Capítulo 50 Ayliz No puedo con esto. Nunca pensé que la verdad saldría así… y mucho menos que fuera Vladímir quien la destapara. Ese hombre no tiene escrúpulos. Es cruel, venenoso. Disfruta vernos sangrar. Siento el peso de todas las miradas sobre mí. Y no puedo moverme. No puedo hablar. Solo quiero desaparecer. Luciana… Mi hija… Mi bebé. Me aferro a la mano de Alexandro, pero me tiemblan los dedos. Sé que está tratando de protegerme, sé que no me va a soltar… pero no sé si eso basta. No sé si alguien me va a perdonar después de esto. Escucho la voz firme del abuelo. Grave. Fría. Irrefutable. —Es mi bisnieta. Vladímir suelta una gran carcajada, sonora, desvergonzada. —Ay, abuelo… —dice, sacudiendo la cabeza como si le diera lástima—. ¿De verdad todavía quieres creer eso? Q