4. Nada raro

2384 Words
Este chico lleva mirándome un buen tiempo, apareció de la nada y ahora solo está ahí parado sonriéndome como si yo fuera un tesoro perdido. No sé realmente cómo actuar y está comenzando a asustarme, es decir, ¿a quién no? No se va, no habla, no nada, solo me observa con cuidado, hasta podría decir que, con amor, pero probablemente eso sea mi mente creando cosas. Sabía que quería algo de mí, (¿sino por qué molestarse en dejar una buena impresión al presentarse?) mas no estaba segura sí quería ayuda universitaria o estaba coqueteando conmigo, ya me ha pasado ambos casos anteriormente y pues siempre terminó bien; no puedo decir que me molesta cualquiera de las dos opciones, él se ve interesante. —    De verdad, estoy muriendo de hambre y llevas sin decir nada por mucho tiempo. — Tenía que ser sincera a este punto, él seguía en silencio y eso me estaba estresando ciertamente. — Sí necesitas algo, ¿verdad? — Asumir que alguien necesitaba de tu inteligencia no era tan malo como asumir que te estaban coqueteando, al menos desde mi perspectiva. —    No me reconoces, — sonaba decepcionado, aquí iba mi mente haciéndome quedar como una total narcisista. Has memoria, estúpida. — ¿cierto? — Tragué saliva. —    ¿Debería? — Pregunté sin culpas, tratando de no sonar ofensiva. Me detuve en sus ojos, otra vez… — Quiero decir, claro que debería… El chico del aparcamiento, ¿no es así? — “Por favor que sea él”, me decía internamente en lo que cruzaba los deditos de la buena suerte. No lo podía recordar bien porque ayer estaba muy distraída y porque ni siquiera lo había mirado directamente, me había desviado de su cara para observar algunos atributos, nada de lo que deba avergonzarme. En fin, no estaba segura que fuera él, a penas y podía recordar su voz con claridad. —    Ah, el aparcamiento. — Su voz seguía sonando tan decaída como si acabara de darle la peor de las noticias. Traté de ignorar el hecho, tenía hambre. —    Lamento mucho lo de ayer, no es usual en mi ser una malagradecida, fue un acto muy valiente de tu parte querer ayudar a una chica en problemas. — Admití. Con mochila en mano y esperando su respuesta mire hacia la puerta, dando a entender que quería salir de aquí cuanto antes. Él me siguió, caminamos con dirección a la cafetería, bueno, él solo me seguía en silencio, sabía que quería preguntar y estaba esperando a que de una vez por todas escupiera la pregunta. —    ¿Problemas de pareja? — Su voz se recompuso. No estaba segura sí debía mentir o no, en realidad podría estar pecando de exagerada al asumir que quería algo conmigo, pero al mismo tiempo, es tan usual este tipo de situaciones en la universidad y tengo cero ganas de coquetear con alguien ahora, así que… —    Se podría decir. — No estaba mintiendo, estaba omitiendo algunos detalles minúsculos. Claro, no dejar en claro que Jake es tu mejor amigo con preferencia sexuales distintas a las tuyas es minúsculo. Hubo una tensión extraña, más que tensión podría asegurar que ese dato lo había molestado, fruncía las cejas sin que pudiera evitarlo, parecía realmente fastidiado; felizmente habíamos llegado a la cafetería y entre pedir lo que comeríamos, se pudo cambiar fácilmente el ambiente. —    ¿Ahora si me dirás que necesitas? — Pregunté en lo que comía mis papitas fritas. — Estoy casi segura que me hablaste para decirme algo, ¿qué es? —    Ya no tiene sentido decirlo. — Otra vez esos ojitos tristones. No entendía porque esos ojitos tristones como si estuviera rompiendo sus ilusiones con mis palabras; mi primera impresión de él había sido que se parecía al resto, la manera de vestirse su postura, la manera de mirar, parecía el tipo de chicos que tiene experiencia en la vida, también, en llevar la delantera con una chica. Sin embargo, sus palabras, me decían otra cosa, algo que era poco probable dado a que nunca antes nos habíamos visto, antes de que empezara el semestre. Estando por dos años en la universidad y muchos más en la secundaria, estas situaciones me eran repetitivas, no podía ser lo que mi mente loca me decía que era. Nadie puede estar enamorado de uno a primera vista. —    ¡Vamos! Tal vez pueda ayudarte, — lo animé porque me estaba cayendo bien y porque soy curiosa por naturaleza. — ¿qué es lo que quieres? —    A ti. — Mi papita se quedó entre mis labios y mis dedos. — Te quiero a ti y deseaba tanto que tú quisieras lo mismo… — Suspiró. — Pero, no logras reconocerme siquiera. — ¿Cómo había escuchado eso sí no estaba abriendo sus labios para emitir palabra alguna? Estaba segura que era su voz la que emitió ese mensaje. —    ¿Reconocerte? — Lo miré extrañada, él levantó la ceja un tanto sorprendido casi esperanzado podría decirse por sus gestos. — ¿Nos conocemos de algún lado? No me esperaba esa confesión tan directa, pero lo que más me impactaba era la manera en que lo había hecho como sí creyera fielmente que yo estaba esperando por él, como sí eso fuera lo más natural, ¿lo conocía y lo había olvidado? ¿Acaso era él la razón por la que constante me sentía incompleta? Su postura y ánimo habían cambiado totalmente, lucía más aliviado que antes, más sonriente; estaba confirmando mis palabras, ¿no es así? Sus gestos me decían que tenía razón. Vi el movimiento de su cuerpo, sus gestos, su sonrisa, sus labios abriéndose lentamente para hablar… —     Te he estado mandando interminables WhatsApps tratando de ubicarte, Emma Sweet, ¡creí que ya estábamos bien! — Hasta que mi amiga hizo de la cafetería un griterío en cuanto me vio. No paró su pequeño espectáculo hasta llegar frente a mí, justo a la espalda de Pool, me miró con interés al ver que estaba acompañada, inclinó suavemente su cabeza y de pronto sonrió. — Ya entiendo que te entretuvo. Se sentó a mi costado con una sonrisa que no le cabía en el rostro, mi amiga creía fielmente que era un tempano de hielo y que no les daba oportunidad a los chicos de conocerme realmente, realmente era lo último que quería. Me mandó una indirecta con la mirada, así que procedí a presentar al desconocido que ya era un poco conocido. —    Él es Pool. — Comencé sin muchos ánimos. Para que ella le estuviera tomando interés significaba solo una cosa: Ponerle fin a mi soltería. — No sé más de él. — Sentencié al ver que esperaba más información. —     Un gusto, soy Paola, su mejor amiga. — Le sonrió mostrando los dientes mientras saludaba con una mano. —     No quería dar este dato tan pronto, pero bueno… — No dejaría que Paola hiciera su jugada antes que yo. — En realidad, Paola tiene mucho interés por los chicos como tú, así que los dejaré para que se conozcan un poco más en lo que traigo más papitas. Los dos se quedaron helados de la impresión. El pobre chico debería estar creyendo que era la persona más creída y vanidosa del mundo y, por supuesto, que lo estaba despreciando; a pesar de toda esa sensación que me causo y por la cual me sentí por demás atraída, no quería involucrarme sentimentalmente con nadie, no aún, y esos dos planeaban lo contrario, lo intuía. Cuando regresé con mis papitas en mano, los dos estaban riéndose de no-sé-qué lo cual me pareció extraño, pero no desagradable. Bueno, si lo pensaba bien, mi amiga tenía la habilidad de socializar hasta con el más tímido y, bueno, Pool se arriesgó a hablar a alguien tan poco social como yo, eso decía mucho de él; así que, suponía era normal este resultado. Iba a preguntar qué era lo divertido, pero vi llegar a Jake y callé. Los demás también se dieron cuenta así que el ambiente paso de risas a un silencio abrumador. No estaba del todo molesta con él, solo no quería arreglar las cosas en un lugar público como este, rogaba porque no me hiciera ninguna escenita, no en la cafetería. —     Jake…—  Suspiré. —     Ya sé lo que vas a decir, no vine por eso. — Eso me sorprendió. — Pasaré por tu casa en la noche, quería avisar. — Asentí. Vi que el rostro de Pool se tensó un poco, pero tuve que fingir ignorancia. — También… Es hasta hoy lo del registro de personajes… —     ¿Qué personajes? — La rubia se tiró una palmada en la frente. —     ¡Para eso te estaba buscando! — Recordó. — Tenemos trabajo en literatura, debes elegir un personaje favorito de una obra clásica, eso es para hoy y la clase que viene debes llevar un ensayo de esa obra. ¡Al menos el ensayo es en pareja! Odio hacer ensayos. — Los miré perdida. —     ¿Cómo es que recién me entero de esto? — Era muy estricta con los trabajos de universidad, no podían decirme los detalles a última hora. — ¿De dónde yo consigo una obra literaria? —     Ay, por favor, te has leído tantas que es como pedirte que elijas entre un personaje de Disney. — Sonaba lógico, pero no prudente. —     El ensayo podríamos hacerlo los tres, sería más fácil, intentaré hablar con el profesor…— Propuso Jake, inmediatamente vi la negación de la rubia. Algo tramaba. —     Jake, mejor amigo, no tienes por qué preocuparte en ir con el profesor, yo tengo una idea mejor. — Intervino mientras jalaba los cachetes de mi amigo. — Tú y yo haremos juntos el ensayo mientras Emma y su nuevo amigo hacen otro equipo, así se conocen mejor. — Añadió amablemente. — No tienes pareja aún, ¿cierto? — Pool confirmó con un movimiento de cabeza. —    Pero él ni si quiera está en clase de literatura. — Rodé los ojos. —    Es el chico nuevo del que te hablé, mema. — A veces me decía apodos en momentos como este. Miré a Pool sin entender bien, ¿cómo es que nos habíamos encontrado antes y ni siquiera tenía idea? Toda esa sensación que sentí mientras dormía, moví la cabeza un poco asustada, ¿había sido él y no Jake? Me mordí un poco el labio con más confusión que antes. —     Tú… El tipo del aparcamiento, ¿no? — Jake lo miró mal al darse cuenta de la existencia de Pool en nuestra mesa, amenazador podría decir incluso. — Tú y yo tenemos un asunto por resolver. —     Jake, ahora no. — Le llamó la atención, Pao. — Desearía seguir charlando, pero Jake y yo tenemos una clase a la que acudir, — se disculpó mi amiga jalando el brazo del pelinegro. — te dejo en buenas manos. Mi amigo no tuvo chance de hablar porque básicamente fue arrastrado por la rubia, pero pude ver claramente sus gestos y feliz no estaba. Miré a Pool aun confundida, pero más tranquila; en realidad, creí que se iban a agarrar a golpes si Paola no intervenía. —     Así que compartimos la misma clase. — Él asintió. — No quieres hacer el ensayo conmigo, ¿verdad? — No sé si estaba paranoica, pero el tipo no hacía más que asentir. —     Será un placer hacer el ensayo contigo. — Su voz sonaba tan gentil, sin presiones como si me tratara de cautivar. Sonreí sin poder evitarlo. —     Tienes una manera encantadora de llamar la atención de una chica. — Confesé, sin ánimo de coqueteo. No sé cómo explicarlo, pero más que una atracción sentía que podía confiar fácilmente en él y sé que ese es el don de todo buen mujeriego, sabía que no podía dejarme llevar por un desconocido. Por otra parte, aún seguía con curiosidad por eso que había escuchado, pero no sabía cómo volver a sacar el tema. — Me gusta llamar tu atención siempre que sea posible. — Quería responder a eso, pero un grupito de chicos con ropa deportiva lo llamaban desde el otro extremo de la cafetería, pertenecían a uno de los equipos deportivos de la universidad. — Creo que me necesitan, debo irme. —    Los conoces. — Fue una pregunta sin sonar a pregunta. Él asintió confirmando mi sospecha. — Yo también debo irme. — Me puse de pie para ir a no-sé-dónde. No tenía a dónde ir exactamente, pero quería salir de aquí, quería no estar más cerca de él, al menos no sola. No debí invitarlo a mi mesa, no debí aceptar su saludo, no debí… Mi mente estaba repleta de pensamientos, estaba enojada conmigo misma era como un puto imán para atraer problemas. —    Yo hablaré con mi hermano y le daré tus datos, no te preocupes por lo del personaje. — ¿El profesor…? Claro, los apellidos. ¿Debía preocuparme por cómo conseguiría mis datos personales o sólo estaba siendo histérica? — Solo dame tus datos y lo haré por ti. —    Es algo que yo puedo hacer sola, gracias. — Ni siquiera habíamos discutido que obra sería, ¿cómo sabía el personaje que escogería? Sentí una especie de disconformidad extraña. — Debo irme. —    ¿Debería no ir con ellos y quedarme a discutir sobre la obra que vamos a elegir? — Había sentido mi molestia. La burbuja que había creado en mi mente acababa de reventarse gracias a esa nueva información; sí, no tenía ninguna expectativa amorosa con él, pero ese tipo de vínculos no son mucho de mi interés, solo creí que seríamos buenos amigos, parecía alguien en quien podría confiar fácilmente. Debía aceptarlo, los de lacrosse no me caían para nada bien y no era solo opinión mía, para muchos los “más populares” de la universidad eran por demás pesados, engreídos, entre otros descalificativos, sobre todo su líder con quien había tenido un pequeño problema el año anterior.  Definitivamente acercarse a ellos era buscarse problemas. —    Discutamos la obra por chat, — propuse dejando mi número en una servilleta. — soy yo la que necesita irse ahora.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD