— Elegimos La divina comedia de Dante Alighieri, — explicó Pool mirándome como si pudiera regañarme con el gesto. — es sencilla y de buen gusto. — Su hermano hizo un sonido poco audible en negación.
Me di cuenta que no estaba de acuerdo, pero no entendía porque no, La divina comedia era uno de los mejores libros de todos los tiempos, era perfecto ya que estábamos estudiando la época renacentista a la cual pertenecía dicha obra; personalmente, tenía buenas críticas mías, excelente libro.
— Llegaron tarde, chicos. — Abrí la boca para quejarme, sí algunas veces podía ser un poquito descarada. — Antes de que empiecen dándome un listado, casi todas en las que estoy interesado están ocupadas, salvo Romeo y Julieta, no entiendo porque nadie quiso tomarlas. — ¿Realmente no lo entendía?
— Ha de ser porque es un tipo de cliché de romance fallido. — “Procesa todo lo que quieras decir, por favor”, renegué conmigo misma, otra vez había atraído las miradas de los presentes. — Esa obra ha sido muy usada estas últimas décadas. — Traté de arreglar mi comentario anterior.
Aborrecía tanto la trama de esa obra, al menos de la perspectiva en la que solían exhibirla al mundo; quiero decir, había mucho que discutir más que los locos protagonistas suicidándose sin una razón coherente (desde mi crítica), hasta ahora no había llegado a comprender el significado de la escena final.
Siempre terminaba con un “no seas estúpido Romeo, no está muerta solo hace falta que busques un poco más allá de tus narices”, “no puedes morir porque él murió, ten tantito amor propio” Y más, cada vez que mi padre ponía la película y me obligaba a verla con él. ¡Es que ni siquiera me tragaba que cómo arte de magia se haya olvidado de su primer amor en cuánto vio a Julieta!
Romeo y Julieta, era una obra respetable, aceptaba el buen final dónde las familias finalmente aceptaban hacer una especie de tregua entre ellas, pero centrar el final gracias a disque el amor que se tuvieron dos chiquillos en pocos días, no sé, creía que había muchos buenos personajes y maneras de causar ese mismo final sin una trama poco llamativa, otra vez, en mi humilde opinión.
— Bueno, esa obra es la única que queda libre de acuerdo a mi interés por evaluar. — No estaba siendo mal educado, ni sarcástico, pero de alguna manera u otra, no me gustó lo que dijo. — ¿Los pongo en la lista?
No quería hacer Romeo y Julieta con él más que nadie. ¿Por qué la vida me odiaba tanto? Ante los ojos de las féminas de mi querida institución, sería la más afortunada, y obviamente estarían esperando la bendita escena del beso, ¡que no iba a ocurrir! Respiré profundo dejando que el aire oxigenara mi cerebro.
— Cuente con nosotros, profesor. — Confirmé tratando de sonar animada. Pool asintió confirmando su posición.
No puedo hacerme un mundo por algo así, los problemas los estaba creando yo, solo era decidir si me importaba más evitar a Pool que mis calificaciones; evidentemente en la vida uno no puede obtener todo lo que desea, así que la mejor opción es tener en claro tus prioridades, la mía es el tercio superior.
— No esperaba menos de ti, Sweet. — Me hizo un cumplido. — Ahora, necesito terminar algunas cosas, te dejo en buenas manos. — Se despidió. — Espero me sorprendan el lunes. — Habló casi en un grito desde el segundo piso.
— Apuesto a que sí. — Murmuré bajito.
— ¿Qué dijiste? — Quiso saber Pool.
— Necesito regresar a mi casa y repasar la obra. — Sonreí amable.
— Podrías quedarte a leerla conmigo si gustas. — Se ofreció, negué inmediatamente.
— Lo siento, me gusta hacerlo sola. — Era una total mentira, me agradaba tener compañía cuando leía.
Era de las lectoras que sí bien me gustaba mi privacidad, también me gustaba leer junto a alguien que estuviera en sus propios asuntos, sin invadir mi privacidad, pero estando ahí; me sentía más en compañía, más tranquila, de alguna manera disfrutaba la lectura de esa manera también.
Asintió aceptando el rechazo antes de encaminarme hacía la entrada.
— Déjame llevarte a tu casa. — Pidió al verme estática frente a su automóvil.
No quería que él conociera mi casa, pero no había mucho por hacer teniendo en cuenta en donde me encontraba. No era como si pudiera pedir una parada en el camino, nunca había visto este camino para comenzar, no sabía si era una ruta regular que conectaba con el resto de ciudades vecinas o con qué limitaba.
Me subí al vehículo dándome cuenta de lo confianzuda que había sido, el hombre me alejó tanto de la ciudad que no hubo ningún alma fuera de esta enorme mansión cuando salimos. ¿Qué si hubiera sido un violador o algo peor? Lo que más me sorprende es que ni siquiera lo había notado hasta este preciso momento.
— ¿Seguimos con la mala actitud? — Habló a mitad de camino. Tenía planeado no conversar en lo que restaba del tramo, unos quince minutos con este súper vehículo, asumía. — ¿No piensas decirme que te hizo cambiar de parecer conmigo? Al menos déjame saber que hice mal para no cometer el mismo error con otra chica. — Trató de bromear.
No quería reírme, pero me daba tanta gracia su soltura, su confianza en sí mismo; como dije antes, él era el tipo de persona que te daba la impresión de saber dónde pisaba, parecía tener experiencia al hablar, no me había equivocado al juzgarlo de esa manera. Negué levemente para mantener mi posición firme.
— Es un entusiasta con mucha autoestima, — me miró sin entender bien — eso fue lo primero que pensé de ti. — Sonrió más relajado. — “Es solo una decepción”, me dije cuando entendí que estabas directamente vinculado al grupo de lacrosse.
— ¿Has tenido algún problema con ellos? — Preguntó con firme interés.
— ¿Harás algo entonces? — No tenía intención de decirle que pasaba, él era uno de ellos. Quería no confiar en él.
— Puedo darles una paliza si se meten contigo. — Ofreció.
— ¿Porque eres la cabecilla de ese grupito? — Esas palabras hacían creer que se trataba de delincuentes y no de estudiantes de quienes estábamos hablando.
— No soy el capitán de lacrosse, pero si soy el líder en casa. — Una pregunta evidente vino a mi mente.
— ¿Viven cerca a ti? — ¿Qué rayos? No había casa alguna por los alrededores, ¿cómo podría ser posible? — No parece haber nada a kilómetros.
— La distancia es relativa algunas veces. — Eso no respondía mi pregunta. — Sí lo que quieres saber es sobre qué tan grande es mi vínculo con ellos, entonces eso se resumiría a que soy su líder, su familia. ¿Ahora me dirás que travesuras han estado haciendo en la universidad? — ¿Travesuras? Ja.
— No creo que haya algo que no sepas siendo tú su líder. — Mascullé fastidiada.
Estos chiquillos siempre fueron un problema, desde mi primer año vi la reputación que ellos mismos habían creado de ellos, pisoteando a los demás, dejando en claro que eran unos holgazanes (algunos de ellos) que sometían a algunos estudiantes a cambio de tareas.
Sin embargo, no fue hasta el año anterior que cruzamos palabras, se habían metido con mi mejor amiga, la encerraron en un almacén como parte de “un juego” según su excusa barata, lo cierto es que querían dejar en claro que una chica jamás podría superar a ninguno de los de lacrosse en su propia cancha como lo había hecho Paola.
“Pensábamos abrir la puerta pocas horas después”, se excusó uno; “son bromas del equipo”, trató de explicar otro tomando como pretexto el que Paola era una porrista del equipo, obviamente mi amiga dejó de hacerlo luego de lo sucedido, fue la peor experiencia del año pasado.
Felizmente yo era la que tenía pánico a los lugares cerrados en nuestro grupo, de lo contrario, las cosas pudieron terminar en peores condiciones; Paola estuvo en la enfermería luego de esas cinco horas encerrada en el almacén de deportes, desde entonces ha estado tratando de encontrar otro deporte que sea de su interés, lejos del equipo de porristas.
No odiaba a los de lacrosse solo los quería lo más lejos posible de mi vida.
— Eres más difícil de lo que pensé, debo admitirlo. — ¿Era un cumplido? — Espero que podamos limar las perezas estos días, no quiero llegar al extremo contigo. — ¿Me estaba amenazando? — Ya llegamos. — Me percaté de que en efecto estábamos en mi casa.
“¿Cómo supo llegar hasta mi casa?” Fue en lo único que pude pensar el resto de la noche y al día siguiente, no era normal saber una dirección que nadie te había dado. Amanecí con una inquietud increíble, sin muchos ánimos de desayunar ni de ir a clase, sentía que estaba siendo vigilada.
O tal vez solo es paranoia.
Al salir de casa me topé con Jake recostado sobre su motocicleta, me sonrió como saludo. Mi moreno era increíble conmigo, sí, a veces hacía sus payasadas, sí, la mayoría del tiempo parecía expulsar un aura de chico malo frente al resto, pero con nosotras era un algodoncito de azúcar.
— Ayer me cancelaste sin explicación evidente, así que vine a recogerte hoy. — Explicó. — No me iré sin asegurarme de que no haya líos entre nosotros, aún si me tomas por hostigador…
— Jake. — Lo abracé antes que pudiera continuar. — Hiciste bien en venir.
No sabía que estaba causando exactamente esta actitud hoy, pero agradecía mucho tener compañía, no me sentía segura estando sola. Fuimos a la universidad en su moto, felizmente teníamos la primera hora libre, así que pasamos por unos helados mientras limábamos perezas.
— ¿Aún me sigues odiando? — Preguntó con su carita tristona, ¿cómo podía odiarlo? — No volveré a joderte una fiesta.
— No volveré a tener una. — Aseguré, era broma.
— Soy un idiota algunas veces, lo sabes. — Esa era su manera de disculparse.
— Solo deja de hacer estupideces cuando estas borracho, o mejor, deja de emborracharte. — Sugerí lo último entusiasmada, no me gustaba verlo entrar en ese mal hábito. — Tu ex te ha dejado hecho mierda. — Afirmo lo evidente.
— Lo sé, creo que necesito terapia. — No parecía que lo dijera en son de broma, pero él no era de las personas que creían en la efectividad de las terapias. — Necesito pasar página.
— Puedo presentarte a mi terapeuta. — Cualquiera fuera el caso, estaba dejando mi granito de arena.
— Tampoco estoy tan mal. — Bromeo, segundos después confesó: — Ya tengo una cita para la siguiente semana.
— Solo no te comas a mi terapeuta, por favor. — Bromeé con su reputación.
Mi terapeuta era muy mayor para nosotros, sin embargo, mi amigo no distinguía mucho en edades, tenía una larga reputación. Jake comenzó a hacerme cosquillas como castigo por la broma, estábamos embarrados de crema de helados y pasto, aun así, las risas no se detuvieron por un buen tiempo.
— ¿Ya se reconciliaron? — La rubia había aparecido de la nada y nos miraba con una enorme sonrisa desde su posición.
El moreno y yo nos miramos para confirmar nuestro malevo plan antes de ir contra la rubia y embarrarla tanto como nosotros ya lo estábamos, ella a diferencia de nosotros no era muy fan de ensuciarse en lugares públicos, le gustaba mantener un aspecto perfecto, le gustaba verse femenina y delicada en lugares públicos como la universidad.
Todo era tan perfecto, hasta que mi móvil sonó, traté de ignorarlo porque gracias al tono de llamada preferente ya sabía de quien se trataba y no quería interrumpir mi momento de felicidad por alguien que solo me traía inquietudes, pero no pude porque Paola aceptó la llamada por mí.
— ¿Sí? — Me alejé un poco de los chicos sin motivo alguno.
— Es Pool Lautner. — “Lo sé”, pensé. — ¿Cuál es tu último turno? Yo estoy libre después de este primer turno. — “Para ti, ocupada veinticuatro siete”, volví a responder mentalmente. — No quiero presionarte, pero quedan pocos días y soy muy exquisito con mis notas como ya te había mencionado. — Este sacrificio se debía a mis notas, debía recordar eso. — Así que, ¿a qué hora te parece bien? — “A las nunca, muchas gracias, me parece perfecto.”
— Estaré libre después del almuerzo, agradecería te quedes cerca hasta entonces. — Traté de sonar amable.
— No hace falta que lo menciones, cariño. — Esa manera de responder me irritaba.
Colgué la llamada sin responder.
No estaba enojada con él, sabía que no había nada real ni lógico que pudiera tomar como prueba de esta sensación que me causaba, era consciente de ello, pero no podía evitar tener este presentimiento de que me traería problemas. Me giré con la cara arrugada del fastidio y me encontré a mis dos mejores amigos muy atentos a mi llamada.
— Ese tipo…— Masculló Jake, dejando en claro que Pool no le hacía gracia, asumo por lo sucedido en el aparcamiento.
— ¡Irás a ver al chico nuevo! — Jake con los ceños fruncidos, ella sonriendo como una ardilla. — ¡Y tendrán que ensayar los besos en el balcón! — Ayer había resumido por el chat grupal mi situación académica con Pool.
— No habrá besos, Paola. — Suspiró como si le hubiera quitado la alegría al asunto. Sí supiera con quien estaba lidiando no estaría tan feliz de emparejarme con un recién conocido. — Tampoco tengo planeado salir con él, así que no te hagas ilusiones que no es mi tipo. — No tenía un tipo ideal.
— Por favor Emma, por toda tu vida anti-social no lo arruines, oportunidades como esta solo aparecen una vez en toda tu vida. ¿Imaginas cuanta envidia te tendrían? — Abrí la boca sin saber que decir.
— Eres increíble. — Dije finalmente, luego de unos segundos. — Primero, no es la gran cosa desde mi punto de vista; segundo, me gusta mi vida tal y como está gracias, y solo para dejarlo en claro, ¡esta antisocial ha ligado con más chicos que tú! — Jake hizo bardo desde lejos. — Ahora si me permiten tengo clases a las que asistir.
Técnicamente ella tenía más experiencia que yo en todo este tema del romance porque vivía de ello, yo de los únicos chicos que me había enamorado en personajes 2D o personajes ficticios, así que, por ahí ella llevaba la delantera; mas en la práctica, había salido con más chicos que ella, como dije, para mí ellos eran como un postre.