Capítulo 6
Max
Empujé una última vez, derramando la última gota en su pequeño coño. Solo entonces dejé caer mi cabeza en el colchón y mi mente recordó meter aire en mi pecho.
-Dios mío -suspiré quedándome dentro de ella e intentando meter aire en mi pecho.
Savage soltó una risita y me miró antes de tirar el arma a un lado y pasar su mano por mi mejilla.
Besé sus dedos y le devolví la sonrisa.
-Eso estuvo intenso -dije.
Él salió de su culo y se tiró a mi lado calmando su respiración. Bajé mis ojos a su pecho y su v***a que ahora, flácida, descansaba en su estómago.
-Tenemos que hacer esto más seguido -murmuró Ava somnolienta.
Todos reímos y estuvimos de acuerdo.
Éramos una pareja de tres que llevaba tiempo queriendo cumplir las fantasías de nuestra sucia esposa. Se había obsesionado con novelas eróticas y quería recrear una escena de las que más le gustaban.
Obviamente Savage y yo estábamos para complacer las fantasías de nuestra mujer, así que decidimos hacer sus deseos realidad.
Planeamos cuidadosamente los detalles de lo que quería durante semanas y hoy por fin lo habíamos hecho. El mejor sexo de mi vida, y esperaba que todavía no acabara.
Nos giré para dejar a Ava en medio y estiré la mano para tocar la v***a de Savage. Esperaba ponerlo duro porque mi culo ansiaba ser follado por él.
-No puedo moverme -bromeó Ava.
Llevábamos juntos cinco años, y en todo este tiempo no me cansaba de ellos. Los amaba y me excitaban tanto como la primera vez que los conocí.
Primero fue Savage, en su empresa, donde comencé a trabajar como su mano derecha.
Desde el primer vistazo mi v***a se puso dura. Un enorme tipo, musculoso y con aire salvaje que me dominó con solo una palabra de su boca.
En menos de una semana me tuvo arrastrando mi culo y rogando por él. Le encantaba dominarme y a mi ser dominado.
Duramos un par de años juntos hasta que conocimos a Ava, una chica de ciudad que decidió vivir en un lugar tranquilo, lejos del bullicio y terminó en en el pueblo donde vivíamos. Tímida y hermosa. La encontramos en el bar al que íbamos de vez en cuando. Savage no es muy sociable, pero a mí me gusta salir y pasar un buen rato cada cierto tiempo, por lo que teníamos un arreglo de salidas una vez cada dos semanas.
Y allí estaba ella. Sirviendo tragos a los clientes y sonriéndole con sus regordetes y sensuales labios.
Ambos, con el primer vistazo, sentimos la conexión hacia ella, pero antes de realizar cualquier movimiento, teníamos que discutir muy a fondo y estar de acuerdo. ¿Querríamos una relación de tres? ¿Estábamos dispuestos a modificar toda nuestra vida para tenerla?
Eran decisiones muy difíciles y nos llevó cerca de un mes poner las cartas en la mesa.
La íbamos a abordar juntos y seríamos honestos con ella.
Esa noche, después de que el bar comenzó a vaciarse, nos acercamos y comenzamos a hablar. Era muy dulce, pero una chispa oscura brillaba en sus ojos. Intuía que no era tan tranquila como pensábamos.
Al principio dudó, pero notaba cómo nos miraba con deseo. No tenía ninguna experiencia con hombres, una virgen completa. De más está decir que en cuanto lo supimos, el instinto de cargarla en nuestros hombros y llevarla a nuestra cabaña en el bosque se intensificó, pero habíamos prometido ir con calma.
Estaba insegura de aceptar, pero su deseo por nosotros fue más fuerte y decidió darnos una noche. Y qué noche.
Nunca fuí tan feliz en mi maldita vida. Era perfecta para nosotros.
Como los ansiosos que éramos, la persuadimos a mudarse con nosotros. Necesitábamos tenerla cerca. Se volvió una poderosa droga de la que no queríamos prescindir. Nos volvimos adictos a su cuerpo, sus gemidos, su boca, su personalidad.
Unos meses después, nos casamos en una ceremonia personal, no legal para el estado pero sí para nosotros. Sabíamos que la ley no aparta matrimonios de tres, pero no nos importaba. Éramos felices juntos y un papel no iba a cambiar eso.
Y desde entonces estábamos juntos.
-No terminamos todavía -dijo Savage sacándome de mis recuerdos.
Se arrodilló frente a mi cara y acercó su v***a a mi boca,
-Me debes una mamada bebé -gruñó.
Ava se levantó, sacándome de su interior y le dejó espacio a Savage, quien me observaba con perversión y una media sonrisa sobrada.
-Tú no te vayas muy lejos nena -le ordenó a Ava.
Levanté mis maños mostrando las esposas.
- ¿Puedes sacarlas? No era necesario -me quejé mientras miraba su v***a dura como una piedra a un centímetro de mis labios. .
-Claro que era necesario, lo hace más divertido -respondió ronco -Ahora saca esa lenguita y lame hasta dejarme brillando. Tengo ganas de follarme ese culo.
Gemí pensando en lo bueno que se iba a sentir el estiramiento y dolor. Mi propia v***a tembló de emoción.
Asentí y chupé de esa polla dándolo todo, lamiendo y masajeando sus pelotas con mis manos hasta que la dejé tiesa como maldito concreto.
-Oh si bebé -gruñó agarrando mi cabello y empujando profundo hasta que me dieron arcadas. Algo que Savage no tenía, era ternura. El delicioso oso era crudo y rudo en todos los sentidos y era lo que me había enamorado de él.
Amaba lo bruto que era en el sexo, me calentaba a niveles astronómicos. Podría correrme solo con escuchar su voz en mi oído.
El gemido de Ava llamó mi atención y miré de reojo como la zorrita se sentaba y extendía sus piernas, dejándonos ver sus dedos frotar su coño que estaba rosado e hinchado. Incluso nuestro semen corría de sus agujeritos.
Mi propia v***a se endureció por completo y ya no pude esperar. Aparté mis labios de Savage y me giré boca abajo, exponiendo todo el culo a mi hombre para que me follara duro.
-Tan ansioso -gruñó Savage y abrió mis mejillas.
Escupió y masajeó mi apretado agujero antes de meter uno de sus gruesos dedos y arrancar un gemido de mi boca.
Apreté las manos en puños y gruñí al sentir como dobló su dedo, masajeando el punto exacto. Se recostó sobre mi espalda y acercó su boca a mi oído.
-Ni siquiera tengo que estirarte. Tu culo está tan ansioso de tenerme que le voy a dar lo que quiere. Tan duro bebé, que no podrás sentarte en una puta semana.
Quitó su dedo y presionó su v***a en mi entrada empujando fuerte y de un solo golpe.
-¡AHHH! -Grité de dolor.
“Mierda, mierda, mierda” maldije por dentro debido al ardor en mi culo. Dolía como hijo de puta, pero se sentía tan bien. Me encantaba lo bruto que se ponía cada vez que follábamos.
Apoyó las manos en mis mejillas y las abrió comenzando a empujar una y otra vez con rudeza. Golpeando sus pelotas con cada embestida. Mi cuerpo se sacudía y mi culo lloraba de placer. Mis gritos y los gruñidos de Savage llenaba en contenedor y me excitaban más y más.
-Si nene, más más Savage -supliqué.
Aceleró sus golpes hasta que ambos comenzamos a gritar y entonces Ava se acercó y se recostó boca arriba entre mis piernas. Estando en cuatro, bajé la cabeza para ver como se acomodaba en el espacio entre las piernas abiertas de Savagey mis piernas.
Rodeó mi v***a con una mano y la metió en su boca ansiosa, chupando y lamiendo, mientras frotaba su clítoris con la otra.
Era una maldita obra de arte lo que hacíamos.
Mis gemidos aumentaron y sentí mis bolas levantarse. El placer de tener a Savage en mi culo y a Ava chupándome era demasiado. Estaba listo para liberar otra carga.
-No puedo aguantar más -lloriquee.
-Mmm -gimió Ava.
-Yo tampoco -gruñó Savage.
Sin poder soportarlo más, me dejé ir gimiendo y empujando mi cuerpo hacia adelante, cayendo sobre la boca de Ava y corriéndome una y otra vez en su lengua.
-Ah joder joder -gemí sintiendo como mi sucia mujer se tragaba todo -Eso nena.
Savage se inclinó y empujó profundo en mi culo obligándome a dejar caer mi pecho en el colchón mientras él rugía como animal e intentaba llegar más y más al fondo con desespero, llenando mi culo con toda su carga.
Y Ava, tan perversa, mientras nosotros nos componemos, ella siguió chupando mi v***a ya flácida, como si no pudiera dejar de saborearla y frotó su clítoris hasta que alejó su boca y gimió tan fuerte que las paredes parecieron temblar.
-Oh mierda -murmuró cuando los espasmos de su cuerpo terminaron y nos miró con picardía.
-Joder, somos el trío perfecto.
-Lo somos, pero necesito que me saquen las esposas -bromeé.
Ava
Después de la noche más jodida de mi vida, literalmente, terminamos acurrucados en el colchón, en un montón de sudor y enredos. Mi cuerpo era un desastre, pero no me quejaba, me encantaba lo que me hicieron y esperaba volver a repetirlo pronto. No habíamos tenido tanto tiempo juntos últimamente, Savage había agrandado su empresa y trabajaba mucho. No tenía que ir físicamente muy seguido, pero sí necesitaba pasar muchas horas en la oficina de nuestra casa, y por más que los tenía allí conmigo, sentía que ya no estábamos igual que cuando iniciamos la relación.
Necesitaba que mis hombres volvieran a ser los de antes. De ahí que se me ocurrió cumplir una fantasía que llevaba en la cabeza mucho tiempo.
En cuanto se los propuse, estuvieron encantados. Más que encantados. Esa noche me follaron hasta dejarme desmayada y lo de hoy…uf. Deseaba repetirlo pronto.
Savage se recostó de lado frente a mí y Max a mis espaldas. Ambos rodearon mi cintura y mis tetas, acariciando y de vez en cuando besando o chupando con dulzura.
Habían cumplido toda mi fantasía y los amaba tanto por ello.
Jamás creí tener una relación con dos hombres, mucho menos con dos que aman follarse al otro, pero desde la noche en que los conocí y me hicieron suya, nada me emocionaba más que verlos amarse y joderse, y que también me lo hicieran a mí. Si bien fuí la última en llegar como quien dice, me hacen sentir como el centro de todo.
-Los amo -murmuré somnolienta.
-Y nosotros te amamos a ti chica sucia-susurró Savage mi apodo.
Desde que comencé a obsesionarme con libros de fantasía erótica y taboo me había puesto ese apodo. Y me encantaba, porque lo decía con una voz tan perversa que me humedecía cada vez que lo escuchaba.
La mano de Max, ahora libre de las esposas, bajó a mi centro y acunó mis labios sensibles arrancándome un gemido.
-Deberíamos descansar un poco -murmuró en mi oreja -pero nuestra chica está empapada.
Gemí al sentir su dedo entrar suavemente.
-La follamos muy duro -recordó Savage.
-Lo sé, le encantó -respondió Max y añadió otro dedo -Recuerdo sus gritos y se me vuelve a poner dura.
-Oh Dios… -jadeé
- ¿Qué dices nena? ¿Quieres nuestras vergas otra vez? -preguntó Savage.
Asentí. Claro que las quería.
Las quería para el resto de mi vida.
FIN….¿O NO?