Bajo las escaleras hecha una furia, como una tormenta contenida que al fin encuentra la grieta por donde escapar. Mis pies golpean la madera con la determinación de una sentencia. Cada paso retumba con el ritmo frenético de mi respiración, y cada respiración es una lucha porque las náuseas me muerden por dentro, voraces y traicioneras. Apenas me estoy sintiendo un poco mejor después de una mañana en el hospital. Y ese es mi error. Comportarme como si no me sintiera mal, cuando solo quiero descansar, pero no. Mi hermano y Azrael no están colaborando. Así que me mantengo erguida y no me detengo, no puedo detenerme. No ahora. Siento el estómago contraerse, ácido, como si una marea amarga se alzara con intenciones de reducirme. Aprieto los labios y lucho por no vomitar. No aquí. No ahora. No,