido… Pero se aceptan recomendaciones… ―admití, mostrando mi mejor sonrisa amigable.
Mientras más nos acercábamos a la luz, más guapo se veía, aunque aún no conociera sus ojos, pero sin su abrigo, se distinguía que era un hombre que hacía bastante ejercicio.
―Bueno, si no se te ocurre nada mejor qué hacer, podríamos ir a patinar y hacer muñecos de nieve juntos y si gustas, podrías cenar con Budie y conmigo en familia… ―me invitó Chris, y me encantó la idea.
― ¡Suena maravilloso! Y me encantaría tener compañía ese día… ¡Prrrrr! ―temblé. El frío era calador en verdad.
―Pero tendrás que conseguir algo más abrigador… ―me advirtió Chris.
―¡Lo sé! ¡Lo sé!... Pero afortunadamente siempre habrá un caballero que me preste su abrigo como tú, Chris… ―bromeé, pero en el fondo sabiendo que me era imposible comprar un abrigo ahí.
―Hahaha, buena respuesta… Porque sabes que eres muy guapa… Y, ¿Eres casada?... ―me preguntó, pero me hizo sentir como si yo pareciera una señora.
―¡Odio que me pregunten eso! Lo dices por mi edad ¿Verdad?―bromeé, defendiendo mi dignidad, jaja...
―No, no… Desde luego que no…―aseguró Chris. ―Lo digo porque en verdad considero que eres muy guapa, lo digo con todo respeto… Una mujer como tú podría hacer feliz a cualquier hombre… Además yo tampoco soy casado y creo que soy mucho mayor que tú, tengo 39…
― Pues ni tan mayor… Por ahí ando, más o menos… ―reconocí.
―¡No! ―supuestamente se sorprendió… ―¿Bromeas conmigo? ¡Si eres una bebé!
― Hahaha… ¡Ya basta! ¿Qué edad crees que tengo?―insistí, jugando.
―¿25?
― ¡No!¿En verdad? ¡No bromees! ―recalqué, sospechando que solo me estaba halagando.
―¡En serio! ¿Menos? ―volvió a hacerse el sorprendido.
― Jajaja… no… mucho más… bueno, ya te diré… tengo 33 ―confesé… ―¿Sorprendido?
―¡Mucho! ¡No los aparentas, en verdad! Y a la vez estoy feliz, porque así no creerán que soy un pervertido que le atraen las jovencitas, Hahaha! ―jugó.
―Jajaja, bueno... ¡Ya reímos mucho, nos conocimos! Pero por fin llegamos al hotel. Aquí tiene su abrigo caballero, es usted muy gentil… ―le dije mientras le devolvía su abrigo.
―Me gustaría volver a verte… ¿Qué te parece mañana? ―insistió Chris.
― Ah… no puedo… debo ir a un evento… ―recordé, por lo del concierto.
―¿Y no puedo ir contigo? ―suplicó Chris.
― No creo, ya no debe haber entradas disponibles… Pero, aún no he cenado… ―propuse indirectamente.
― ¡Ah! Yo tampoco, pero,precisamente tengo hoy una cena de negocios…―dijo decepcionado.
― ¡Ah! Entiendo… Pero, ya quedamos para navidad, ¿no? Además Nochebuena será pasado mañana…
―¡Sí! Para Nochebuena sería perfecto… ¿Quieres que te llame? ―sugirió Chris.
― ¡Sí! ¡Estaría muy bien! Déjame darte mi número… ―dije y a continuación le dicté mi número.
―¡Perfecto! Escucha, te llamaré de mi número personal, debes saber que casi ninguna persona en el mundo lo tiene, por favor cuida que no caiga en la manos equivocadas…―advirtió Chris, pero se me hizo raro.
― ¡Claro que no! ¡Puedes confiar en mí! ―confirmé.
Nos despedimos con un pequeño beso en la mejilla que parecía ser más largo de lo normal. Ese chico desconocido ya había tenido una conexión inesperada conmigo y ¡me encantaba!
Quizás estaba tuerto, o quizás sin las gafas no era tan atractivo, pero honestamente no me importaba… Cuando hay una conexión, la hay, y no te importa cualquier defecto que pueda tener la persona.
Cuando llegué a mi habitación me preguntaba qué habrá querido decir con cuidar su número telefónico personal… Quizás era un empresario muy importante y yo sin saberlo, o quizás era un criminal narcotraficante, jajaja… Bueno, aún así, estaba flotando en las nubes por haber encontrado una conexión en el lugar menos pensado.
Un poco más tarde, cambié mi ropa a un traje un poco más formal pero todavía algo casual para bajar a cenar. Me pinté los labios de rojo y amarré mi largo cabello n***o en una coleta. Al pararme junto al hostess para esperar que me asignara una mesa, me dí cuenta de que había mucha gente adentro, hasta cámaras y reporteros. Eso me pareció curioso pero era entendible por ser un restaurante tan lujoso.
Me senté en una enorme mesa para mí sola y me sirvieron una copa de vino como entrada mientras elegía mi menú de la carta. No alcanzaba a ver bien lo que pasaba entre toda esa multitud, así que le pregunté al mesero lo que ocurría.
―¿Lista para ordenar? ―se acercó el mesero.
― ¡Sí! Voy a querer pato con pasta, por favor… Y, disculpe, ¿Por qué hay tanta gente? ―pregunté con curiosidad.
―Están entrevistando a una celebridad, madame… ―explicó discretamente el mesero.
― ¿No es… Andrés Boticelli? ¿Oh sí? ―quise asegurarme, pues era mi ídolo.
―No… no… me parece que se trata de un actor de Hollywood… ¿Gusta que averigüe de quién se trata? ―confirmó el mesero.
― No, no… ni siquiera los conozco… Solo preguntaba porque yo soy fan de Andrés Boticelli… ―confesé decepcionada.
―No madame… Es otra persona… ―aseguró.
El mesero se alejó para solicitar mi orden y como gato curioso, yo quería ver algo de lo que sucedía… pero solo perdía el tiempo porque era cierto que yo no conocía a las celebridades de Hollywood, nunca veía sus películas y tampoco iba al cine… Además con la distancia y las luces de los reflectores, solo se veían como dos fantasmas blancos hablando entre sí.
De repente sentí cómo mi mirada se cruzó con la de uno de los fantasmas, pero después, estaba tapándose todo el tiempo la cara con la carta, así que me aburrí de verlos y mejor me apresuré a comer y poder meterme en el jacuzzi caliente cuanto antes.
Cuando ya estaba disponible para entrar en el jacuzzi en mi habitación, recibí un mensaje en mi celular… ¡Era Chris! El hombre misterioso que acababa de conocer… Coloqué mi celular junto al jacuzzi, me serví una copa de champagne y me sumergí para leer su mensaje y responderle mientras vivía y disfrutaba del lujo y la abundancia de ese hotel… Era sumamente sexy y romántico chatear con él en ese momento…
―Hola Bella… Aquí Chris. ¿Ya cenaste encantadora mujer?
― ¡Ya! ¡Gracias por preguntar, misterioso desconocido! ¿Y tú?
Pasaron algunos minutos y no contestó nada… No soy una tóxica, pero, creí que estaba disponible para platicar, si no, ¿por qué me escribió?...
―También :)
¿También? ¿Qué respuesta fue esa? ¡En serio! ¿Para qué me escribía sí estaba ocupado?
Le escribí por última vez intentando sacarle más charla, pero si me volvía a dar una respuesta como esa me olvidaría del teléfono para disfrutar de mi tiempo en el jacuzzi.
―¡Qué bien! Comí pato… ¡Muy rico! :-) ¿Y tú?... Por cierto, ¿te enteraste que estaban entrevistando a una celebridad en el restaurante?
―¿Quién era? ―preguntó brevemente.
― No lo sé, no pregunté ―contesté de igual manera.
De nuevo estaba muy cortante, así que perdió su oportunidad, jeje… Apagué el celular y me dediqué solamente a mí, a disfrutar de la dicha de esa bendición que había llegado hasta mis manos por puro destino.