Lumus volvió a su oficina, se quitó la pesada túnica y relajó los hombros. Viajar era muy cansado y el exceso de luz le lastimaba los ojos. El médico le dijo que las nubes en su visión seguirían creciendo y un día, perdería la visión. Eran las consecuencias de la ceguera de nieve que sufrió después de perseguir a un espíritu corrupto por más de dos semanas en los glaciares. ¡Gajes del oficio! – De acuerdo, hay que continuar con el trabajo mientras aún puedo leer – pensó en voz alta y llamó a su secretaria para ver el primer grupo de carpetas. Su trabajo era mayormente administrativo. Una posición que había heredado por su linaje familiar. De vez en cuando bajaba al laboratorio, observaba los descubrimientos de los alquimistas, vigilaba que los bibliotecarios catalogaran todas las nueva