Capítulo 48
Vladímir
Entro sin hacer ruido. Son casi las tres de la mañana y la casa duerme.
Sigo teniendo la llave. Aún no han cambiado la cerradura. Nadie espera que regrese… y mucho menos que tenga las agallas de hacerlo.
Me muevo como una sombra por los pasillos que alguna vez fueron míos. Conozco cada rincón, cada crujido del piso de madera pulida, cada cuadro torcido que nadie notó más que yo.
Acaricio la pared, no por nostalgia… sino por costumbre. Por control.
Llego al despacho del abuelo. La misma puerta imponente de roble.
Me detengo frente al enorme retrato de mis abuelos colgado en la pared. Lo tomo por los bordes y lo retiro con cuidado, como si quitara una fachada inútil.
La caja fuerte sigue ahí, oculta, como si nadie en esta casa tuviera el valor de tocarla.
—Tan p
