[ZAED] El amanecer en Miami tiene algo cruel. Es hermoso, sí, pero también implacable. La luz lo expone todo: los secretos, las heridas, los rostros cansados de fingir. Y esta mañana, cuando abro los ojos, me doy cuenta de que ya no hay vuelta atrás. No puedo quedarme callado. No después de lo que Isabella me confesó anoche. Mi madre no se fue… la obligaron. Mi padre destruyó más vidas de las que imaginé, y ahora lo entiendo todo: la guerra con los Marchesi, el odio, el silencio, la culpa que llevo tatuada desde que me alejé de Alya. Miro el teléfono sobre la mesa. Mis dedos tiemblan antes de marcar su número. La llamo. Su voz suena quebrada, como si tampoco hubiese dormido. —Tenemos que vernos —digo sin rodeos. Hay un silencio breve, pero lo entiendo. Ella también lo necesita. Finalm

