Mi jefe, mi novio secreto

Aniversario de la empresa

Capítulo 7

Llegaron al restaurante, Christopher le ayudó con la silla, Elena le esbozó una sonrisa, éste le devolvió el gesto. Degustaron de su cena en silencio, sin embargo, éste no era incómodo, era más bien un momento agradable entre dos personas que en los últimos años solo habían cruzado palabras de cortesía profesional.

Christopher tomó un poco de su vino, miró a Elena, ella le sonrió, Christopher sintió algo, algo que nunca había sentido por ninguna mujer, no podía permitir enamorarse de nuevo, una vez lo hizo y le partieron el corazón.

Christopher enfrió la mirada al recordar lo que sucedió.

—¿Estás bien? —preguntó Elena.

Carraspeó. —Sí, claro —le dio una sensual sonrisa —. Hablemos de lo nuestro.

Elena asintió.

—Debemos ser como siempre, en la empresa no pueden sospechar que hay algo entre nosotros, no quiero habladurías, tú entiendes.

Elena asintió despacio.

—Seremos novios en secreto.

Elena volvió asistir levemente con una pequeña sonrisa.

Christopher sonrió, acarició su mejilla.

Terminaron de cenar, y salieron del lugar luego de que Christopher pagará la cuenta.

Llegaron al departamento de él, Elena se quedó admirando el lugar, era muy lujoso, tenía mucha iluminación, estaba muy limpio y olía rico.

—Ven —la tomó de la mano y llevó a la sala de estar, Elena se sentía nerviosa, y no sabía el porqué, bueno si sabía, la presencia de Christopher la ponía de esa manera.

—¿Te gustaría una copa de vino? —Elena movió la cabeza levemente hacia delante.

Christopher le regaló un suave gesto, se puso de pie y se dirigió hacia la cocina, sirvió dos copas de vino.

—Gracias —dijo Elena con una cálida sonrisa. Sentía mucha calor, a pesar de que el departamento se encontraba frío por el aire acondicionado.

Tomaron viéndose directamente a los ojos, Christopher.

Christopher dejó su copa sobre la mesa de centro, se acercó más a Elena, la mujer actuó normal, por dentro estaba muriendo de nervios, pero pudo disimular muy bien.

Christopher acomodó el cabello de Elena hacia atrás, muy lentamente, admiró su cuello, acercó su rostro, dejó besos húmedos en el, Elena sintió escalofríos, cerró los ojos disfrutando del momento, pues era lo único que obtendría de ella.

Christopher comenzó a acariciar su pierna, mientras se besaban ansias, tenía ganas de ella, estaba ansioso por tenerla en su cama.

Cuando estuvo a punto de llegar a esa zona íntima, Elena lo detuvo, le sonrió.

—Ya es tarde, debo volver a mi departamento, mañana hay que trabajar.

Bebió un poco de vino, pasó su lengua despacio a su labio inferior mientras dejaba la copa sobre la mesa.

Se puso de pie, tomó su bolso y se lo colocó en sobre su hombro.

Christopher se quedó algo molesto, pero le sonrió fingiendo cariño.

«¿Cómo se atrevió a rechazarme, a mí ninguna mujer me ha rechazado, pues quién se cree, esta muchachita?», pensó con enojo.

Salieron del departamento, caminaron por los pasillos, hasta llegar a la puerta de salida.

Christopher le abrió la puerta de su vehículo, Elena agradeció con una cálida sonrisa, éste se la devolvió, para después voltear los ojos sin que ella se diera cuenta.

Rodó el carro, se supo el cinturón de seguridad, se marcharon.

Todo el caminó estuvo serio, no miró ninguna vez a Elena, ella sabía lo que le pasaba, no iba a entregarse a él, no era como aquellas con las que estaba acostumbrado a tratar, ella se daba su lugar, era muy rápido para tener sexo con él.

Llegaron a su destino, Elena le dio un suave beso en los labios, se bajó y se adentró al edificio en donde vivía.

Después de haberse relajado con el baño, se puso la pijama y se acomodó en su cama, luego de cepillar su cabello.

Al otro día, Elena ya se encontraba en la empresa, de nuevo volvió a llegar tarde, Christopher le dio una severa mirada por su impuntualidad, ella solamente bajó la mirada.

Su amiga le dio una triste mirada, sonriéndole levemente con los labios cerrados.

—Elena, pasa a mi oficina —dijo con seriedad por el interfón.

Elena se puso de pie, tocó y recibió un “adelante”.

—Dime, ¿En qué te puedo ayudar? Christopher —el hombre le miró severamente por haberlo llamado por su nombre.

Soltó un pesado suspiro.

—El sábado que viene será el aniversario de la empresa, quiero que estés al pendiente de que todo salga bien, serás la organizadora del evento —le informó en tono serio.

Volteó su mirada a su computadora.

—Te acabó de mandar por tu correo, la lista de las personas que deben recibir su invitación.

Elena asintió.

—Quiero que todo sea perfecto, y por favor ese día llega temprano.

Elena se sentía dolida por la forma que la estaba tratando, pero era fuerte y no iba a dejar que su arrogante jefe la viera mal.

—Así será, despreocúpate, todo saldrá como quieres, si eso es todo me retiro —se dio media vuelta y cerró la puerta detrás de ella.

Dejó salir un débil suspiro, sentía sus ojos picar por las lágrimas que amenazaban en salir, frunció el ceño.

«¿Qué me pasa? Yo no lloro por un hombre, y está vez no será la primera vez». Respiró un par de veces y volvió a su lugar.

Trabajó en lo que Christopher le pidió, hizo las invitaciones y las mandó al correo a las personas que él le indicó.

***

Se llegó el día de la fiesta, Elena se miraba en el espejo, se veía hermosa con su vestido rojo pegado a su cuerpo, mostrando sus bellas caderas, su cabello, estaba peinado en ondas suaves en las puntas.

Cogió su bolso, y salió de su apartamento.

Christopher se encontraba en el jardín de la casa de sus papás, bebiendo una copa de whisky con su primo Elion, platicaban trivialidades. Llegó Vania y saludó con un beso en la mejilla a Elion, se acercó a Christopher y le dio un beso en la comisura de sus labios.

—Hola, querido —lo saludó coquetamente.

—Hola, ¿Cómo estás?

—Excelente —tomó una copa de champán a un mesero que pasó por su lado. Le dio un pequeño sorbo sin quitar su mirada a Christopher, ese hombre le encanta y también su dinero. Se conocen desde la universidad, pero se dejaron de ver porque Christopher terminó sus estudios en Nueva York.

Los invitados platicaban animadamente, reían entre ellos, hasta que de pronto las miradas se fijaron a Elena que venía saliendo al enorme jardín, caminaba con elegancia, segura de sí misma.

Christopher al verla se quedó impactado, la escaneó de pies a cabeza, se miraba bellísima, Vania al darse cuenta de la forma en que Christopher la veía, la volteó a ver y le lanzó una rabiosa mirada, desde que la conoció le cayó pésimo, se le hizo una mujer insípida, poca cosa.

Fátima se acercó a Elena, le esbozó una cálida sonrisa.

—Quiero felicitarte, todo te quedó precioso —Elena sonrió suavemente.

—Gracias.

Intercambiaron algunas palabras, Mía, hermana de Christopher se unió a ellas, saludó con una sonrisa a Elena.

—Qué bella te ves —la elogió.

—Muchas gracias, tú también estás muy bonita —Mía sonrió feliz.

—Gracias.

Mía era una chica alegre, y algo vanidosa.

—¡Mi amor! —corrió a abrazar a su prometido, se dieron un pequeño beso en los labios.

Joshua saludó a Fátima y a Elena, ambas lo saludaron genuinamente.

En otra parte del jardín, Christopher, no podía dejar de mirar a Elena, le gustaba esa alegría que tenía, Elena sintió que la miraban, sus miradas se encontraron, Elena le sonrió, él le dio una ligera sonrisa, bebió de su vaso, Elena le provocaba muchas cosas, deseaba besarla de nuevo.

—Tú asiste se ve espectacular —expresó Elion.

—Ay, por favor, es una mujer cualquiera, es una mojigata insípida —espetó Vania mirándola con desdén.

Christopher le miró severamente, no le gustó que se expresará así de su asistente, Vania se inmutó, le asustó esa mirada de Christopher.

Dirigió sus pasos hacia dónde se encontraba Elena, conversando con Sarah.

—Acompáñame.

Elena asintió.

Llegaron al despacho, Christopher, cerró la puerta con llave, sus ojos estaban oscuros de deseo, tomó del rostro a Elena, la beso con urgencia, con fervor, sus lenguas se movían con ansias, succionaban sus labios.

—Me encantas, moría por besarte —un gemido se le escapó a Elena, la mirada de Christopher estaba llena de lujuria, la deseaba como nunca había deseado a ninguna mujer.

Reclamó sus labios, se besaban ardientemente.