Mi jefe, mi novio secreto

Clarificación

Capítulo 6

Elena se sentó frente a Christopher, tratando de mantener la compostura mientras sus emociones se agitaban dentro de ella. Él la miraba con una expresión seria, esperando a que ella comenzara.

—Christopher, yo… —Elena comenzó, pero se detuvo, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

—¿Christopher? —señaló confundido, ninguno de sus empleados tenían el permiso de tutearlo, no entendía como Elena se había tomado ese atrevimiento, sin embargo, muy en el fondo le gusto como se escuchaba su nombre en los labios de ella.

Él la miró fijamente, esperando pacientemente a que ella continuara.

Elena tomó aire y decidió ir directo al grano. —Sé que dijiste que lo que sucedió en el ascensor fue un accidente y que no debería repetirse. Y respeto eso. Pero desde entonces, ha habido una tensión entre nosotros, y no puedo ignorar lo que siento, sé que eres mi jefe, sé que me despedirás también, pero quiero que sepas que no soy una mujerzuela que se le entrega a su jefe, mis sentimientos son buenos y estoy consiente que me despedirás después de esta confesión.

Christopher la escuchaba en silencio, sin interrumpirla. Su expresión era difícil de leer, pero no había hostilidad en ella.

Elena continuó, reuniendo valor. —Vi que estabas en la cafetería hoy, con esa mujer. Y no puedo evitar preguntarme qué está pasando entre nosotros. No sé qué somos, qué deberíamos ser, o si hay algo que deberíamos ser, o si solo es mi imaginación, lo único que se es que cuando te acercas siento como miras mis labios, mis ojos, como te pones nervioso al igual que yo.

Hubo un momento de silencio mientras Christopher procesaba sus palabras. Finalmente, habló con voz calmada. —Elena, entiendo por qué te sientes así, yo no salgo con mis empleadas, pero he notado algo en ti que me agrada, nunca había puesto atención en lo dramática que puedes ser —Elena rodos sus ojos —o en lo atractiva que eres.

Elena se mordió el labio inferior, esperando que él continuara.

—Pero somos jefe y empleada, Elena. Y eso complica las cosas —dijo él, su tono lleno de pesar.

Elena asintió lentamente, sabiendo que tenía razón. —Lo sé. Y respeto eso. Pero… ¿Podemos simplemente ignorar lo que hay entre nosotros? ¿Podemos seguir actuando como si nada hubiera cambiado? O me despedirás.

—No te despediré —sonrió socarrón.

Christopher la miró fijamente, su mirada buscando algo en sus ojos. —No, no podemos ignorarlo.

Hubo un momento de silencio mientras ambos procesaban lo que eso significaba. Christopher se acercó a Elena tomándola de la mano por primera vez y mirando fijamente a sus ojos.

—Entonces, ¿Qué hacemos? —preguntó él con voz ronca, esperando una respuesta de su parte.

—Tal vez debería ser yo quien renuncie —confesó con pena.

Christopher suspiró, pasándose una mano por el cabello. —No lo sé, Elena. Pero… no quiero perderte. No quiero que esto se convierta en una distracción en el trabajo, como te dije no suelo salir con mis empleadas.

Elena asintió, entendiendo completamente. —Yo tampoco quiero eso. Pero no puedo seguir fingiendo que no siento nada.

Christopher se quedó en silencio por un momento, mirándola profundamente. Luego habló con voz suave. —Elena, si vamos a intentar esto, necesitamos establecer algunas reglas. Algo que nos permita mantener nuestra relación profesional, pero que también nos dé la oportunidad de explorar lo que hay entre nosotros.

Elena asintió, agradecida por su consideración. —Estoy de acuerdo. ¿Cuáles son esas reglas?

Christopher pensó por un momento antes de hablar. —Primero, mantendremos nuestra relación en secreto en la oficina. No quiero que nadie piense que estás recibiendo trato especial por estar conmigo.

Elena asintió. —¿Serás algo así como un novio secreto? —preguntó confundida.

Christopher sonrió juguetón —algo así.

—Segundo, estableceremos límites claros en el trabajo. Nada de afecto público, ni nada que comprometa nuestra profesionalidad —continuó Christopher.

Elena asintió nuevamente. —Estoy de acuerdo con eso.

Christopher la miró fijamente. —Y tercero… quiero llevarte a cenar esta noche.

Elena se quedó sin aliento por un momento, sorprendida por su propuesta. —¿Esta noche?

Christopher asintió, con una pequeña sonrisa jugando en sus labios. —Sí, esta noche. Para que podamos hablar más, aclarar nuestras expectativas y ver hacia dónde nos lleva esto.

Elena sonrió débilmente, sintiendo un nudo en su garganta. —Me encantaría.

Ambos se miraron intensamente por un momento, reconociendo lo que estaban a punto de comenzar. Había incertidumbre en el aire, pero también una chispa de esperanza.

—Entonces, nos veremos esta noche —dijo Christopher, levantándose de su silla.

Elena asintió, poniéndose de pie también. —Nos vemos esta noche.

Elena se giró hacia la puerta, pero antes de salir, Christopher la detuvo.

—Elena.

Ella se giró hacia él, encontrándose con su mirada intensa.

—Podemos sellar nuestro acuerdo con un beso… —Christopher no aguantaba las ganas de robarle un beso, lo haría, pero Elena era tan inocente y tierna que prefería vivir el momento.

Entonces Elena le contesto —Que te parece si mejor lo sellamos en otro momento… —sonrió, ella para nada era tonta, podría ser torpe para algunas cosas, pero tonta no, necesitaba asegurarse que él no estaba jugando con ella —tal vez en la cena…

Elena sonrió suavemente. —Está bien, estaré ansioso por sellar nuestro acuerdo, señorita Gilbert.

Con eso, ella salió de la oficina de Christopher, sintiendo como si un peso se hubiera levantado de sus hombros. No sabía qué pasaría después, pero por primera vez en mucho tiempo, sintió una sensación de esperanza en el futuro.

…

El resto de la tarde Elena recibió algunos mensajes de Christopher extenuándole lo ansioso que estaba por llevarla a cenar. Elena estaba más confundida, como es que el hombre que era su jefe, que siempre la regañaba, que le criticaba su trabajo ahora quisiera iniciar un romance con ella. Luego pensó “y si es una venganza por todas las veces que llegué tarde al trabajo” o por los reportes qué olvido realizar, no creía que fuera esa clase de hombre.

Lo que si tenía claro es que tenía que estar prevenida para cualquier situación, debería disfrutar el momento, besar a su jefe, al menos era un evento canónico que no pensaba pasar, ya después si la despedía al menos se quedaría con el recuerdo de sus labios posados en los suyos.

Apenas salió de la oficina corrió hasta una boutique para comprar un hermoso vestido, ella tenía ahorros, puesto que era soltera y vivía sola, compro varios para la noche y por si acaso después de esta noche hubiera alguna más, un par de zapatos altos, unos collares y aretes, algo de maquillaje y condujo a toda velocidad hasta su casa.

Se duchó tan rápido como pudo, tuvo alguno que otro accidente al depilarse, pero pudo arreglarlo, se vistió y se peinó.

Así estuvo una hora y media probando entre un vestido y otro, era tanta la emoción que perdió la noción del tiempo, ya pasaba de las ocho de la noche, hora que Christopher había quedado en pasar por ella.

Cuando Elena se percató de ello, se detuvo mirando su móvil. “¿Debería llamarle para saber si vendrá?”, pensó, pronto el miedo la invadió, pensó lo peor, sus temores se estaban convirtiendo en realidad, tal vez ella si era un juego para él, tal vez él no llegaría esa noche y todos sus sueños cenando con su guapo e increíble jefe se quedarían en eso, solo sueños.

Elena dejó caer su bolso en el sofá, mirando su móvil, no había ninguna llamada, ningún mensaje y ya pasaban de las ocho y veinte, comenzaba poco a poco a hacerse a la idea de que Christopher no llegaría, y cuando estaba a punto de salir una lagrimita de tristeza de su rostro, el timbre de la puerta sonó.

Elena saltó del sillón como trampolín, miró a través del lente en la puerta y su corazón volvió a palpitar, sintió como si fuera a explotar, ¡Era él! ¡Era él!

Acomodo su vestido, tomó su bolso y la puso en su hombro, limpió con las yemas de sus dedos la lagrimita que se había derramado por la mejilla, y abrió la puerta. Al ver a Cristopher no pudo evitar sonreír.

—Hola —dijo tímidamente.

—Hola… —dijo él.