22 Sin embargo la relación con su prodigiosa amiga había en su proceso de renovación empezado a configurarse casi totalmente sobre silencios y omisiones. Algo se había desvanecido enteramente, y entre ellas la pregunta, que ya contestaría el tiempo, era si el cambio las había hecho extrañas o camaradas. Era como si por fin, para bien o para mal, pudieran de verdad, en una atmósfera más despejada y más franca, conocerse mutuamente. Fleda se preguntaba cómo habría evitado la señora Gereth llegar a odiarla; había momentos en que parecía que pensándolo bien semejante proeza podría dejar escaso margen a futuras peripecias. Lo cierto es que lo que ahora se destacaba lisa y llanamente era que incluso en sus menguadas condiciones la señora de Ricks estaba por encima de sus afrentas. En cuanto a l