BEAST: El rescate de la bella. Capítulo 1

2483 Palabras
No podía ser tan mala y dejarlos solo con la historia de Savage. No, no. En este bosque hay secretos. Secretos muy oscuros y sus habitantes, peligrosos. Así que disfruta de las siguientes historias que llegan, como la de BEAST. Sinopsis: Beast es un hombre de montaña que ha vivido la mayor parte de su vida en el bosque. De joven, por su tamaño, ha sido criticado y maltratado, lo que le llevó a hacer su vida en el exilio, lejos de las personas. Esto lo hizo ser casi un ermitaño que tiene un contacto justo y necesario con otros seres humanos. Ha preferido esa vida y no se arrepiente, o bueno, al menos no se arrepiente de vivir en el bosque. Lo que sí hace doler su pecho, y otra parte de su cuerpo, es no tener una mujer que le pertenezca, que caliente su cama cada noche y con la que poder cumplir todos los deseos oscuros que tiene. Al menos hasta Molly, una bajita y regordeta campista, que no tiene ninguna experiencia acampando, pero decide embarcarse en un viaje, sola, al medio del bosque y en temporada de tormentas. La primera noche allí, se despliega un temporal que la obliga a salir de su carpa y buscar algún refugio en medio de la tormenta, pero en su huida algo sale mal, dejándola inconsciente. Es rescatada por Beast, o bueno, secuestrada más bien. Porque en cuanto Beast la ve, decide que se quedará con ella. Le guste o no. ¿Estas lista para leer? Capítulo 1 Molly -Debe ser una broma -murmuré agotada mientras la pendiente de cien metros parecía cernirse sobre mí. Puede que no fuera la mejor idea del mundo acampar en un bosque. ¿No se supone que es tierra plana? ¿Desde cuándo hay montañas en los bosques? Parece una broma solo para fastidiarme. Llevaba horas caminando y mis extremidades ya no soportaban más pasos. Los pies me dolían por no estar acostumbrada a tanto ejercicio. Era una chica de ciudad, jamás había acampado o hecho trekking en mi vida. Definitivamente debí pensarlo mejor antes de embarcarme en esta “aventura”. Frustrada decidí descansar un poco y me quité de la espalda la increíblemente pesada mochila. Las personas que se dedican a esto deben estar entrenados, de lo contrario no entiendo cómo lo logran. Esa mochila infernal pesa unos cuarenta kilos fácilmente. Mi pobre columna lleva gritando desde la primera hora de caminata. Cargar con una carpa, ropa, accesorios y todo lo que el imbécil de la tienda de campings dijo que “era necesario en caso de emergencia”. Obvio solo quería facturar conmigo, y yo, tan idiota e ilusionada por una fantasía, terminé por gastar un dineral en elementos que solo eran una pesada carga. -Quería un tiempo fuera y terminé con más peso del que quería. Este viaje era para alejarme de todo y descansar de las personas que me rodeaban. Los tóxicos que me rodeaban y que yo he permitido que me envenenen con su toxicidad. Después de muchísimos años siendo humillada, burlada e ignorada por mi familia y a quienes consideraba “amigos”, me alejé y creí que irme a el lugar más aislado posible sanaría las heridas emocionales. Hasta ahora solo obtuve herniado un disco de la columna por la mochila Reí por mi broma. Esperen Reí por mi broma. REÍ Toqué mis mejillas y los hoyuelos a los lados de mi rostro. Oh por Dios. ¿Hace cuanto tiempo no me reía en serio? Ni siquiera recuerdo la última vez que lo hice. Tal vez en mi niñez, pero no estoy segura. -Tal vez no es tan malo -me digo -Unas horas en el bosque y estoy riendo. Con esa motivación, decido seguir adelante y buscar en el mapa hacia donde debo seguir. Se supone que desde donde estoy hasta el claro con un hermoso lago, que fue lo que me llamó la atención de este lugar, había un par de kilómetros al norte. -Al menos la brújula que me salió un ojo de la cara va a servir de algo. Tomé un poco de agua y cargué nuevamente la mochila a mi espalda decidida a llegar al lago. Iban a ser las mejores vacaciones que tendría en mi vida. Y tal vez, si me gustaba del todo, buscaría cambiar mi vida en la ciudad por una en un lugar como este. Lejos de todos. Al fin y al cabo, las personas eran una mierda. Siempre. Falsas y envidiosas. Es lo que me ha rodeado toda la vida. Mientras caminaba pensé en todas las veces que mendigue una pizca de cariño. Desde pequeña mis padres me dejaron a un lado por no ser la expectativa de belleza que ellos esperaban. Mis hermanas, todas rubias, hermosas y atléticas, eran el orgullo de ambos. Sus amigos los halagaban y envidiaban por tener hijas tan bellas. Y después llegué yo. Regordeta, pelirroja y bajita. Una decepción a sus ojos. Y eso que me esforcé por intentar ser perfecta, haciendo dietas extremas donde llegaba a sentir dolor del hambre que tenía. También teñí mi cabello y realicé ejercicios y deportes que me ayudaran a ser más esbelta. Nada funcionó. Y tampoco tenía una motivación para seguir torturándome de esa forma. Cada intento era burlado por mi familia y despreciado cuando no obtenía los resultados. Al final, me quedé sola teniendo una familia. Porque para ellos no existía. ¿Dolía? Al principio sí. Mucho. Ahora ya no hay dolor, solo indiferencia por ellos. No recuerdo la última vez que llamaron para preguntar cómo estaba. Siempre era yo, quien por una cuestión de respeto llamaba de vez en cuando para saber de sus vidas, y siempre recibía respuestas apresuradas y de poco interés. Me costó entenderlo, pero desde hace un par de años dejé de llamar y en el fondo pensé que en un par de meses se preocuparían y llamarían. Nunca lo hicieron. Eso me llevó a buscar amigos como mi nueva familia, pero el ser ignorada y criticada toda mi vida, dejó secuelas en mi personalidad que me dificultaba entablar amistades. Era tímida y en ocasiones me bloqueaba con quienes me preguntaban algo. Era una rarita. Cuando por fin conocí un grupo de…no amigos, todo mejoró, por un tiempo. Claro que la vida no podía ser tan buena conmigo, y meses después tuve la peor traición del mundo. A la salida de mi trabajo, bastante tarde porque ya había oscurecido, pasé por un bar conocido para llevarme un poco de comida a casa. Estaba agotada ese día y no quería tener que cocinar, además ese bar quedaba a un par de cuadras de mi casa y tenía las mejores hamburguesas. Mi sorpresa fue ver a mi grupo de quienes consideraba amigos, reunidos allí y…hablando pestes de mí, además de burlarse de absolutamente toda mi persona. Desde mi físico, mi voz, mi ropa y mi timidez. Incluso llegaron a hacer imitaciones horrendas de mí, riendo a carcajadas y discutiendo qué habían visto en mí para dejarme formar parte de su grupo. Jamás me había sentido tan dolida por algo. Eso fue hace dos semanas. El peor día de mi vida. Salí corriendo de ese lugar y me encerré en mi apartamento a llorar toda la noche, sintiendome la persona más despreciada del mundo y no lograba entender, o aún no logro entender por qué. Cuatro días me llevó darme cuenta de qué todos eran unas personas de mierda. La sociedad es una mierda y no quería seguir un minuto más entre ellos. Lo que nos lleva a aquí, en mi aventura para auto descubrirme y ser feliz. Una hora después y jadeando como un perro después de una larga corrida, llegué al lago más hermoso que ví en mi vida. Idéntico a las fotografías que ví de él en internet. El agua clara revelaba las miles de piedras en el suelo y los árboles frondosos limitaban el espacio que el agua ocupaba. Mis ojos se humedecieron con tanta belleza y todas las emociones que llevaba acumuladas también hicieron efecto. Quité la mochila de mi espalda y me acerqué al agua, mientras lloraba y sonreía tocando con mis manos el líquido transparente. Era tan bello. Respiré hondo y me dejé llevar un momento por el aire fresco y puro, y el sonido de la naturaleza. Era todo lo que necesitaba. Me parecía increíble estar en un lugar como este. La ansiedad de montar el campamento me incitó a moverme deprisa. Quería aprovechar al máximo la luz del día y para cuando cayera la noche, poder disfrutar de una fogata y el silencio. La paz duró poco cuando maldije por centésima vez al el estúpido caño que salió disparado. ¡ESTABA HARTA! ¿A quién carajos se le ocurrió crear carpas tan complicadas? Con toda la tecnología que teníamos hoy seguían fabricando estas porquerías. Y sí seguí las instrucciones, a detalle, pero el puto caño que debía atravesar el agujero de la carpa no entraba. No mi incompetencia. Llevaba más de una hora intentando montar esta cosa. -¡LA NAVAJA! -recordé gritando. El idiota de la tienda de camping también me dijo que la iba a necesitar. No se había equivocado en eso tampoco. Me detuve y suspiré. Tal vez no era un idiota que quería mi dinero. Pobre. Debe tener las orejas rojas por mis insultos. -Lo siento -murmuré. Encontré la navaja y en un ataque furioso corté el borde del agujero por donde tenía que pasar el caño. -Creo que me pasé un poco, pero qué más da. Ahora si va a entrar esa porquería. Finalmente pude armar la bendita carpa y acomodarme. Había elegido un tamaño grande para poder organizar todo dentro y no sentirme ahogada con tantas cosas. Quería mi espacio abierto también al momento de dormir. Desenrollé el sobre de dormir, lo ubiqué al fondo de la carpa y tiré todo lo que había en la mochila sobre él. -Cómo para no terminar con la espalda adolorida -gruñí al ver todo lo que llevaba. Ropa, productos de higiene, kit de primeros auxilios, comida, mucha comida y todo lo que el vendedor me dijo que necesitaría. Poco a poco acomodé mis cosas y, después de un rato, había acabado. Iba a dejar mis zapatos afuera para no ensuciar nada dentro. Pensaba pasar una semana aquí y para mi paz mental necesitaba que todo se mantuviera ordenado. Había visto muchos videos en youtube de cómo llevar una rutina cuando acampas y estaba segura de que iba a ser una experiencia genial, siempre y cuando mantuviera todo en orden. En los videos decían que era fácil abrumarse cuando estás en medio de la nada y no eres una persona acostumbrada a tener que trabajar duro para realizar actividades que en la ciudad son sencillas. Como por ejemplo, cocinar. Aquí tendría que hacer fogatas para calentar la comida enlatada que traje. Y el agua que iba a tomar era la del lago que, por lo que decían en internet, era muy pura así que no cargué con botellas de agua más que las necesarias para el viaje. Cuando salí de ordenar todo en la carpa, noté que un par de nubes grises se acercaban por encima del lago. Tal vez llueva un poco por la noche, será mejor encender una fogata para hervir agua y comer algo. Olvidé que el fuego sin leña no dura. Y no tenía herramientas para cortar árboles o ramas gruesas por lo que me tuve que conformar con las ramitas que encontré en el suelo, que no eran muchas. Suspiré agotada después de mi tercer intento de encender una fogata. -¿Por qué no enciende? -gruñí cuando el fósforo volvió a apagarse. Enojada me resigné a comer unas barras de proteína en vez de comida caliente. -Mañana, mañana cuando esté más descansada seguro logro encender la fogata sin problema. Senté mi trasero en la puerta de la carpa, con las piernas fuera para disfrutar mis barritas nutritivas admirando la vista. Estaba bastante oscuro ya y se sumaron algunas nubes oscuras, pero no había casi viento y el clima estaba cálido. Seguro caen algunas gotas y mañana amanece el cielo despejado. Estaba bastante cansada por los kilómetros de caminata, así que, con el estómago medio lleno decidí dormir temprano. Mañana comenzaba mi aventura. Me desperté un rato más tarde, debido a los truenos intensos. La tela de la carpa se movía de un lado a otro con mucha fuerza y tenía la sensación de que volaría en cualquier momento. Grité y salté cuando otro trueno sonó y decidí echar un vistazo a cómo estaban las cosas afuera. Bajé el cierre de la entrada de la carpa y en cuando abrí una rendija el intenso viento revolvió todo adentro. Era un temporal ¡NO ESTABA PREPARADA PARA UN TEMPORAL! Todo lo que tenía apilado y ordenado dentro de la carpa se derrumbó y se llenó de hojas. Con algo de esfuerzo volví a cerrar la carpa e intenté calmar mi corazón para pensar qué hacer. Los truenos y relámpagos estaban sobre mi lugar. Y en los bosques caían rayos ¿no? Siempre dicen que en las tormentas no estés cerca de árboles. ¡Y YO ESTABA EN MEDIO DE UN BOSQUE! -Mierda mierda mierda…¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? Tal vez había algún refugio por aquí, algún guardabosques o algo así. Busqué en el mapa que había comprado un lugar a donde poder ir. Ni loca me quedaba aquí. Con la pequeña linterna iluminé algo del mapa. Mis manos temblaban tanto que no podía ver bien los dibujos. Donde me encontraba era bosque por kilómetros y kilómetros. La carretera sería el lugar más seguro tal vez, algún coche podría pasar, pero dicha carretera estaba a diez kilómetros. No podría llegar en medio de la noche. Otro estruendo retumbó en la carpa y con eso fue suficiente. Me puse unas zapatillas y salí de allí, enfrentándome al temporal que parecía querer acabar con todo. Según el mapa la carretera estaba al sur. Por donde había llegado, pero el intenso viento no me dejaba abrir mucho los ojos y tendría que guiarme por instinto. No es que tuviera mucho de eso. Caminé algunos pasos y otro rayo cayó, esta vez muy cerca de ella. Giré la cabeza y ví como había dado en un árbol a unos cuantos metros de distancia. Eso bastó para aterrarme. Comencé a correr por donde había llegado y gritando con cada rayo que caía. Todos estaban dando en árboles relativamente cercanos y sentí que la tormenta me seguía, burlándose de mis gritos. Al temporal se sumó la lluvia que terminó por empapar mi ropa completamente. A este paso no iba a llegar viva a la carretera. Tropecé con una roca y caí de bruces al suelo volviéndose todo n***o.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR