[ZAED] El ascensor sube demasiado lento. Siento cada piso como una puñalada más en la paciencia que me queda. El reflejo del acero me devuelve una imagen que casi no reconozco: el rostro tenso, los ojos enrojecidos, la mandíbula apretada. Un hombre que no sabe en quién puede confiar. Las puertas se abren. Camino por el pasillo del penthouse con el pulso acelerado, el eco de mis pasos retumbando entre las paredes blancas. No necesito mirar para saber que Isabella está en casa. La música clásica suena desde el salón, suave, falsa, como todo lo que representa. Empujo la puerta con fuerza. Ella gira al instante, sorprendida, con una copa de vino en la mano, algo que se supone no deberia beber en su estado. Viste una bata de seda, impecable, como si todo estuviera en orden. Como si no hubier

