UN NUEVO DOLOR

823 Words
[ALYA] El mensaje que le envío tiembla en mis dedos. “Necesito verte.” No agrego nada más. Él me entendera, sobre todo después de la conversación de anoche y de que cada uno de nosotros volviera a tener una manera de poder comunicarse cuando lo necesitamos. Cinco años de silencio y de heridas abiertas… y anoche, en la playa, me prometió que no me dejaría sola, que lucharíamos por nosotros. El viaje hacia nuestro lugar secreto se me hace eterno. Cada luz de la ciudad parece burlarse de mí, recordándome lo que creí haber reconstruido junto a él y lo que, una vez más, puede venirse abajo. La brisa marina me recibe, fría y cortante, como mis emociones: rabia, miedo y deseo mezclados en un nudo que me oprime el pecho. Cuando lo veo, mi corazón late con fuerza, pero mi mente me grita: no cedas. Está allí, esperando, con esa intensidad que siempre me hace perder el control. Sus ojos azules buscan los míos y, por un instante, siento que todo lo que vivimos vuelve a mí como un incendio imposible de apagar. —Zaed… —digo, controlando la rabia apenas contenida—. Gracias por venir. —Alya… —susurra, y su voz parece quebrarse bajo el peso de algo que no puede sostener—. Tengo que decirte… Isabella está embarazada. Me enteré esta mañana y no sé qué hacer. El aire se congela. Cada palabra es un golpe directo al corazón. No puedo creerlo. No después de lo que me dijo anoche, después de sus promesas, después de todo. —¿Qué? —grito, mi voz cargada de furia—. ¿Así que todo lo que anoche me dijiste… fue mentira? ¿Que no me dejarías sola, que lucharíamos por nosotros… y esto? —mi pecho se contrae con cada palabra—. ¿Esto era lo que llamas luchar? Zaed abre la boca, pero no logra explicarse. Su silencio me hierve la sangre, me quema. —No es como piensas —murmura, con culpa y desesperación—. No quiero perderte… —¡No! —lo interrumpo, dejando que la rabia se desborde—. Una vez más, Zaed… una vez más me fallas. ¿Después de cinco años, después de prometerme que ahora sería diferente… que lo tuyo con ella era una mentira? No debí volverte a ver nunca más en mi vida, solo me lastimas cada vez que tienes una oportunidad. Él da un paso hacia mí, con cuidado, pero no quiero que lo haga. La mezcla de deseo y dolor me consume. Cada roce de su mano me recuerda lo que podría perder si me dejo llevar, y sin embargo, una parte de mí lo desea desesperadamente. —Alya, por favor —susurra—. Lo de Isabella no… lo nuestro sigue siendo real, volví a sentir todo por ti al verte, jamás deje de sentirlo. —¿Real? —repito, mi voz temblando, cargada de rabia y tristeza—. Real… ¿anoche? ¿Fue real lo que prometiste mientras tus decisiones ya estaban tomadas? —mi cuerpo tiembla y el viento arrastra mis palabras—. No puedo… no puedo seguir así, no debo confiar en ti. Se acerca más, intentando tocar mi mano, y me estremezco. Todo en él me llama, me atrae, me destruye y me seduce al mismo tiempo. Pero el dolor es más fuerte que el deseo, y esta vez no voy a ceder. —Es mejor que… —respiro profundo, con lágrimas cayendo—. Es mejor que cada uno vuelva a su camino. Lo nuestro… no pudo y no puede ser mientras sigas prometiendo algo que no puedes cumplir. Sus ojos azules me buscan, llenos de culpa y desesperación. Su mano se acerca nuevamente, pero la retiro con firmeza. Cada segundo es un recordatorio de todo lo que hemos vivido y de que no podemos ignorar la realidad: Isabella, el secreto, la traición. —Zaed… —susurro, con voz rota—. No quiero volver a verte. Se queda allí, inmóvil, mientras el sol comienza a asomar sobre el horizonte. La brisa marina acaricia mi rostro y mezcla mis lágrimas con la arena. La pasión, el deseo y la verdad siguen latiendo entre nosotros, pero ahora hay una línea que no se puede cruzar sin pagar un precio demasiado alto. —No puedo dejar de pensar en ti —susurra finalmente, con un hilo de voz—. Pero… no sé cómo arreglar esto. —Ni yo —respondo, sintiendo que mi corazón se rompe otra vez—. Ni yo. El silencio se extiende, pesado, lleno de preguntas y reproches. La marea sube, las olas rompen a lo lejos, y sé que nuestras vidas, y las de quienes nos rodean, cambiarán para siempre. La tormenta que comenzó entre nosotros continúa, más intensa, más peligrosa, y por primera vez, entendemos que nada será igual.
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